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Resumen en la gran llanura alcalina


Enviado por   •  2 de Marzo de 2014  •  Resúmenes  •  1.577 Palabras (7 Páginas)  •  932 Visitas

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RESUMEN

EN LA GRAN LLANURA ALCALINA

En medio del gran continente norteamericano se extiende un desierto árido, de Sierra Nevada a Nebraska y del río Yellowstone en el Norte al Colorado en el Sur. Hay montañas de cúpulas nevadas y tenebrosos valles, ríos veloces y también llanuras interminables. La tierra esta deshabitada. De cuando en cuando se aventuran en ella pawnees o pies negros. El coyote acecha entre los matorrales, el busardo quiebra el aire con su vuelo pesado y el lento oso gris acecha entre los matorrales.

Es cosa cierta que ningun panorama aventaja en lo tétrico. Hasta donde alcanza el ojo se extiende la tierra llana. Cierran la raya extrema los picos nevados de una larga cadena de montañas. De este paisaje está ausente la vida. Por mucho que se afine el oído, no se aprecia siquiera una sombrta de ruido en la soledad inmensa.

Mirando hacia abajo, desde Sierra Blanco se distingue un camino que cruza el desierto. Esta surcado de ruedas de carros y lo han medido las botas de innumerables aventureros. A lo largo de mil quinientas puede seguirse el rastro de la mortífera ruta por los restos dispersos que a su vera han ido dejando quienes sucumbian antes de llegar al final del camino.

Tal era el escenario el 4 de mayo de 1847 a los ojos de cierto solitario viajero. Era de rostro enjunto y macilento, piel avellanada y morena, la barba y el pelo muy crecidos. En la flaqueza del rostro se adivinaba el porqué de ese aspecto decrépito: aquel hombre agonizaba de hambre y sed. Se había abierto trabajosamente camino en el vano propósito de descubrir algún indicio de agua.

Antes de adoptar la posición sedente, había depositado en el suelo el rifle inutil y junto a él un voluminoso fardo al que servía de envoltura un mantón gris. De la envoltura escapó un pequeño gemido, y una carita asustada, de ojos pardos y brillantes, y dos manezuelas gorditas y pecosas, asomaron fuera..

Deshizo el fardo y rescató de él a una hermosa criatura de unos cinco años, cuyos elegantes zapatos y bonito vestido rosa, pregonaban la mno providente de una madre. La niña estaba pálida y delgada.

-¿Te sientes bien? preguntó este.

- Cúrame con un besito. Eso solía hacer mamá. ¿Donde esta mamá?

- No está aquí. Quizá no pase pase mucho timepo antes de que la veas.

- ¡Se ha ido! -dijo la niña- ¡No me ha dicho adiós! ¿no hay agua, ni nada que comer?

- No no hay nada, primor.

¡Recuerdas cuando abandomanmos el río?

-Pensamos que habría otros ríos. Nos hemos quedado sin agua.

- Y no te has podido lavar - atajó la criatura.

-Ni tampoco beber. El primero en irse fué el señor Brender, y después el indio Pete, y luego la señora McGregor, y luego Johnny Hones, y luego, tu madre.

-Entonces mi madre está muerta también -gimió la niña.

- Todos han muerto, menos tu y yo..

Los ojos del hombre permanecián clavados en la línea norte del horizonte, sobre el azul del cielo habían aparecido tres pequeños púntos. Eran los buitres del Oeste, mensajeros idefectibles de la muerte.

Sobre el breve chal, codo con codo, adoptaron la posición orante ambos peregrinos. Estaban la tierna carita de la niña y el rostro anguloso y macilento del hombre vueltos con devoción pareja, mientras las dos voces se fundian en un solo ruego de misericordia y perdón. Lentamente los párpados de deslizaron sobre los ojos fatigados y la cabeza fué hundiéndose en su pecho, hasta, quedar ambos caminante sumidos en identico sueño.

En la remota distancia se insinuó una como nubecilla de polvo , muy tenue al principio y al fin, rotunda y definida. Próximo ya el torbellino de polvo, se insinuaron tras la bruma contornos de carretas, y perfiles de hombres armados. ¡Se trataba de una expedición del Oeste! A través dela llanura se extendía la caravana, compuesta de galeras y carros, hombres a pie y a caballo. innumerables mujeres procedían vacilantes con su equipaje a cuestas, y los niños se afanaban detrás de los vehículos.

A punto se hallaban de reanudar el camino, cuando uno de los más jovenes y perpicaces lanzó un grito, al tiempo que señalaba el escarpado risco. Avanzaban los hombres, con la seguridad y destreza del explorador consumado. El joven que había dado la voz de alarma abría la marcha. De súbito, observaron sus compañeros que echaban los brazos a lo alto.

En la pequeña plataforma, yacía un hombre alto. Enlazada a su cuello había una niña de brazuelos blancos y delicados. La extraña escena tenía lugar ente la mirada de tres solemnes busardos. A la aparición de los recién llegados se descolgaron con sordo batir de alas.

El estrépito despertó a los dos yacentes. Ganado por una incredulidad creciente, se pasó la mano por los ojos. <<Debe ser esto lo que llaman delirio>>.

No les fué difícil a los recién ascendidos acreditar sus condiciones de seres de carne y hueso. Uno de ellos cvogió

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