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La nueva tendencia en el arte


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2013  •  Tesis  •  2.551 Palabras (11 Páginas)  •  461 Visitas

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e) La nueva tendencia en el arte

La nueva concepción del mundo como "obra de arte" factible, como un problema a resolver por la mente creadora según puntos de vista técnico-racionales, tenía que afectar, a. la vez que al ingeniero, al artista (que ahora va surgiendo de la clase de los artesanos), y por eso muchas veces coinciden en una misma persona ambos tipos, como lo vemos en Miguel Ángel y, por encima de todo, en Leonardo. En el trabajo artístico propiamente dicho, y no, por lo tanto, por la mera coincidencia en la persona, se expresa en el Renacimiento naciente, de una manera muy fuerte, la tendencia y el interés por la técnica; piénsese en Castagno y en UccelIo y, más tarde; en Signorelli, Mantegna y los demás. La producción de una impresión de profundidad por medio de la perspectiva geométrica se presenta al italiano del Renacimiento como un problema científico, de cálculo matemático, y por eso es la perspectiva italiana una perspectiva puramente lineal, no perspectiva atmosférica como la de los holandeses. Entre los alemanes, de propensión romántica, opuesta a la inspiración liberal burguesa de los italianos, la perspectiva comenzó como una experiencia de inspiración casi fáustica que se vive y se intuye. Según Alberti, el artista es ante todo un investigador de la naturaleza, un matemático y un técnico, y sólo así podrá dominar sus recursos artísticos. Las cúpulas de Brunellesco son un ejemplo de una de esas obras en las que se juntan el cálculo técnico y, en consciente finalidad, la voluntad artística creadora. De este modo la técnica parecía convertirse en fin propio, pues tanta fuerza tenía el nuevo placer de descubrir y el goce de experimentar. En los intentos y experimentos del nuevo arte se manifestaba la movilidad del mismo, la nueva dinámica. El movimiento general que había invadido la vida arrastró también al arte en su torbellino. "Cuando el medio se transforma claramente ante nosotros, menos siente el contemporáneo la continuidad de su época con respecto al pasado, y tanto más se pierde la fuerza de la tradición en el oficio y tanto más tratan de buscarse nuevos caminos" (E. Lederer ).La profunda transformación de todas las relaciones existentes, la emancipación general de todo lo tradicional, la mayor amplitud de las aspiraciones personales, debían despertar un “enérgico desarrollo de la voluntad artística y un planteamiento de nuevos problemas de arte”. El impulso creador debía brotar con una nueva conciencia en el artista: así podía ya aparecer el "concepto del genio", como la expresión más alta, que sólo podía producirse en un terreno burgués de una conciencia independiente, que descansaba puramente en la fuerza y dotes del individuo, en sentimientos de potencia y de libertad. El sistema gremial, así como toda la organización de comunidad, se derrumba, y aquí, como en el campo industrial, se impone el individualismo.

La nueva forma política de la burguesía emancipada fue la democracia municipal y el arte asume la función de expresar ese nuevo poder de la ciudad-estado. Así nace el nuevo estilo del arte burgués que unía lo sencillo con lo grande, el realismo con la majestad, y representa de este modo el ideal burgués. Como monumentos del orgullo burgués se erigen en Florencia, al tramontar el siglo XIII, Santa Croce, Orsanmichele, el BargeIlo, el Palazzo Vecchio y, sobre todo, la catedral. Giotto -el hombre con el cual el arte se hace burgués (compárese la sencillez de su pintura con el estilo pomposo de Cimabue, quien sigue expresando una profunda actitud religiosa, en lugar de limitarse a tratar motivos religiosos)- fue nombrado arquitecto municipal y levantó la catedral.

La erección de la catedral de Florencia era un asunto público de la república florentina, y en los incidentes a que su construcción daba motivo tomaba parte activa la opinión pública de los ciudadanos. Su interés no era menor que el que les despertaban los grandes acontecimientos políticos que a la sazón se desarrollaban. La aprobación del genial proyecto de Brunellesco para la cúpula de la catedral coincide con el año de la conquista del puerto de Livorno. Los monumentos artísticos hablaban de la grandeza y de la fama de la ciudad; eran los símbolos de la propia elevación por el desarrollo de la vida económica, política y cultural, que arrastraba a todos. En aquellas obras de arte -y no se trata sólo de Florencia, sino también de Orvieto, Pisa, Siena, Venecia- veía "expresado el pueblo su propio sentir y se sentía identificado con el artista, del cual no le separaba ningún abismo" (R. Saitschick). En aquella época el arte no era privilegio de ciertas capas sociales, sino algo común a todo el pueblo; en general, se consideraba que “una obra de arte inspirada era reflejo de la fama de todo un pueblo” (Janitschek). Este arte burgués era bajo todos los aspectos un arte popular. En primer término, arte religioso, como lo demandaban la tradición y las costumbres, de las cuales sólo poco a poco iba despegándose aquella época. Por eso arrancó de las tradicionales relaciones en que vivían el pueblo y la Iglesia. Otro rasgo característico popular y burgués era la tendencia del arte a lo familiar –como puede verse en la pintura de Filippo Lippi o de un Domenico Ghirlandaio-; esa manera jovial, natural, detallada, a veces hasta vulgar, como Wölflin dice, y esa manera de representar a los santos como bons bourgeois... Un arte tan popular, y a la vez tan majestuoso -la catedral de Florencia, como símbolo del poder de la ciudad, tenía que superar a todo lo hecho hasta entonces-, del que todo el pueblo tenía que sentirse orgulloso, y que, sin embargo, no se distanciaba de él, sino, al contrario, servía por encima de todo a la piedad religiosa y satisfacía al mismo tiempo el ansia espectacular de un pueblo colocándose en el mismo terreno que éste. Un arte así podía atraerse y despertar el sentir de todo el pueblo, ingenuo y fácil de ganar por el arte, aunque la realidad política a la que correspondía fuera sólo en apariencia democrática. El arte, en cuyo campo impera por derecho propio la apariencia hermosa, daba al pueblo, que lo comprendía mejor que la nebulosa alta política, cuando menos la bella ilusión de una democracia. El pueblo manifestaba su gratitud, honrando públicamente a los artistas, con lo cual honraba a sus propios hombres, pues los artistas habían salido de su propio seno. Durante las honras fúnebres de Filippo Lippi se cerraron en Florencia todas las tiendas de la Via de Servi como sólo se hacía en los entierros de los príncipes.

Una de los fenómenos más notables de la transformación burguesa del arte es la aparición del desnudo. Esto también tiene su conexión sociológica, No sólo la cultura clerical, sino

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