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Las Modalidades Del Ascetismo Religioso En Max Weber


Enviado por   •  14 de Febrero de 2012  •  2.228 Palabras (9 Páginas)  •  1.975 Visitas

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LAS MODALIDADES DEL ASCETISMO RELIGIOSO

Max Weber partió de la tesis según la cual las civilizaciones se encuentran con el problema fundamental de dar sentido a la "irracionalidad" del mundo. Las teodiceas religiosas trataron de aportar una solución a la necesidad de "dar coherencia y sentido a lo que carece de él" lo cual constituyó un impulso psicológico fundamental para la racionalización de los sistemas de creencias religiosas" (GIDDENS, Anthony, 1976:67). Cabría aclarar ya en este punto que Weber, a diferencia de Levi-Strauss, entendía que dicha dotación de significado consistía en dar un sentido o valor subjetivo a las acciones.

Según Weber, la irracionalidad del sufrimiento inmerecido, de la desigual e injusta distribución de la felicidad en el mundo, de la explicación de ambas a través del pecado y finalmente del sin sentido de la muerte, condujeron a una progresiva devaluación o rechazo del mundo y a una percepción del alejamiento existente entre las expectativas respecto a él y la realidad.

Las religiones basadas en la necesidad de salvación surgieron como un intento de racionalización de dicha disonancia entre el orden divino y el mundano, es decir, del contraste entre un más acá pasajero e imperfecto y un Dios supramundano y eterno, conduciendo a una búsqueda trascendente y amundana del sentido. Este proceso provocó la constitución de un ámbito específico que entró en conflicto con las restantes esferas del mundo y esa tensión se vio agravada al racionalizarse cada esfera profana particular en base a sus propios principios y dinámicas internas.

Y así, las interpretaciones religiosas salvacionistas llevaron a cabo una creciente sistematización racional ético-práctica del estilo de vida, que desembocó en un abandono del ritualismo y la magia -que se hallaban en mayor armonía con las otras esferas del mundo- en favor de una religiosidad de convicción, que al estar enfocada a la salvación a través de valores religiosos internos condujo a la intensificación de la tensión con las estructuras del mundo y a la formación de la ética negadora de los ámbitos mundanos.

Pero dicho rechazo del mundo adoptó diferentes sentidos o direcciones dentro de las diversas éticas religiosas de salvación.

Weber construyó unas tipologías ideales, con el fin de clasificar las variedades y particularidades históricas a través de las cuales las diferentes religiones de salvación trataron de dar solución al problema de la acción significativa. El autor destaca las siguientes direcciones primordiales derivadas de las éticas negadoras del mundo:

En primer lugar, hallamos la ascética activa del creyente que desprecia el mundo pero que se entiende a si mismo como instrumento al servicio de la voluntad divina supramundana. Por lo tanto, se trata de un asceta que opera dentro del mundo y aspira a racionalizarlo éticamente con el fin de someterlo en base a los mandatos de Dios, cuyo significado último es oculto e incomprensible.

Dentro de esta actitud a la que Weber denomina “ascetismo intramundano”, el afán de superación de la naturaleza corrupta del orden profano se canalizaría a través de la profesión y acción mundanas, orientadas a la dominación del mundo del pecado mediante el cumplimiento de los designios divinos. El asceta intramundano sería capaz de reconocer su estado de gracia a través de esta acción racional en la vida cotidiana.

En segundo lugar, encontramos la postura mística, asociada a una concepción despersonalizada e inmanente de lo divino. La búsqueda de salvación se orienta en este caso a la captación, a través de la contemplación mística, de un sentido ulterior que es de naturaleza irracional y extramundana. En contraposición con el asceta intramundano que vincula la religiosidad con la acción ética dentro del mundo devaluado y objetivado, el místico se percibe como “vasija” en la que ha de verterse lo divino y busca la “posesión contemplativa” de la salvación, ya que interpreta que “la criatura debe callar para que hable Dios” (439). Rechaza, por tanto, la acción en el mundo profano para participar en el orden divino y reconoce su estado de gracia precisamente mediante su actitud de huída contemplativa del mundo.

Así, el místico contemplativo -cuya actitud de huída es identificada con el taoísmo de Lao-Tse- expresa su religiosidad apartándose del mundo, mientras que el asceta -cuya postura es característica del puritanismo- lo hace actuando en el mundo. Como Weber mismo expresa:

“Para el asceta intramundano la conducta del místico es un indolente goce de sí mismo; para el místico la conducta del asceta intramundanamente activo es una implicación en el profano ajetreo del mundo, unida a una esteril fatuidad”.

Sin embargo, Weber admite que esta clasificación dicotómica de éticas religiosas contrapuestas puede ser suavizada al producirse una combinación de ambas actitudes.

Por un lado, puede darse el caso de que el asceta se limite a dominar el pecado y la corrupción en su propia persona, eludiendo la implicación en el orden mundano y llevando a cabo, así, una huida ascética del mundo.

Por otra parte, puede ocurrir que el místico no se aleje del mundo y adopte un estar en él similar al del asceta intramundano, postura a la Weber denomina misticismo intramundano.

Nuestro autor afirma que, allí dónde surgieron comunidades religiosas salvacionistas, tuvo lugar una cierta depreciación de los vínculos de parentesco a consecuencia de la relevancia superior que cobró la comunidad de fe. De este hecho derivó un aspecto importante: los principios éticos y sociales que regían la moral intragrupal estaban basados en la reciprocidad, a diferencia de la ética que gobernaba las relaciones con personas ajenas al propio grupo. Sin embargo, con la aparición de las comunidades propiamente religiosas, dicha ética de la vecindad fue trasformada en una exigencia de fraternidad universal que ligaba a los hombres por encima de las barreras impuestas por las estructuras mundanas.

Dicha ética de fraternidad entró en una tensión ineludible con las otras esferas del mundo. Se fue produciendo una progresiva fragmentación de los diferentes ámbitos de sentido, ya que cada uno de ellos fue desarrollando racionalidades distintas, que aunque no eran excluyentes, entraban en conflicto. Weber se entregó a la labor de analizar las tensiones que se establecieron entre el ámbito religioso y la esfera económica, política, estética, erótica e intelectual.

Pasaré a exponer brevemente cómo cada una de las modalidades contrapuestas de ascetismo –intramundano y extramundano- trataron de resolver la confrontación

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