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Los móviles De La Educación

licass18 de Mayo de 2015

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“LA LIBERTAD BIEN REGULADA”

Se han probado todos los instrumentos, menos uno, precisamente el único que puede triunfar, la libertad bien regulada.

Libertad física, ante todas las cosas. Juegos y diversiones para los infantes, “ninguna especie de castigo”.

Que el niño pueda disipar sus fuerzas en actividades que le servirán de otras tantas experiencias educativas, sin dejar de ser juegos. Nada de juguetes costosos, nada de máquinas científicas, sino la necesidad pura, y la libertad de usa a su antojo de ella.

Dejar que el niño se desarrolle según la naturaleza que lo hace todo bien, que aprenda por sí solo, sin correcciones, será más despierto y más inteligente que si se hubiera pretendido forzar a la naturaleza.

Se le debe dejar que experimente y descubra por su cuenta, que experimente la necesidad de las cosas.

Su libertad no debe ser, pues, una licencia, sino una disciplina.

¿Se pretende que permanezca amorfo, inerte, falto de incitación adulta? Tal temor equivaldría a desconocer totalmente la naturaleza humana. Lo que distingue al hombre del animal, la razón de su grandeza.

Dejémosle que se haga así propio, en vez de pretender formarlo.

“LOS MÓVILES DE LA EDUCACIÓN EN LA INFANCIA”

Cada edad tiene sus características propias, tiene también sus “deberes” y sus móviles.

“A cada edad corresponde, un tipo propio de educación”.

1). Indudablemente “cada edad, cada estado de la vida tiene su perfección conveniente, una especie de madurez que le es propia”; pero cada edad se prolonga también en la siguiente hasta la realización final de la vocación humana; existe pues una indispensable continuidad de la educación.

La educación carecería de sentido si sus frutos se desvanecieran incesantemente.

El hombre es siempre el mismo, y son siempre los impulsos originales más o menos transformados, los que obran en él.

Los preceptores nos equivocamos y sobre todo los padres; suponen que una manera de vivir excluye a otra y que tan pronto como se es adulto, debe renunciarse a todo cuanto se hacía siendo chico, si fuera así ¿De que serviría desvivirse por la infancia ya que el buen o mal uso que se hiciera de la misma se desvanecería con ella?

2). La obra maestra de la educación es hacer un hombre razonable. Ante todo es necesario aprender a pensar.

“Pensar es un arte que se aprende como todos los demás”.

Preparemos pues las subestructuras del pensamiento.

Durante un largo tiempo el niño carece de memoria y no puede rebasar el instante presente. Por lo tanto apelaremos a su interés inmediato y sensible. Y este interés nace de la única pasión natural en el hombre, que es el amor de sí mismo.

Hasta los doce años más o menos es el interés lo que guía al niño.

Es preciso impedir que el niño ceda a necesidades creadas por la fantasía, es preciso mantenerlo en el círculo de las necesidades naturales.

Transformar el medio ambiente del niño en un mundo físico, por consiguiente nada de lecciones, nada de castigos.

Que no conozca más castigos que la consecuencia natural de su acción.

3). El pensamiento comienza por las sensaciones; estas al combinarse, crean primero una “razón sensitiva”, ideas, y luego, mediante la combinación de ideas, producen la razón intelectual, que es la verdadera razón humana.

Si la razón sensitiva aparece progresivamente en el puer (antes de la adolescencia), la razón verdadera no aparece antes de los quine años.

“LA EDAD DE LA RAZÓN”

Ejercitar los sentidos… es aprender a juzgar bien por medio de ellos.

Es en vano exigirles que se apliquen a cosas de las que se les dice vagamente que son por su bien, sin que sepan en qué consiste ese

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