Naciones Y Nacionalidad
perliitta6 de Septiembre de 2013
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El estado moderno característico
Constituía una novedad por diversas razones. Era definido como un territorio (preferiblemente continuo e ininterrumpido) sobre la totalidad de cuyos habitantes gobernaba, y que fronteras o límites lo separaban de otros territorios parecidos.
Políticamente gobernaba y administraba a estos habitantes de modo directo. Imponían sistemas administrativos e institucionales leyes en todo su territorio, aunque después de las revoluciones, no intentó imponer los mismos sistemas religiosos o seculares e ideológicos.
Se dio cuenta que debía tomar nota de la opinión de sus súbditos o ciudadanos, porque sus sistemas políticos les daban voz por medio de diversas clases de representantes elegidos— y porque el estado necesitaba su consentimiento práctico o su actividad por ejemplo en calidad de contribuyentes o de reclutas en potencia. En pocas palabras, el estado gobernaba a un «pueblo» definido territorialmente y lo hacía en calidad de suprema agencia «nacional» de gobierno sobre su territorio, y sus agentes llegaban cada vez más hasta el más humilde de los habitantes de sus pueblos más pequeños.
Durante el siglo xix estas intervenciones se hicieron tan universales y
tan normales en los estados modernos. Con el estado nacional y sus agentes: por medio del cartero, el policía o donde éstos fueran propiedad del estado; por no
citar las guarniciones de soldados y las bandas militares, que eran todavía
más audibles. De forma creciente, el estado recopilaba datos sobre sus súbditos y ciudadanos, mediante los censos periódicos (que no se generalizaron hasta mediados del siglo xix), la asistencia teóricamente obligatoria a la escuela primaria y, según el país, el servicio militar obligatorio.
El gobierno y el súbdito o ciudadano se veían vinculados inevitablemente por lazos cotidianos como nunca antes había ocurrido. Y las revoluciones en el campo del transporte y las comunicaciones tipificadas por el ferrocarril y el telégrafo reafirmaron y normalizaron los vínculos entre la autoridad central y sus puestos avanzados más remotos.
Transformación planteaba dos tipos principales de problemas políticos,
En primer lugar, planteaba interrogantes técnico administrativos acerca de la mejor manera de llevar a cabo la nueva forma de gobierno en la cual todos los habitantes se encontraban vinculados directamente al gobierno del estado. De momento esto nos interesa sólo en la medida en que entrañaba la construcción de una máquina de administración e intervención, integrada por un conjunto muy numeroso de agentes, y que suscitaba automáticamente la cuestión de la lengua o las lenguas escritas o incluso habladas para la comunicación dentro del estado, que la aspiración a la alfabetización universal podía convertir en un asunto políticamente delicado.
Señalaremos de paso que en los países respectivos probablemente constituía el mayor conjunto de empleos para los que se exigía saber leer y escribir.
En segundo lugar, planteaba dos problemas que, desde el punto de vista político, eran mucho más delicados: el de la lealtad al estado y al sistema gobernante y el de la identificación con ellos.
la lealtad y la identificación con el estado o bien no se le exigían al hombre corriente o se obtenían por medio de instancias que la edad de las revoluciones desmanteló o rebajó de categoría: por medio de la religión y la jerarquía social, o incluso mediante las autoridades constituidas autónomas que eran inferiores al gobernante último o las comunidades y corporaciones que se gobernaban a sí mismas y formaban como una pantalla entre el subdito y el emperador o rey, dejando a la monarquía libre para representar la virtud y la justicia. Del mismo modo que la lealtad de los niños iba dirigida a sus padres, la de las mujeres a sus hombres, que actuaban «en
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