Revolucion Bolchevique

Revolución Bolchevique. Su realización fue posible por su capacidad para postularse como única solución nueva y fuerte ante la crisis política y social que Italia vivía desde el final de la guerra y para afirmarse como otra alternativa de orden a un régimen liberal y parlamentario desacreditado y en decadencia, ante la amenaza de una futura revolución social que pareció cernirse sobre el país. La conquista del poder estaba claramente a su alcance, en Udine 20 (medio de comunicación italiano) lo cual Mussolini dejo en claro al decir explícitamente que el 20 de septiembre de 1921: ‘Nuestro programa es simple, queremos gobernar Italia’. En efecto, cincuenta mil fascistas realizaron una marcha sobre Roma, una movilización militarizada de todos sus efectivos que convergieron desde distintas localidades sobre la capital y exigir el poder al rey Victor Manuel II, es decir, la formación de un nuevo gobierno. Mussolini llegó al poder como resultado de oscuras combinaciones políticas; Balandra, el líder conservador que había mantenido contactos con Mussolini, aconsejó al rey a que llamara al poder a Mussolini. El rey cedió con presión y nombró a Mussolini como primer ministro, pero 30 de Octubre de 1922, Mussolini aceptaba el cargo que formalmente le proponía el jefe de Estado y asumía la gobernación del país frente a un gobierno de coalición. Ese mismo días, miles de ‘camisas negras’ desfilaban por Roma proclamando el triunfo del fascismo.

El régimen fascista italiano se concretó, primero en una dictadura fundada en la concentración del poder en el líder máximo del partido y de la Nación, en la eliminación violenta y represiva de la oposición y en la supresión de todas las libertades políticas fundamentales; segundo, en una amplia obra de encuadramiento e indoctrinación de la sociedad a través de la propaganda, de la acción cultural, de las movilizaciones ritualizadas de la población y de la integración de ésta en organismos estatales creados a aquel efecto; tercero, en una política económica y social basada en el decidido intervencionismo del Estado en la actividad económica, en una política social protectora y asistencial y en la integración de empresarios y trabajadores en organismos unitarios controlados por el Estado; cuarto, en una política exterior ultra-nacionalista y agresiva, encaminada a afianzar el prestigio internacional de Italia y a reforzar su posición imperial en el Mediterráneo y África. Represento el ascenso de una nueva fuerza de derecha, una derecha abiertamente autoritaria que enfrentó tanto el liberalismo como al socialismo y al comunismo.

El culto al ‘Dulce’, titulo adoptado por Mussolini al llegar al poder, fue parte esencial del Estado Fascista. Una propaganda desaforada a la que se le prestaba bien el histrionismo y la teatralidad del personaje, lo representaba como un ‘super hombre’ de excepcional virilidad e incomparable capacidad de trabajo.

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