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Porfirio Díaz


Enviado por   •  23 de Mayo de 2015  •  Tesis  •  1.288 Palabras (6 Páginas)  •  207 Visitas

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En las primeras décadas del siglo XIX, la gimnasia, el tiro al blanco, la esgrima, la lucha libre y la acrobacia circense fueron las principales actividades de cultura física, previas al boom deportivo que se produjo durante el porfiriato

La vehemencia con que Porfirio Díaz buscó que la vida diaria de la alta sociedad adquiriera rasgos europeos y las incesantes políticas migratorias provocaron la aparición en México de un amplio espectro de actividades deportivas.

El surgimiento en 1882 del Hipódromo de Peralvillo fue el detonante del desarrollo deportivo nacional, fomentado por la reapertura del capitalino Frontón de San Camilo, la creación de una plaza para jaripeo en la Viga, la constante actividad beisbolera por los rumbos de San Lázaro y la llegada de grandes cargamentos de velocípedos para niños.

Hacia mediados de los años 90 del siglo XIX la explosión del deporte transformó la cotidianidad de mexicanos y extranjeros residentes en el país. En 1895 tuvo lugar la primera pelea de box ante un público masivo entre Billy Clarke y Billy Smith en Pachuca que significó el fin de las ideas puritanas, respaldadas por el gobierno, que concebían al pugilismo como la más baja expresión de la idiosincrasia estadounidense.

La diversificación deportiva y el ensanchamiento de un público interesado en el deporte contribuyeron a que en 1896 apareciera en la capital del país The mexican sportman, la primera gran revista especializada en ese ámbito que haya existido en México.

El 1 de noviembre de 1895 fue inaugurada una pista de patinaje sobre ruedas en la Alameda. No era la primera que se conocía en México, desde 1877 se practicaba el patinaje en el Tívoli del Eliseo, así que casi 20 años después ya se encontraba entre el gusto del público. Para cuidar las buenas costumbres, las mujeres sólo podían patinar, de martes a viernes en un horario que iba de las 10 de la mañana a la 1 de la tarde. El turno de los varones comenzaba a las 4 de la tarde y se extendía hasta la noche.

Los periódicos comenzaron a darle espacio a las noticias deportivas

Otra pista de patinaje que también se ganó el gusto del público se ubicaba en el llamado parque Luna –donde hoy se encuentra el edificio de la Secretaría de Salud junto a Chapultepec-, en la cual lucían sus habilidades los entonces campeones García, Durán, Dávalos y Barreiro. Los empresarios solían organizar competencias de una milla que llegaron a contar con la asistencia de hasta 3000 personas para presenciarlas.

Dentro de los espectáculos sobre ruedas no podían faltar las bicicletas, ni las carreras de automóviles. Desde 1892 se desató la euforia de “andar en bici” por las calles de San Francisco y Plateros (Madero), Corpus Christi (avenida Juárez) y el Paseo de la Reforma. Cuatro años después la capital contaba con 800 bicicletas. Los ciclistas se organizaron en distintas asociaciones y no tardaron en aparecer los anuncios donde se invitaba al público a presenciar carreras en Chapultepec o en el velódromo de La Piedad. Las mujeres también le encontraron gusto a la bicicleta aunque en un principio fue mal vista, se le consideraba una actividad “marimacha” y que no iba acorde con la decencia y las buenas costumbres.

El Hipódromo de Peralvillo se inauguró el 23 de abril de 1882, según lo determinó la sociedad mexicana de carreras, con el fin de que esa diversión se sujetara a las reglas del arte. La incipiente clase media y las clases populares no vieron con buenos ojos este espectáculo, preferían acudir los fines de semana a pueblos como Coyoacán para presenciar las carreras al estilo charro, parejeras principalmente, donde dos jinetes competían a campo abierto.

Las carreras en el hipódromo fueron alentadas por los ricos, por los inversionistas extranjeros, por los hombres de negocios así, entre 1882 y 1910, se construyeron los hipódromos del Peñón, el de Indianilla y el de la Condesa que fue patrocinado por el Jockey Club e inaugurado en octubre de 1910, por el propio don Porfirio, cuando la revolución estaba por presentarse en el escenario nacional.

Sin duda, la moda internacional recorría el México porfiriano. Junto a

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