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MI CENTENARIA REVOLUCIÓN.


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2013  •  3.397 Palabras (14 Páginas)  •  289 Visitas

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MI CENTENARIA

REVOLUCION

2010

Ensayo

Rita Ycela Torres Covarrubias

“Un millón de mexicanos”, “si, un millón de mexicanos murieron en los 10 años que duró la revuelta armada de la revolución mexicana” Los ojos de los jóvenes y adultos del círculo de estudios mostraron asombro; pero una joven señora recién alfabetizada fue la más impresionada; enseguida preguntó: ¿eso fue una guerra, “de´sas” donde unos se matan con otros a los que ni conocen? Un señor desempleado preguntó; ¿porqué se hacen las guerras?, ¿son necesarias? …

Así fue como esa empezó el intercambio de opiniones sobre las guerras, el tema era: “El Centenario de la Revolución Mexicana”; todos abiertamente dieron su opinión y recuperamos los saberes de ese grupo tan heterogéneo de personas ansiosas de saber, de opinar, de encontrar respuestas… ¡cómo aprendí aquella tarde!... ¡cómo reflexionamos juntos sobre mi hermoso y lastimado país!

INTRODUCCIÓN

Pensando en esa tarde, empecé a redactar este ensayo; pues estas personas, que se encuentran en rezago educativo, reflejan que todavía hay cuestiones de justicia pendientes, pues las causas que desencadenaran la lucha revolucionaria, y lanzaran a la lucha a miles de valerosos mexicanos cansados de las desigualdades sociales, políticas y económicas de aquellos tiempos alcanzan todavía a millones de compatriotas, pues nuestra forma de vida ahora, 100 años después, considerando los ideales los caudillos que deseaban un México en que los mexicanos viviéramos felices, en armonía, con igualdad de oportunidades y sobre todo con justicia, todavía no es del todo una realidad.

DESARROLLO

Como lo consigna la historia, en 1910 gobernaba arbitrariamente esta tierra Don Porfirio Díaz, quien se había conservado 30 años en el poder reeligiéndose tramposamente. Si bien, en su largo periodo de gobierno hubo en México mucho progreso: impulsó el avance de los ferrocarriles y los cultivos, esto fue enfocado a los grandes propietarios y terratenientes quienes fueron fortalecidos con el despojo de las tierras de comunidades indígenas y campos despoblados, sometiendo a los pobres campesinos para que trabajaran jornadas inhumanas pagadas con la tristemente célebre tienda de raya, mediante la cual, en lugar de dinero, les daban alimentos y otras cosas que no llegaban a cubrir las mínimas y humanas necesidades de los trabajadores y sus familias. ¿Recuerdan la canción de “El Barzón”?, pues ésta refleja fielmente las condiciones de un campesino de ese tiempo, siempre sujeto a la voluntad del patrón y con una impagable deuda, trabajando la tierra de sol a sol sin que le quedara siquiera maíz para comer. Permitía, por otra parte, la explotación del petróleo y de las minas mexicanas a los extranjeros, pero cuando algunos manifestantes reclamaban, Díaz los reprimía cruelmente utilizando las fuerzas policiacas, por medio de escarmientos y vejaciones que hacían crecer la inconformidad.

Afortunadamente Francisco I. Madero, un hacendado que buscaba llegar al poder, insiste en ir en contra del despojo de tierras de los campesinos y lanza el Plan de San Luis, con en el que se marca el inicio de la Revolución Mexicana de 1910. Este documento contenía el ofrecimiento de la restitución de las tierras y el surgimiento de líderes y fuerzas leales al movimiento, incluyó un importantísimo artículo que afirmaba lo siguiente: "Abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido desalojados de sus terrenos [...] Siendo de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores los terrenos de los que se les despojó de modo tan arbitrario, se declaran sujetas a revisión tales disposiciones y fallos y se les exigirá a los que los adquirieron de un modo tan inmoral, o a sus herederos, que los restituyan a sus primitivos propietarios". Tan solo por este texto, el llamado maderista fue escuchado y se unieron a su causa los seguidores del norte y también se sumaron los indígenas morelenses.

Entonces, las intenciones de Madero eran personales, pero de paso beneficiaban a todos los despojados de sus tierras. Para lograr su propósito contó con el apoyo de valientes patriotas como los hermanos Serdán, en Puebla, donde fueron muertos por la fuerza pública, ya que la policía, el ejército y los rurales, restablecían el orden a sangre y fuego, mientras en el norte del país, la cercanía con Estados Unidos permitía el flujo de pertrechos, mientras que surgían líderes capaces de acaudillar el movimiento, como: Abraham González, ranchero arruinado; Pascual Orozco, simpatizante de la no reelección; Silvestre Terrazas, periodista ideólogo de la lucha; Toribio Ortega, de una colonia militar y desde luego el gran Francisco Villa.

Cuando Madero llegó a la Presidencia, tomó posesión de su cargo el 6 de noviembre de 1911, pero no logró alcanzar un acuerdo con Zapata ni con otros líderes agrarios por su falta de sensibilidad para resolver los problemas sociales, planteados por el campesinado que tenían en él todas sus esperanzas de recuperar sus tierras. El 28 de noviembre, 22 días después de la toma de posesión de Madero, el general Zapata proclamó el Plan de Ayala, Plan libertador de los hijos del Estado de Morelos, afiliados al Ejército Insurgente que defiende el cumplimiento del Plan de San Luis, con las reformas que ha creído conveniente aumentar en beneficio de la Patria Mexicana y en el que se proponía el reparto de tierras y la continuación de la lucha revolucionaria. Pero El Ejército federal, al mando de Prudencio Robles y Victoriano Huerta, reprimió con dureza los levantamientos, estableciendo campos de concentración, quemando aldeas y ejecutando a numerosos campesinos. ¡Qué bárbaro! Que Hitler ni que nada… ¿y saben qué? Ahorita, en 2010 todavía hay campos de concentración, ¿qué donde?... en todas las grandes y pequeñas ciudades existen campos de concentración en sus cinturones de pobreza… ahí se concentra la gente más necesitada, más desvalida y más vulnerable… es a esa humilde gente a la que le llegan todas las desgracias, inundaciones, deslaves, sequías, infecciones, cómo que para ellas la revolución no ha dado frutos, pues llevan una vida miserable de explotación y carencia de lo mas indispensable.

Continuando con la reflexión recordamos que el Pacto de la Ciudadela o pacto de la embajada fue un documento firmado por Félix Díaz y Victoriano Huerta el 9 de

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