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La continuidad de los conflictos no resueltos por la Primera Guerra Mundial


Enviado por   •  17 de Octubre de 2017  •  Documentos de Investigación  •  4.972 Palabras (20 Páginas)  •  304 Visitas

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[Año]

Marcos Ríos, Alan Salvatierra, Franco Martiarena, Carla Franco, Abril Fernandez.

[EL TERCER REICH]


El tercer Reich

La continuidad de los conflictos no resueltos por la Primera Guerra Mundial, las graves dificultades económicas acarreadas por la inmediata post-guerra, el "crack" del ’29, la crisis y debilitamiento del sistema liberal contribuyeron a que se desatara la Segunda Guerra Mundial. Todo esto fomentó el desarrollo de nuevas corrientes totalitarias, la instauración de regímenes fascistas en Italia y Alemania, cuya agresividad política y expansionista sería el detonante de la guerra. Alemania se encontraba atravesando una grave crisis económica y la aparición de Hitler como líder supuso un estímulo para recuperar la confianza perdida después de la Primera Guerra.

Para Alemania, los diez años posteriores a la Primera Guerra Mundial fueron desastrosos. Obligados a firmar el tratado de Versalles, el cual no solo les atribuía toda la culpa de la guerra, sino que también los privó de territorio que ganaron en una guerra contra Francia, acabó con el imperio colonial alemán exigiéndoles un abono por los daños causados durante la guerra.

El fracaso económico y político de la República de Weimar, como también los altos costos impuestos a la nación por generar el primer conflicto bélico hicieron que la región se encontrase sumamente caótica. El aislamiento social, económico y político que sufrieron los alemanes facilitó la llegada de un líder autoritario como Adolf Hitler, que prometía hacer surgir a la nación aria de sus cenizas.

Hacia 1923, Hitler era políticamente poco conocido. El partido nacionalista radical Bávaro del cual él era líder se hacía notar por su carácter aguerrido y antisemitista.

Antes de 1928, Hitler y su partido tenían no más de un tercio de los votos, aunque más adelante se convertirían en una “fuerza marginal”, en palabras de Richard Overy, en su libro Crónica del Tercer Reich. Hitler quería presentarse a sí mismo como el “mesías” del pueblo alemán, y llevó a cabo varios fallidos intentos de golpe de Estado.

Con la promesa de hacer surgir a la nación aria de sus cenizas, Hitler organizó una compleja infraestructura social, política, económica, policial y militar que tenía como objetivo recuperar la grandeza perdida de Alemania y establecer a la región como la potencia de Europa y del mundo. Hitler llegó al poder a través del sufragio popular, pero en el camino se volvió cada vez más autoritario y totalitario, centraliza en su persona todas las decisiones y proyectos.

Uno de los rasgos más esenciales del nazismo fue la absoluta intervención del Estado en la vida de la sociedad. Todo lo hacían los ciudadanos alemanes estaba determinado, era permitido o prohibido por el Estado, encabezado por Hitler. El Führer tenía todas las características de un caudillo y, como tal se lo toma y se lo eleva a una consideración mayor que a cualquier hombre común. El ejercicio de su poder se da de una manera absolutamente unilateral, sin consultar a nadie las decisiones de gobierno.

Los medios de producción, la educación, la prensa, la cultura, estaban controladas por el Estado y, por supuesto, la libertad de expresión y la pluralidad política no existieron en esos tiempos.

La ideología Nazi tuvo como principios fundamentales el nacionalismo, el racismo, el antisemitismo y el desprecio hacia la democracia, la supresión de las libertades individuales, el fanatismo, el Estado racista, la educación racial e imposición de ideas y el uso de la fuerza. La tortura y el asesinato fueron sus características.

Como consecuencia de dicha ideología se desarrolló un cruel aparato cuya misión era erradicar las comunidades consideradas inferiores que resultaban molestas para el desarrollo.

El principal blanco de persecución eran los judíos. El antisemitismo- que incluye todos aquellos actos mediante los cuales se desprecia o discrimina explícita o implícitamente a los judíos como pueblo, etnia o religión- alcanzó niveles de tortura y violencia inimaginables en épocas del dominio alemán y durante el gobierno de Hitler.

Debido al fuerte racismo solo podían ser considerados ciudadanos alemanes aquellos que llevaran sangre alemana.

El gobierno expropió a los judíos sus bienes materiales, los capturó y tomó como prisioneros en lugares que se conocieron como campos de concentración y exterminio que tenían como finalidad la tortura, la vejación y los obligaban a hacer trabajos forzados. Se los maltrataba y humillaba y luego se los eliminaba bajo diversas metodologías, siendo una de las más conocidas la cámara de gas. A este genocidio se lo conoce en la historia con el nombre de Holocausto.

En 1933 Hitler asumió como canciller, lo que condujo inmediatamente a la instauración de la dictadura. Antes de 1933, Alemania era multipartidista, pero Hitler se empeñó en deshacerse de todos sus enemigos políticos durante los primeros meses en el poder.

El partido Nacionalsocialista liderado por Hitler vio una oportunidad para continuar su campaña antimarxista, para así acelerar el proceso de eliminación de otros partidos, especialmente los de izquierda. Esto resulta en el incendio de Reichstag. Al día siguiente se anunció que este incendio había sido un levantamiento comunista y Goring, mano derecha de Hitler y piloto de la Primera Guerra Mundial, ordenó la detención de cuatro mil comunistas. Hitler le propuso al presidente la firma del tratado de Hindenburg, que se suponía era para “proteger” al pueblo alemán. Este tratado permitió a Hitler aprobar una ley que suspendía las libertades civiles de aquellos considerados enemigos de la revolución nacionalista.

Hitler aprovechó la situación de violencia de su país para comenzar a poner en práctica su plan inicial. Sus prioridades públicas eran: acabar con el desempleo, superar la crisis económica y reavivar la agricultura alemana. De todas maneras, anuncio a sus mandos militares en privado su verdadero objetivo inicial. Este objetivo era alcanzar la paz interna para así crear un espacio en el cual se le pudiera garantizar un futuro al pueblo alemán.

La propaganda fue la herramienta más poderosa a la hora de promover el partido político y su programa, y de controlar todo lo que se decía ya que su misión era publicitar las ”bondades” del régimen e impedir que las voces opositoras se manifestaran. Detrás de ella se encontraban Paul Goebbels, uno de los más estrechos colaboradores de Hitler y quien se desempeñaría en el ministerio del Reich para la ilustración pública y propaganda entre los años cumbre del Nazismo.

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