Los Incas, Informe
juniorykaty8 de Diciembre de 2013
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El incario: territorio, extensión y población
El tercer y último de los estilos ampliamente difundidos por el área andina, fue el Inca. Su enorme expansión territorial está comprobada, también en un plano histórico. Los invasores europeos hallaron en el siglo XVI, un imperio con estructura política, social y religiosa definida, que se extendía por todo el Perú (exceptuando la hoya amazónica) Ecuador, Bolivia, el Noreste argentino y las zonas septentrional y central en Chile. El centro y punto de partida de esta expansión fue el Cusco, el “pupu” u ombligo del mundo, como pintorescamente lo califica Garcilaso.
El Imperio Inca tuvo como eje a la cordillera de los Andes. Sus límites en el período de máxima expansión fueron:
• por el norte, hasta el río Ancasmayo (Colombia),
• por el sur, hasta el río Maule (Chile),
• por el este, hasta la ceja de selva de Bolivia, y
• por el oeste, el Océano Pacífico.
De acuerdo con el principio dual andino de dividir las cosas en una parte Hanan (arriba) y otra Hurin (abajo), y teniendo como eje principal la ciudad del Cusco, el Imperio Inca o Tahuantinsuyo («las cuatro partes del mundo») se dividía en cuatro suyos o sectores: I) Chinchaysuyo (al noroeste del Cusco), que comprendía a todos los reinos yungas, II) Collasuyo (al sureste del Cusco), que incluía el territorio de los reinos del altiplano, III) Antisuyo (al norte y al este del Cusco), compuesto por todos los grupos antis de la Amazonía andina, y IV) Contisuyo (al suroeste del Cusco), cuya base era la ciudad del Cusco.
Cuando el imperio alcanzó su mayor expansión (con el soberano inca Huayna Cápac) tuvo 1´800. 000 km2.
La población incaica oscilaba aproximadamente entre 10 y 12 millones de habitantes, mayormente de raza quechua, aunque también hubo quechuas, aymaras, etc.
Pero se sabe, por la tradición apuntada por los cronistas hispano, que dicho imperio se llamaba originalmente “Tahuantinsuyo”, que quiere decir reunión de cuatro “suyos” o regiones. Estas eran: Antisuyo, Chinchaysuyo, Collasuyo, y Contisuyo. El gran incanista L. E. Valcárcel afirma que “suyo” significa con propiedad “rumbo, dirección, con referencia a los cuatro puntos cardinales y tomando como centro el Cusco”. La idea de “región” es, en todo caso, la consecuencia necesaria a la acepción de “rumbo”.
Mitos sobre el origen de los incas
La principal de las tradiciones históricas y mitológicas de los Incas, remite los orígenes o “pacarina” de estos a “Pacarectampu” (Tamputoco), de donde habrían iniciado su peregrinación los cuatro “huauquis" o hermanos “Ayar”, con sus respectivas hermanas y esposas:
1. Ayar Manco – Mama Ocllo
2. Ayar Uchu (ají) – Mama Rahua
3. Ayar Cachi (sal) – Mama Cura
4. Ayar Auca (enemigo) – Hama Huaco
Se afirma que ella coincide en su simbología con el hecho histórico de las cuatro tribus fundadoras del Cusco incaico 1. Masca, 2. Tampu, 3. Maras, 4. Chilque. Después de diversos percances y luchas había quedado la tribu de los Masca como dominadora, lo que sucede, en la leyenda, justamente con Ayar Manco respecto a sus hermanos.
El otro mito, es más simple e impresionante y, fue por lo mismo, más propagado con mayor predilección entre las tribus conquistadas. Se trata de la difundida leyenda de “Manco Cápac”, enviado por el sol, su padre, para civilizar a los indios. Este se presenta aparentosamente en el lago Titicaca, en unión de su esposa y hermana, “Mama Ocllo Huaco”. Después de pernoctar en Pacarectampu logra, finalmente, luego de varios intentos, hincar su barra de oro en la tierra. Esta señal divina hace q escoja asiento en la ciudad de Huanacauri, en el valle del Cusco. De aquí habría irradiado la civilización y el orden, con las nuevas conquistas con los descendientes de Manco. Esta leyenda va unida a la explicación de la conquista incaica paulatina, comenzada por Manco Cápac.
Estrategias del expansionismo Inca
Las conquistas se llevan a cabo con prudencia; la destrucción y el aniquilamiento solo se practicaban en casos de traición y cuando la “invitación” al vasallaje fracasaba. La anexión de una tribu no significaba la pérdida absoluta de los bienes materiales y espirituales de ésta y el régulo vencido quedaba, en algunos casos, como gran cacique incaico de su propia tribu. Se les invitaba visitar el Cusco para alagarlo y, sus hijos, eran llevados a la ciudad imperial para que aprendiesen la “lengua general” y para “holgarlos y acariciarlos”, según palabras de Garcilaso; es decir, para ganarlos de modo diplomático a su causa.
Los incas, trataban y lograron neutralizar el descontento de la tribu a anexar mediante una serie de medidas, principalmente colmándolos de regalos consistentes en yanas, ropas, joyas, coca, vajilla de oro y plata, tierras, ganado, enviándolos al Cusco para participar en ceremonias de fidelidad a la sapa inca, dándoles una educación proinca. También dándoles esposas cusqueñas, sentándolos lado a lado del sapa inca para que comieran juntos o desplazándose a la misma altura en sus respectivas andas.
El sapa inca en cada etnia anexada tomaba como esposa o esposas a una de las hermanas, o a una de las hijas del rey vencido, y en ciertas oportunidades a la propia reina viuda. Ello tenía su finalidad: generar vínculos de parentesco entre el Cusco y las noblezas regionales, de modo que los vástagos habidos en esa forma, como hijos del sapa inca y nietos del rey vencido pudieran convertirse en los eslabones idóneos de la unión de paz entre el imperio y la etnia o curacazgo.
Otra táctica para debilitar al curaca vencido consistía en capturar a la huaca o ídolo del dios principal del señorío o reino, transportándolo al Cusco para guardarlo en uno de los tantos santuarios de la capital. Como se ve los cusqueños aplicaban diversos mecanismos para contentar y adormecer a las aristocracias regionales o locales.
Organización estatal
Los funcionarios estatales: los apocunas
Había en el país una extraordinaria cantidad de funcionarios, muchos permanentes y otros elegidos o nombrados temporalmente. Existían ministrantes para controlar todo: puentes, caminos, tambos talleres diversos. Funcionaban mensajeros, informadores, inspectores, gobernadores para asegura la marcha y articulación del Estado, etc. En realidad vigilaban todo, convirtiendo a los curacas en instrumentos al servicio de los intereses del poder central.
En primer lugar, el mismo sapa inca designaba a cuatro hombres de su entera confianza como consultores para cualquier decisión de importancia. Permanecían cerca del soberano para asistirle sin interrupciones. Llevaban el nombre de apocunas, y cada cual representaba a un suyo del imperio; por eso sumaban cuatro. No eran cargos hereditarios; pero siempre personas de la alta nobleza y excepcionalmente de la aristocracia regional, eran acreedoras a tal puesto por su inteligencia, sagacidad, prudencia, valor y fidelidad al estado.
Los apocunas tenían bajo su dependencia a habilidosos quipucamayos, para guardar en sus nudos el registro de todo lo que podían conservar en sus cuerdas de algodón, pelo de camélidos y otras fibras. A cargo de los apocunas corrían las causas de desacato cometidos por curacas y tucricuts (gobernadores). El sapa inca era la única instancia superior a los apocunas. Se desplazaban en andas.
Los tucricuts
Los tocricuts o tocricuts o gobernadores del sapa inca en cada huamani (provincia) constituían los delegados o agentes del poder que seguían en importancia a los apocunas.
Los tocricuts representaban al soberano en las etnias, teniendo bajo su competencia la jurisdicción civil, penal, militar, económica y administrativa. Inspeccionaban, vigilaban, fiscalizaban y resolvían todo. De manera que a cargo de ellos corría la apertura, construcción, funcionamiento y conservación de caminos, puentes, tambos, colcas, chasquis, mitas, y censos de recursos naturales y de población, e inclusive el de casar legalmente a los contrayentes de su jurisdicción.
Los tocricuts solo consultaban y elevaban sus informes al apocunas o aposuyo respectivo; y al sapa inca cuando las circunstancias lo aconsejaban. No era empleo hereditario sino designado por el supremo poder, previa consulta a los apocunas. Inspeccionaban sus jurisdicciones sin ocasionar gastos s los runas, quienes no tenían por qué recepcionarles con fiestas en honor suyo. Se los mantenía y vestía con los productos estatales almacenados en las colcas. No desempeñaban la plaza de por vida ni la ejercían por mucho tiempo en una sola demarcación; pero si podían pasar de una huamani a otra a ejercer el mismo cargo. Para prever los abusos y errores generados por la amplitud de poderes, periódicamente se les sometía a control, única vía para garantizar el orden incaico impuesto a las etnias subordinadas del Cusco.
Su competencia y jurisdicción, tenía límites. En cuanto a las faltas graves cometidas por los curacas, solo informaban a los apocunas para que el sapa inca decidiera. Tales autoridades y jueces provinciales iban una vez por año al Cusco, en el mes de capac-raimi (diciembre) a dar cuenta de sus gestiones y a saludar al sapa inca.
Los tucricuts, en sus sedes locales o llactas vivían como pequeños incas: lucían magnifica ropa, residían en buenos aposentos con servidumbre y varias esposas; practicaban la redistribución de bienes y se les llevaba de un lugar a otro en andas. Al teniente del tucricut se le decía Michoc.
Las jefaturas nativas
La frondosa administración o burocracia estatal en ningún momento prescindió
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