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RUSIA


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2013  •  Exámen  •  1.021 Palabras (5 Páginas)  •  210 Visitas

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En septiembre, los soldados búlgaros regresaron a su país y proclamaron la república, pero fueron desarmados con ayuda alemana. En octubre, se rompió la monarquía Habsburgo, tras las derrotas en Italia, creándose varios Estados nuevos confiados en que los aliados los preferirían al peligro de revolución. La primera reacción occidental ante el llamamiento bolchevique a los pueblos para hacer la paz (y ante su publicación de los tratados secretos en los que los aliados habían decidido el destino de Europa) fueron los Catorce Puntos de Wilson, en los que se jugaba la carta del nacionalismo contra el internacionalismo de Lenin.

Esta revolución que había derribado todos los regímenes entre Vladivostok y el Rin era una revuelta contra la guerra, y la firma de la paz diluyó gran parte de su carga explosiva. Además, su contenido social era vago, excepto en el caso de los soldados campesinos de los imperios austrohúngaro, zarista y turco, y en los pequeños Estados balcánicos. Para calmar su descontento fue preciso adoptar medidas de reforma agraria incluso en países conservadores como Rumania y Finlandia. La creación de nuevos pequeños Estados, aunque no sirvió para acabar con los conflictos nacionalistas en esos países, frenó el avance de la revolución bolchevique. Naturalmente, ésa era la intención de los aliados negociadores de la paz.

Por otra parte, el impacto de la revolución rusa en la Europa de 1918-1919 era tan evidente que alentaba en Moscú la esperanza de extender la revolución. El imperio alemán era un Estado con una gran estabilidad social y política, donde existía un movimiento obrero fuerte, pero moderado. A diferencia de los imperios zarista, austro-húngaro y turco, o de los atrasados pueblos balcánicos, en Alemania no cabía esperar insurrecciones. La mayoría de los soldados, marineros y obreros revolucionarios alemanes eran tan respetuosos con la ley como los retrataban los chistes que contaban los revolucionarios rusos (“si un cartel prohíbe pisar el césped, los alemanes sublevados tendrán buen cuidado de andar por el camino marcado”).

A pesar de ello, a principios de noviembre, marineros y soldados amotinados en Kiel extendieron la revolución por toda Alemania. El emperador abdicó y se proclamó la república, presidida por un socialdemócrata. Fue sólo una ilusión, que posibilitó la parálisis total, aunque momentánea, del ejército, el Estado y la estructura de poder bajo el impacto de la derrota. Pocos días después, el viejo régimen volvía al poder como república, y ya no sería amenazado seriamente por los socialistas, que ni siquiera obtuvieron la mayoría en las primeras elecciones (los moderados lograron el 38% y los independientes, revo­lucionarios, el 7,5%). Menor aún fue la amenaza del recién creado Partido Comunista, cuyos líderes, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, fueron asesinados por pistoleros del ejército.

No obstante, la revolución alemana confirmó las esperanzas bolcheviques, más aún cuando en 1918 se proclamó en Baviera una efímera república socialista y en la primavera de 1919 se estableció una república soviética, de breve duración, en Munich, capital alemana del arte, la contracultura y la cerveza. Esto coincidió con otro intento bolchevique: la creación de la república soviética

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