Medicina Mágica

El concepto mágico de la enfermedad es quizá la forma más primitiva de cualquier idea etiológica y su carácter principal es el antropomorfismo. Aquí la causa de la enfermedad es la acción patógena directa del destino o de un brujo sobre la víctima, sin la participación de otros elementos. De hecho, en este concepto de la enfermedad nunca se señalan o describen otros mecanismos de acción patógena, quizá la distinción entre causa y mecanismo de los fenómenos representa un nivel de complejidad intelectual superior al concepto mágico de la enfermedad. El brujo causa enfermedad a través de su brujería, obviamente basada en poderes sobrenaturales, pero también puede aliviar o hacer desaparecer la enfermedad a través de los mismos poderes. La correlación entre causa y efecto es suficiente; y las preguntas sobre el mecanismo no se hacen. Sin embargo, cuando surgen preguntas, las respuestas permiten distinguir entre diferentes formas de magia. A varias de estas formas el libro Las Curanderas de Zapotlán el Grande, Jalisco, escrito por la Doctora Enriqueta Valdez Curiel, nos introduce poco a poco. En él se describe la relación curandera/paciente, desde las distintas etapas, tales como la histórica, el nivel cultural de los participantes, el estado emocional del enfermo y sus familiares, la gravedad del padecimiento, las facilidades terapéuticas, etc. Esto nos hace reflexionar sobre el contraste en las funciones que desempeña el médico científico y el tradicional; ilustra la forma distinta como la sociedad moderna y la tradicional conciben el fenómeno de la salud-enfermedad.

Este libro nos presenta a la médico primitiva, popular o tradicional a la que se aplican despectivamente las expresiones de yerbera, bruja o curandera, y muchas otras más que, en todos los casos, tienen una carga emocional que hace ostensible el repudio que la sociedad manifiesta por ellas. Tal vez el término más adecuado para designar a estas practicantes de la medicina popular sería el de Shamán, pero en ocasiones los rasgos que lo caracterizan no se dan en la práctica corriente. En este trabajo se hace caso omiso del carácter peyorativo de las designaciones que anteceden a la curandera, y se les ve y se les trata como a médicas tradicionales. En un momento dado, la lectura nos obliga a hacer un alto para recordar y comparar el adiestramiento del médico científico que se realiza en instituciones formales, donde recibe enseñanza teórica y práctica que le permite adquirir una gran capacidad técnica en el campo específico de sus actividades. Ese adiestramiento se limita al conocimiento de la salud y sus trastornos, y el médico científico queda autorizado por ello para opinar y actuar exclusivamente en lo que concierne a los conocimientos y habilidades adquiridas, y no en los restantes campos de actividad característicos de la sociedad en que vive. La enseñanza que recibe el médico moderno no sólo es formal sino fundamentalmente racional, es decir, se basa en la experiencia y en las observaciones racionales sin que intervengan para el caso ningún otro factor añadido.

El médico tradicional, contrariamente, adquiere su competencia, apoyando su concepción y tratamiento de las enfermedades en la revelación. Esto es, mediante la transmisión que un ser sobrenatural ¬que puede ser un dios, un santo o alguna otra fuerza mística-, le hace de sus

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