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Marx, Engels y el materialismo histórico.


Enviado por   •  31 de Octubre de 2016  •  Apuntes  •  2.107 Palabras (9 Páginas)  •  719 Visitas

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HISTORIA SOCIAL GENERAL

Universidad Nacional de La Plata

Facultad de Bellas Artes

Guía de lectura del Trabajo Práctico Nº 3

Autor: Paul Blackledge

Texto: “Marx, Engels y el materialismo histórico”, capítulo 2 de Reflections on the Marxist Theory of History, Manchester Press, 2006.  

Esta introducción se extenderá más de lo habitual con la esperanza de allanarles la lectura de un texto que presenta distintas dificultades.

¿Por qué es difícil el texto de Blackledge? Por un lado, porque se sitúa dentro de un debate que la gran mayoría seguramente desconoce. Volveremos luego sobre este punto. Por el otro, porque el autor se embarca en discusiones filológicas: esto es, en la crítica pormenorizada de los textos de Marx y Engels. Así, la lectura se detiene aquí y allá en precisiones que para nuestros objetivos inmediatos no tienen importancia alguna: “Marx ya decía esto en tal año...”; “Engels cambia de posición en tal obra...”; “en una carta de 1857 a un tal señor Fulano, se afirmaba que...”. Pueden estar tranquilos; no es la memorización de estos detalles lo que cuenta.

Recapitulemos. Ya hemos tenido la oportunidad de leer a Marx y de comenzar a familiarizarnos con sus categorías analíticas: modos de producción, fuerzas productivas, relaciones de producción, clase social, burguesía, proletariado, luchas de clases, etc. Y también pudimos tomar contacto directo con un modo de explicación que privilegia, como punto de partida del análisis social, al contexto material en que los hombres y mujeres actúan: las relaciones sociales que establecen para producir y satisfacer las necesidades humanas; los avances sociales y tecnológicos que se desarrollan para tal fin; la división de la humanidad en clases sociales antagónicas; las condiciones materiales de vida de los grupos subordinados; la desigual distribución de la riqueza; etc. El objetivo de es continuar por el mismo camino, profundizando y discutiendo esta dimensión del pensamiento de Marx y Engels.

Hemos señalado que las dificultades que presenta la comprensión del texto provienen, en parte, de que se inserta en un debate más amplio. ¿Qué debate? Muchos críticos afirman que Marx, Engels y quienes los secundaron, en el afán de combatir lo que consideraban como explicaciones idealistas del curso general de la historia, terminaron absolutizando como factor determinante de cualquier otra manifestación humana a los fenómenos económicos o al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas (y muchas veces, simplemente, al ritmo del cambio tecnológico). De este modo, el marxismo habría subestimado el papel del hombre y de sus polifacéticas motivaciones, esto es, el papel de la acción humana en la historia. Pero ¿cuál es el significado de esta crítica? ¿Y cómo se relaciona el texto de Blackledge con ella? Vayamos por partes.

Para comenzar: ¿qué es una explicación idealista desde la óptica marxista? A mediados del siglo XIX, cuando comienza a desarrollar su obra Marx, los idealistas más extremos explicaban el desarrollo de la historia como el fruto de los designios de Dios, es decir de una fuerza supra-terrenal, o de un valor o ideal abstracto y trans-histórico, por ejemplo, el desarrollo de la libertad. Un equivalente contemporáneo podríamos encontrarlo en quienes ven en la universalización de los ideales de la democracia occidental el hilo conductor de la historia. Pero una versión más suavizada del idealismo la encarnaban, y la encarnan, también según el marxismo, quienes explican el curso de la historia concentrándose pura y exclusivamente en las motivaciones religiosas, políticas o ideológicas que animan las luchas sociales.

Lo que afirman los críticos, es que Marx, Engels y sus seguidores, habrían cometido el pecado de reemplazar estas versiones idealistas de la causalidad histórica por otras de tipo determinista (o reduccionista), en las que las acciones humanas son simples reflejos, más o menos transparentes, de otros niveles analíticos, básicamente, de la estructura económica o del grado de desarrollo de las fuerzas productivas.  

¿En qué consisten las versiones deterministas ofrecidas por el marxismo? Por un lado, nos encontramos con las diversas cepas de ‘reduccionismo económico’ o ‘economicismo’: por ejemplo, cuando se explica todo lo que acontece en otras esferas de la vida social como una respuesta funcional a las necesidades de la acumulación del capital, es decir, de la esfera económica; o cuando siempre se encuentran motivaciones exclusivamente económicas detrás de la acción de los distintos grupos sociales; o cuando mediante la distinción entre una base (económica) y una superestructura (jurídico, política, ideológica y cultural), se otorga una indiscutible prioridad explicativa en todo momento y circunstancia a la primera por sobre la segunda; o cuando se cree descubrir en esta base (económica) la clave excluyente de la evolución de las formas que adoptan las ideologías, las instituciones o las diversas expresiones culturales y artísticas. Por el otro, nos encontramos con el ‘determinismo de las fuerzas productivas’ (una versión, que generalmente simplifica la noción de ‘fuerzas productivas’ a la que iguala a ‘los medios de producción’), para el cuál el desarrollo de las fuerzas productivas al entrar en contradicción con las relaciones sociales de producción tiende a provocar su derrumbamiento, promoviendo así el cambio social.

Efectivamente, es posible encontrar montones de escritores marxistas cuyas obras se ajustan a alguno de estos modelos, en los cuales, de un modo u otro, se degrada el rol que juega la acción humana en el desarrollo de la historia. ¿Pero cómo se relaciona esto con el texto de Blackledge? ¿Por qué decimos que su texto se inserta en este debate? Porque en la sección introductoria del capítulo, descubrimos que similares discusiones se han trasladado al interior del campo marxista. ¿De qué manera? Pues bien: muchos autores marxistas argumentan que en la obra de Marx es posible encontrar sustento para este tipo de interpretaciones deterministas del marxismo, pero también para interpretaciones humanistas que ponen a la acción humana en el centro de la explicación (y para las cuales es la lucha de clases el motor del desarrollo). Y algunos incluso afirman que es posible identificar etapas precisas en la vida de Marx que se corresponden con una u otra posición: un Marx humanista en su juventud, un Marx determinista en su vejez. Como corolario de esta disyuntiva, distintos autores marxistas desarrollaron versiones opuestas de la teoría de la historia de Marx sentando las bases de un interminable debate entre ‘deterministas’ y ‘humanistas’. Blackledge no acepta estos argumentos y se dedica a lo largo del capítulo a negar que pueda establecerse una diferencia entre el joven y el viejo Marx, y a presentar cuál es, en su opinión, el verdadero sentido de la teoría de la historia de Marx y Engels.

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