Misiones jesuiticas - influencia urbanismo
Valeria MarcosInforme7 de Septiembre de 2021
4.269 Palabras (18 Páginas)121 Visitas
- Breve introducción histórica
Para poder comprender los motivos que llevaron a los misioneros jesuitas a misionar en América, es menester ir hacia atrás en los registros históricos y ver el estado en que se encontraba España a fines del siglo XV.
En el año 1492, y tras ocho siglos de dominio musulmán, la península fue reconquistada por parte de los Reyes Católicos. Es lógico que en el hecho de haber pasado tanto tiempo bajo el control sarraceno, existiese algún tipo de impregnación por parte de la cultura dominante para con la subordinada.
“Esta aventura de la conquista fue una prolongación, por otra parte, del estado militar en que dejó a España la guerra con el moro (…)”.[1]
La prueba innegable de dicha impregnación, recae en el hecho de que en el mismo año en que España fue reconquistada, Cristóbal Colón partió hacia las Indias.
Intentando no caer en un reduccionismo absoluto, pero sí entendiendo la necesidad de acotar la información para su posterior comprensión, resulta factible dividir a los actores sociales participantes en el juego de la conquista en cinco grandes grupos: los guaraníes y los jesuitas, como protagonistas indiscutibles en la orientación elegida para la presente investigación; la corona española, como inversionista y posterior ente determinante en la disolución del trabajo jesuita en América, y los colonos españoles y portugueses, que en algún momento de la historia supieron aliarse para dar forma al conjunto conocido como los bandeirantes, para ir en contra de una serie de ordenanzas que sustituían las encomiendas a los españoles por las encomiendas al Rey, yendo directamente en contra de sus intereses y de la necesidad de mano de obra en las haciendas.
La relación entre los guaraníes y los españoles se convirtió rápidamente en un sistema de explotación y aprovechamiento de los indígenas. Se instaló el sistema de mitas – trabajo obligatorio para varones de entre dieciocho y cincuenta años, que implicaba el aprovechamiento de la mano de obra en la construcción de centros administrativos e infraestructura necesaria para las ciudades nuevas, además de la minería, una de las mayores explotaciones que los europeos tuvieron en América-, y encomiendas – impuesto creado tras el descubrimiento de los yacimientos auríferos, con el fin de que los nativos se vieran obligados a entregar una parte del oro extraído a los españoles. A cada encomendero se le otorgaba una cierta cantidad de aborígenes, con el fin de que trabajasen y rindiesen tributo-, como métodos de sometimiento en los que se buscaba obtener fuerza de trabajo y, a su vez, el pago de impuestos como ganancias para la corona.
Así describía la relación Bartolomé de las Casas, fraile dominico conocido por haber sido un gran protector de los nativos americanos: “(…) entraron los españoles, como lobos y tigres y leones cruelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte (…), sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las extrañas y nuevas y varias y nunca otras tales vista ni leídas ni oídas maneras de crueldad”. [2]
- Los jesuitas, una organización militar
En el año 1534 fue fundada la compañía de Jesús, una orden religiosa de marcado carácter militar, acorde a la coyuntura que se vivía en Europa en aquel momento.
Según Valdés (1985), la compañía de Jesús nació en la coyuntura turbulenta y apasionada de las guerras entre Francia y el Imperio y de la creciente popularidad de la Reforma de la Iglesia. Fue en buena parte la columna que sostuvo al Papado y al Clero que se hallaban al extremo de la corrupción; sus teólogos fueron los principales actores del Concilio de Trento donde se renovó la iglesia. Por otra parte, los jesuitas se dedicaron con gran éxito a ubicarse al lado de los príncipes y poderosos como confesores. [3]
Generalmente pertenecían a familias aristocráticas, eran estudiosos y hablaban entre tres o cuatro idiomas. Este dato resulta de vital importancia, dado que la calidad de la educación que proponían en Europa fue el motor que llevó a que la cantidad de fieles a la orden fuese en aumento a una gran velocidad.
“Intransigente en el dogma (…), pero flexible en la conducta; adaptable, porque es utilitario y sólo le interesa la consecución de su propósito. Hábil, antes que inspirado, y observador, antes que fervoroso”. [4]
La compañía de Jesús logró comenzar con su oficio recién cuando se los reconoció como orden, en el año 1540. Su principal tarea fue la de educar y promover la evangelización misionera en las escuelas y universidades europeas.
Treinta y cuatro años más tarde, Felipe II los autorizaría a entrar en América.
“(…) y como la conquista religiosa derivaba tan directamente de la guerrera, militar fue el espíritu de la orden que encarnó aquel ideal”. [5]
En el año 1566 llegaron los primeros jesuitas a Lima. Su implicancia principal sería la de la evangelización. Como requisito central para ser enviado a las reducciones, se buscaba que los candidatos llevaran una vida ejemplar, la cual luego podrían transmitir a los nativos americanos, y se planteaba la necesidad de que las capacidades individuales estuvieran en consonancia con el puesto que deberían ocupar en América.
A pesar de que existieron otras órdenes a quienes se les encomendó la tarea de cristianizar a los indígenas, los jesuitas fueron los que alcanzaron mayor éxito debido a sus métodos de evangelización, y a su cercanía a ciertos sectores de poder.
Gracias a ciertas ordenanzas que les fueron cedidas a los jesuitas, contaron con una gran libertad para llevar a cabo su labor. Consiguieron, por ejemplo, no respetar las Leyes de Indias, creando de esta manera una suerte de autogobierno que limitaba el ingreso de colonos, militares y forasteros.
Si bien los Reyes se hacían cargo económicamente de las misiones, y dependían estas, desde un punto de vista político, del Virrey y las gobernaciones, la lejanía a las ciudades administrativas las hacía prácticamente independientes.
- Organización general de las misiones
Citando nuevamente al Fray Bartolomé de las Casas, decía éste sobre los indígenas: “(…) las gentes más delicadas, flacas y tiernas y que menos pueden sufrir trabajos y que más fácil mueren de cualquiera enfermedad (…), menos poseen ni quieren poseer de bienes temporales; y por esto no soberbias, no ambiciosas, no codiciosas”. [6]
Los guaraníes se dividían en grupos reducidos que mantenían una lengua en común, pero no poseían una organización unificadora. En tiempos de guerra, se aliaban, al mejor estilo de las polis griegas, con unos o con otros según los intereses particulares del momento, y volvían luego a su estado inicial de tribus reducidas. Poseían una estrecha relación con la naturaleza, por la cual sentían un gran respeto. La explotación de los recursos la realizaban con total consciencia de los tiempos que las tierras necesitaban para renovarse, por lo que se instalaban en un sitio por dos o tres años, y luego se mudaban hacia otro para permitir la regeneración del suelo.
El sistema misional, que mostraba una cara de educación y ganancia para los nativos, tenía un trasfondo político, económico y demográfico que buscaba reorganizar el territorio conquistado. Su objetivo era el control de la población sujeta a tributación, y la reorganización de las tierras que permitía formar grandes haciendas. Para ello, debían de convencer a la población indígena para que abandonaran sus formas de vida y se mudaran a los asentamientos propuestos por los jesuitas, en donde poseían estos el control fiscal.
Para concretar dicho fin, se reducía a los pueblos aborígenes y se los transformaba a la fe cristiana, con lo que luego, y a través de controlar su creencias, se los podía adoctrinar en las costumbres de la religión.
La presión de los portugueses, que se movían en busca de esclavos, hizo que existiera una gran contigüidad entre los asentamientos. Incluso se buscaban tierras altas, desde donde poder divisar a los vecinos, además de servir de posición centinela ante un inminente ataque. La ubicación de las reducciones, entonces, siguió una estrategia que buscaba cortarle el paso al avance de los colonos portugueses.
Para los jesuitas, vivir en comunidad significaba respetar la ley y la justicia, lo cual requería contar con un centro civilizador. No obstante, los pueblos misionales no eran entendidos como puramente urbanos, y resultaban en una mezcla entre pueblo urbano y pueblo rural.
Los jesuitas se caracterizaron por su pragmatismo y su manera, lenta y firme, de persuasión sin violencia ni imposición.
“(…) Los jesuitas se guiaron por la practicidad adaptando el saber local y las limitaciones técnicas de la zona, a sus conocimientos, disciplina y precisión”. [7]
En el primer impacto que tuvieron, los jesuitas supieron utilizar la estrategia del divide y reinarás, al enfrentar las cuestiones religiosas con las políticas entre los guaraníes: por un lado, los chamanes, encargados del orden religioso, preferían continuar aferrados a las costumbres tradicionales; los caciques, por el contrario, se veían atraídos por la novedad, y tentados por la reafirmación en el poder que los europeos les ofrecían. Encontraban en ellos, además, una visión más secular del poder que les era sobremanera atractiva.
...