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Llevados Por La Imaginación Nos Ponemos A Soñar.

Onix2624 de Julio de 2014

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Capítulo I.

Llevados por la imaginación nos ponemos a soñar.

Roberto Mejía en el descanso de su poema al medio día compartió con el mismo la soledad de un rincón donde su vista no quiso descansar y salió a caminar donde contemplaba los colores y formas del entorno, los movimientos de sus calles, luego su mente se va lejos viendo el mar y sintiendo la brisa que traen las olas dentro del comienzo a fluir los pensamientos acelerados para el día mas importante de nuestra vida, solo hay que estar atento sin preocuparnos, ni distraernos y sin lamentaciones.

Para construir buenas obras solo basta con nuestras manos, estas con voluntad todo influye. Señores vivir es un don de Dios y morir es renunciar a todo cuando el desaliento nos embarga.

Inspirado por la ilusión se quedo inmóvil y con una mano papel y en la otra un lápiz, comenzó a escribir desarrollando el siguiente relato:

En su mesita de noche y con su reloj despertador encima, el mismo cuenta los pasos del tiempo.

A las 5:30 am le suena el despertador a Juan lo que para él no era sorpresa, pues como buen madrugador despierta a tiempo.

El autor se presenta el a Juan y a nosotros donde a bordo de la imaginación sin equipaje solo con la buena disposición se van de excursión imaginaria mirando el cielo donde el manto de una nube nos envuelva conquistando el pensamiento. Antes de salir leía completa o incompleto un capitulo.

Juan luego de leer la biblia se quedo paralizado por un rato, y al verlo su esposa le pregunta ¿Qué pasa Juan? Ponte a desayunar, este le contesto es que me quede pensando.

La esposa se quedo intranquila al ver el poco desayuno que ingirió Juan.

Juan le dijo que se sentía con gripe, donde ella le dio una pastilla, además le sugirió que se quedara en casa, donde Juan se levanto de su silla a arreglarse para marchar.

A la salida de la casa Juan se despidió de sus hijos y de su esposa. La esposa atenta a Juan le dijo ¿A dónde vas tan desaliñado? En chancla, con la camisa abierta y sin el carnet etc, este le contesto es que estoy distraído.

Juan dime qué te pasa, ya te dije es que parece que me va a dar gripe aunque hoy me siento distinto, es algo difícil de explicar que me genera preocupación.

Su esposa al irse le dijo vete tranquilo que Dios no desampara sus hijos, el nos protege y en el debemos poner nuestra fe.

A la salida Juan les dijo me voy cuídense mucho, tengan precaución, no salgan de la casa si no es necesario, regresare a la hora de siempre, la esposa al ver su semblante le dijo: que Dios te acompañe, cuídate sabes que tu familia te espera.

Capítulo II.

En el agitado paisaje urbano cada uno se mueve apurado:

Como de costumbre Juan se dirigió a su trabajo abordando en su parada de siempre, en vez de su acostumbrado autobús OMSA, otra que ofrecía un servicio más económico, la misma en el transcurso del camino iba tan llena que el llamado cobrador tenía un pie dentro y otro fuera, al mismo tiempo que le daba golpes y porrazos a la guagua.

Juan se queda en la feria el mismo apurando el paso llega a la jardinería del palacio del ayuntamiento. Llego, entro, saludo a sus compañeros como de costumbre los mismos observaron algo extraño en el, como su modo de hablar, su caminar y semblante de hombre cansado.

Su ánimo de cansancio fue poco duradero, de inmediato busco su herramienta y se dedico a sus labores cotidianas, mientras trabajaba hacia el tic-tac con su tijera y con sus labios el silbido.

El autor define a Juan como un probado hombre de trabajo, buscando siempre el sustento de su familia, no sabía de nada pero sabía de todo un chin, en los días libre no se dejaba atrapar por el ocio, cuando no estaba recortando personas, estaba arreglando zapatos.

Juan decía: yo descanso trabajando y solo me canso de estar sentado sin hacer nada.

Como dijo Antonio Melo: ‘’Feliz el hombre que todo lo bueno le inspira’’.

Ese día Juan dejo sus herramientas tiradas en el suelo cosa inusual en el, aquí confirme que Juan no era el mismo, estaba muy raro. Entre tanto invite a un grupo para seguir a Juan, luego de alcanzarlo empezaron a hablar de un amigo acabado de conocer como si no se tratase de él para disimular.

Capítulo III.

Rebuscando entre amontonados recuerdos:

Juan se dirigió hacia el Estadio Quisqueya bien temprano para no pagar entrada, ya que se consiguió una chiripita para recoger desperdicios ante, durante y después de un gran partido de pelota y así rendir el sustento de su familia.

Al termino del partido terminado 1-0 Juan entre el movimiento de su escoba para suerte de él se encuentra una gorra y que casualidad porque no sabía cómo dejo caer de entre sus manos la que llevaba puesta al quitársela para limpiarse el sudor cuando se dirigía al estadio.

Al terminar su faena, con hambre y sed, Juan quiere llegar rápido a su casa pero el semáforo no lo deja y el agente de tránsito recostado a la sombra de un árbol por la fuerte temperatura no atiende lo suyo. Juan ahora no es el momento, espera, detente, hazme caso, ‘’soy tu conciencia, tu ángel de la guarda’’ no muevas un paso más, eres testarudo no me haces caso.

Capítulo IV.

En engañosa ilusión todo parece despejado:

Juan moviéndose como un sonámbulo cruzo la calle y de repente en un fuerte ruido un golpe pum.

Luego muchedumbres, bocinas sonando, malas palabras, todos quieren ver al mismo tiempo, mientras que nadie dice nada, nadie vio, solo culpan al viejito del carro azul y otros quieren pasar sin ninguna compasión.

Señores un sí o un no puede cambiar toda nuestra existencia. Entre comentarios algunos dicen: Si se salva de esa lo cuida un santo. Pero dice Baltasar Gracián: Ni todos los que ven tienen los ojos abiertos, ni todos los que miran ven.

Dice Jesús: El que tenga ojos para ver que vea. Hay que estar preparado porque dice Galder: Es un soplo la vida.

Capítulo V.

Hacemos lo que queremos, nos acercamos a lo que no debemos:

Tal y como dice esta novela en este capítulo hay personas que cogen las cosas suaves como haciéndose el muerto para que alguien lo cargue, debemos tomar la vida en serio, olvidarnos de ser holgazanes esto es lo que debe hacer esta generación, pero parece ser que lo único que le motiva es la moda.

En la vida como escuela se enseña y se aprende, no se puede vivir a lo loco como se dice: Sálvese quien pueda, no quieren ver lo que en realidad deben ver.

Personas en tumultos mirando a Juan tirado (unas mujeres en su búsqueda, otros en pillaje) pero al final solo mirar y mirar.

Entre tanto un famoso periodista desde un edificio gubernamental ni siquiera se digno en bajar a ver lo que pasaba, solo le intereso la noticia para su periódico y desde su oficina busco su cámara capto la foto y comento el hecho.

Hay que buscar el bien, trabajar no dejarse alimentar del ocio.

El propósito de nuestra vida es dar, amar, servir y ayudar.

Capítulo VI.

Sabemos mucho y nos equivocamos más:

Tenemos muchos avances en esta época y tenemos mucho tiempo para el chateo, pero no conocemos nuestros vecinos, vivimos puerta con puerta, es que tenemos tantas ocupaciones que ni para ver caer la hermosura de la lluvia tenemos tiempo. No podemos vivir por la vida cometiendo errores, debemos saber lo que hacemos y como actuamos para no seguir tropezando la misma piedra.

Para crecer como persona debemos reconocer nuestros errores. Juan hasta este capítulo todavía no ha sido levantado del pavimento, parece ser que hay pocos samaritanos, pero hay la serenidad y la calma son virtudes ausentes en la conducta del hombre moderno.

Las personas en estos casos casi en su totalidad, solo les interesa pendenciar como se dice en el argot popular, sin importarle ni preocuparle lo sucedido para nada.

Capítulo VII.

De este modo andamos por los caminos de la vida:

Al fin Juan tirado en el ardiente pavimento entre tantos pendencieros (uno de ellos el agente que regularizaba el transito), paso alguien y dijo: recojan a este hombre de aquí, hay que ayudarlo aun puede estar vivo, entonces fue cuando el militar ordeno detener un taxi pollito, levantaron el cuerpo con destino al Darío Contreras, junto al taxista se monto en la parte delantera un señor lo cual se pensaba que iba en son de ayuda y resulto que este individuo lo que quería era una bola para ahorrarse el pasaje, aprovechando la situación del estado de Juan- Bárbaro.

Capítulo VIII.

René de los capitos:

El buen hombre que acompaño a Juan al hospital quien permanece su lado mientras lo atendían, pero fue detenido en este instituto llevándolo una enfermedad la que viéndolo muy ansioso y atacado por la preocupación tocándole con suavidad el hombro para calmarle le dijo:

Tranquilo señor espere afuera por favor. Aquí nosotros nos encargamos y cualquier cosa yo mismo salgo para avisarle.

El buen hombre contesto diciendo a la enfermera: está bien disculpe es la mortificación que pone a uno así.

En este centro de referencia nacional que reciben a pacientes de todas partes del país, hasta ahora todo había sido tranquilo sin mayores novedades.

Ahora con la llegada de Juan todo era diferente, el caso era distinto, a simple vista se apreciaba la gravedad del cuarto, un hombre desvalido, examine con pérdida absoluta del conocimiento, levemente a reaccionar ante los estímulos con la cabeza bañada en sangre, de casi imperceptibles signos vitales.

Este era un caso grave que parecía ser primera víctima de jornada, una situación de extrema delicadeza,

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