Muralismo mexicano
Elba Gabriela González IslasApuntes27 de Abril de 2020
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El muralismo fue un movimiento que surgió como una alternativa en el intento por modernizar y reestructurar al país, en búsqueda de una identidad nacional. (Tras la Revolución)
El origen de esta manifestación artística radica en la exposición de 1910 en la Academia de San Carlos que organizó Gerardo Murillo (conocido mejor como Dr. Atl) que pretendía responder con una perspectiva colmada de nacionalismo a las intenciones de exhibir una pintura española patrocinada por Porfirio Díaz.
Aquí fue donde comenzó el pensamiento que concebía a la figura indígena como una materialización, una alegoría de los valores morales más altos de la raza.
Una raza, que debía comprenderse como una mezcla homogénea en la cual, se encontrara ya inmersa a la parte indígena en la civilización.
Para ello, se valdrían por ejemplo de la técnica del fresco, pues los artistas pretendían incluir parte de la ideología clásica, pues el fresco era percibido como la técnica idónea capaz de manifestar sus ideales ya que involucraba lo público y lo monumental repudiando a la pintura de caballete que se consideraba burguesa y además retrógrada.
Así como en la época del Renacimiento se revelaban los valores universales y espirituales, los muralistas se propusieron a seguir la misma premisa, así como las que proponían las vanguardias europeas, ¡pero! Adaptándolas a las necesidades del contexto de México.
El arte debía abandonar su expresión individualista y aspirar a transformarse en un instrumento de lucha y educación.
Los pintores renacentistas inquirían en la biblia y en su pasado para poder pintar. Los muralistas aspiraban a lo mismo, por lo que a partir de la memoria y la historia del pueblo construyeron su gráfica, cada uno, con sus respectivas influencias.
Rivera, por ejemplo, traía consigo las enseñanzas europeas del cubismo que le añadieron equilibrio, armonía y orden. Orozco por otra parte demostró sus conocimientos expresionistas y Siqueiros manifestó la ambición del movimiento y la fé en la maquinaria que versaba el futurismo.
Lo más importante, desde mi punto de vista, en el legado del muralismo y “Los Tres Grandes” fue la proyección de lo imprescindible que es mantener una identidad entre el pueblo, memoria colectiva que sea palpable y capaz de transmitirnos su poder, ya que sin ella, realmente seríamos seres vacíos sin pasado.
El movimiento muralista genera una visión de un país con pasado, presente y futuro, en el cual, es inherente al mexicano su pasado indígena, para poder entender quién es hoy.
La mexicanidad es una entidad dual conformada por un pasado precolombino y lo que debía ser la recuperación del legado histórico.
Aunque cada uno lo hizo desde su propia perspectiva, las propuestas gráficas son enriquecedoras y fructíferas para la nación.
Diego Rivera, por ejemplo, en su esfuerzo por reiterar nuestras raíces, entendía a las civilizaciones precolombinas como un pasado idílico y utópico y la mujer como una heroína fértil capaz de alimentar al pueblo mexicano.
José Clemente Orozco se propuso a demostrar que la guerra era una especie de catarsis o purificación, pues era la única capaz de hacer que la tecnología se perfeccionara mientras que David Alfaro Siqueiros buscaba reiterar la gráfica azteca y olmeca evidente en lo monumental de sus obras y en los rasgos de sus personajes.
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