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Pedro Paramo


Enviado por   •  3 de Junio de 2015  •  1.823 Palabras (8 Páginas)  •  187 Visitas

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Juan Preciado llega a Comala, un pueblo desolado en busca de su padre: Pedro Páramo. Su madre se lo pidió antes de morir: que fuera a pedir lo que le correspondía. En el camino, Abundio, un señor que lo guio hasta Comala y que era sin saberlo también hijo de Pedro Páramo, le enseñó a Juan Preciado la Media Luna, tierra de su padre, y lo injusto de tener el apellido de él y de no haber heredado nada. Abundio le dijo que Pedro Páramo había muerto hacía muchos años, y después le indicó el camino para que llegara a casa de doña Eduviges Dyada, a quien le diría que iba de parte de Abundio. Cuando llegó a esa casa, la señora Dyada lo trató muy bien y le informó que gracias a los avisos de Dolores, la madre de Juan Preciado, había sabido que él iba a hospedarse en su casa. Lo extraño era que su madre ya estaba muerta.

Por otro lado Pedro Páramo evoca en sus pensamientos poéticos y de recuerdos de infante a Susana, mujer de la que se nota enamorado. Una vez su madre duró buen tiempo tratando de que saliera del baño mientras él pensaba en Susana. Esa vez lo mandó su madre a que ayudara a su abuela con el molino, pero estaba roto y no había plata para arreglarlo porque fue gastada en el entierro del abuelo de Pedro Páramo y en diezmos católicos. Tuvieron que sacar fiado el molino, algunas medicinas y otras cosas en casa de Inés Villalpando.

Doña Eduviges le dijo a Juan Preciado que lo tuteaba porque lo sentía como su hijo “No ve que casi sí eres mi hijo”. Le contó que el día del matrimonio de Doña Dolores, la madre de Juan Preciado, con Pedro Páramo, Dolores le pidió que se acostara con su esposo porque según Saltaperico, el mismo Inocencio Osorio, el conocido como provocador de sueños que abusaba de sus poderes para abusar de las mujeres, le había dicho que esa noche era luna brava y que , por lo tanto, no podía unirse a nadie. Entonces doña Eduviges se acostó con Pedro, pero el cansancio hizo que ni siquiera la tocara; solo entrecruzaron las piernas. Un año después nació Juan Preciado del estómago de Dolores.

Doña Eduviges oyó que se acercaba un caballo. Era el caballo de Miguel páramo, hijo de Pedro Páramo. El caballo se sintió siempre culpable por la muerte de su amo. En un atajo para llegar más rápido a Contla, pueblo donde vivía la mujer que Miguel amaba, se cayó del caballo cuando trató de saltar una cerca. Pedro Páramo pidió la compañía de doña Eduviges. Lo enterró el padre Rentería, a pesar de que Miguel Páramo lo hubiese insultado muchas veces, hubiese violado a su sobrina y asesinado a su hermano.

El padre Rentería pensaba en lo que había hecho y sacaba como conclusión que los ricos eran los que le daban de comer. Recapacitaba sobre el hecho de que no le había dado el perdón a doña Eduviges por haberse suicidado.

Por otro lado, Toribio Andrete discute límites de tierra con Pedro Páramo, pero este afirma que la tierra no tiene límites. Fulgor sedano, administrador de Pedro Páramo, intercede por las propiedades, está al tanto de todo lo económico, y le informa a Pedro Páramo que le debe a distintas familias gran cantidad de dinero, y aun más a las Preciado. A partir de esto, convence a Fulgor para que vaya y pida la mano de Dolores Preciado, futura madre de Juan Preciado, para casarse con ella y saldar las deudas de familia. En ese momento Dolores estaba a cargo de las posesiones. Pedro Páramo alababa los ojos de Dolores. Y Fulgor fue a pedir la mano de Dolores Preciado, y ella aceptó aunque pensó que era muy apresurado un matrimonio en dos días, como Pedro Páramo quería, y más en esos días que tenía la menstruación. Sin embargo, aceptó.

Pero quedaban aún deudas pendientes: Toribio Andrete puso límite a su territorio, y Pedro Páramo lo demandó por usufructo:Derecho a disfrutar bienes ajenos con la obligación de conservarlos; robo de propiedades (?).

Por su parte, Juan Preciado fue guiado por Damiana Cisneros, que le contó sobre los ecos del pueblo, de las fiestas y las voces que permanecían. Luego desapareció: como todos, ella también estaba muerta.

Recordando que su madre le había dicho que Comala era el pueblo de los De repente, de repente un mano tocó su hombro, la mano de Donis, un hombre que se acostaba con su hermana y a quienes el obispo no quiso perdonar, como no perdonó a las almas que penaban. La hermana de Donis vio a Juan preciado tiritar mientras dormía, y pensó que de pronto estaba sintiendo lo mismo que ella sentía cuando su hermano la hacía suya. Donis le prometió a Juan Preciado que el día siguiente lo guiaría para que volviera al lugar de donde había venido, pues aparte de quedarse a dormir con la pareja de hermanos, que siempre andaban desnudos, les hizo preguntas de cómo salir de Comala. En realidad Juan Preciado temblaba de miedo y no de enfermo. En un momento en que los hermanos desnudos salieron un poco, entró una señora a llevarse unas mantas. Juan Preciado seguía con miedo: temblaba. Luego Donis se fue en busca de un becerro y su hermana aseguraba que no regresaría. Le dio de comer a Juan Preciado gracias a que intercambió unas sábanas por comida con su hermana.

Y después de ir a dormir con la hermana de Donis, sintió

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