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Revolución Belga

AlejoMr19971 de Mayo de 2013

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Revolución belga

En la Revolución belga de 1830 se alzaron los habitantes de las provincias del sur del Reino Unido de los Países Bajos contra la hegemonía de las provincias norteñas, mayoritariamente protestantes. En pocas semanas de agosto y septiembre la rebelión logró la secesión de Flandes y la Valonia y la formación de Bélgica. Sólo parte de Luxemburgo permaneció hasta 1890 en unión personal con el Reino Unido de los Países Bajos.

Del siglo XIV al XVI el norte y el sur estuvieron unidos y compartieron la misma historia, primero como Países Bajos Borgoñones y más tarde como Países Bajos Españoles. Durante la Reforma Protestante y la Guerra de los Ochenta Años lograron la independencia las siete Provincias Unidas de los Países Bajos Holandeses. En 1815, tras el Congreso de Viena norte y sur se unieron de nuevo junto al Principado de Lieja. Las divisiones religiosas, lingüísticas y económicas, que se habían producido durante los aproximadamente 250 años de separación, se pusieron pronto de manifiesto de forma dramática. La consecuencia fue esta revolución burguesa y liberal en el contexto de la Revolución de Julio francesa. El joven estado belga fue reconocido como totalmente independiente en 1839. Durante estos años se forjó un sistema político cuyos fundamentos han permanecido hasta hoy.

Bélgica y los Países Bajos hasta 1815

[editar]Historia conjunta

Los territorios que comprenden los actuales Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, a excepción de la Diócesis de Lieja, estuvieron en la Edad Media unidos cultural y políticamente y pertenecieron desde los siglos XIV/XV hasta el XVI a los Países Bajos Borgoñones, y más tarde a la Circunscripción de Borgoña en el Sacro Imperio Romano Germánico. El Condado de Flandes y el Ducado de Brabante, con sus ciudades (Amberes, Brujas, Gante, Bruselas, Malinas e Ypres) tuvieron un importante papel en la región de los Países Bajos.

En 1464 se reunieron por primera vez los Estados Generales de los Países Bajos en Brujas, y el tribunal supremo se reunió en Malinas. De la Casa de Borgoña pasaron por herencia a la Casa de Habsburgo y experimentaron una época dorada bajo el gobierno del Emperador Carlos V, Tras su abdicación, el mando sobre los Países Bajos Españoles pasó a su hijo Felipe II de España.

[editar]Historia por separado

Las 17 provincias de los Países Bajos y la Diócesis de Lieja (en verde), 1477.

Unión de Utrecht (azul claro), Unión de Arras (amarillo) y Diócesis de Lieja (verde), 1579.

La separación se produjo durante la Reforma. En primer lugar fueron las provincias de habla neerlandesa y buena parte del sur de los Países Bajos Alemanes captadas por el calvinismo. A continuación se desató la Guerra de los Ochenta Años entre España y las regiones autoproclamadas protestantes. Mientras que las provincias valonas reconocieron expresamente en la Unión de Arras estar bajo la soberanía española, los territorios del norte se aliaron en la Unión de Utrecht. En 1581 las provincias del norte se disociaron en la República de los Siete Países Bajos Unidos del control español y del Sacro Imperio, con el que le unían unos débiles lazos.

La caída de Amberes en 1585 marcó un punto de inflexión en la historia de ambos países. El sur permaneció en España y fue recatolizado. Muchos intelectuales, artistas y comerciantes huyeron al norte, donde despuntaba la Edad de oro de los Países Bajos, mientras que las regiones del sur permanecieron bajo la monarquía absolutista de los Austria. Estuvieron bajo el mando de un gobernador que reinaba desde Bruselas. La guerra, casi ininterrumpida, con España se terminó en 1648 con la Paz de Westfalia, que consolidó la separación entre norte y sur. La desembocadura del Escalda quedó en la parte de la Unión, lo que frustró el comercio de Amberes al perder así la comunicación directa con el mar.

Durante los años de la rivalidad entre los Habsburgo y Francia, los Países Bajos Españoles fueron un escenario de guerra habitual y en el Tratado de los Pirineos (1659) y la Guerra de Devolución (1667–1668) importantes plazas, como Lille, Arras, Cambrai y el condado de Artois pasaron al control francés. Tras la Guerra de Sucesión Española y la firma del Tratado de Utrecht, los hasta entonces Países Bajos Españoles fueron adjudicados a los Habsburgo austríacos en 1714 y pasaron a llamarse Países Bajos Austríacos.

[editar]La evolución desde la Revolución francesa

Países Bajos Austríacos y el Principado de Lieja, 1786.1

En 1789 las hostilidades del Ducado de Brabante con el Emperador José II dieron lugar a la Revolución de Brabante, bajo el mando de Hendrik van der Noot y Jan Frans Vonck, que desembocó el 11 de enero de 1790 en la declaración de independencia de los Etats Belgiques Unis (Estados Unidos Belgas). Esta república confederada tuvo una vida corta, pero fue una expresión de las pretensiones de independencia que aparecieron como reacción a las reformas centralistas de José II. En este contexto aparecieron diferentes ideas de «nación belga», que tenían en común el sentimiento de unidad. Este sentimiento no murió con el colapso de la república y junto a otros factores desembocó en la revolución de 1830. Paralelamente a la Revolución de Brabante se produjo la Revolución de Lieja, influida por la Revolución francesa.

Los Países Bajos Austríacos y los del Norte fueron, en el contexto de las aliaron, ocupados en 1794 y 1795 respectivamente por las tropas revolucionarias. Después, como consecuencia del Tratado de Campo Formio formaron parte de Francia durante los siguientes doce años. A largo plazo sería significativo que a pesar de las protestas iniciales de la burguesía contra la asimilación, se fueron afrancesando cultural y lingüísticamente. Los Países Bajos del Norte pasaron a formar tras la independencia de Francia la República Bátava (1795–1806), y después el Reino de Holanda bajo el gobierno del hermano de Napoleón Luis Bonaparte (1806–1810) y finalmente fue integrada en el estado francés. Cuando se impuso en 1810 el Bloqueo Continental contra Inglaterra se desató una crisis económica de la que los Países Bajos no se recuperaron hasta que en 1813 las tropas francesas se retiraron tras la Batalla de Leipzig.

[editar]Reino Unido de los Países Bajos (1815–1830)

[editar]Congreso de Viena

En noviembre de 1813 los políticos de orientación orangistas asumieron el poder público en La Haya y ya en diciembre hicieron príncipe heredero a Guillermo I de los Países Bajos con la condición de tener una constitución. Ya antes de la Batalla de Waterloo en 1815 Gran Bretaña consideró que la forma de mantener su seguridad era mediante un equilibrio de fuerzas entre las potencias continentales. Las otras grandes potencias, Austria, Prusia y Rusia se asociaron para erigir un estado intermedio entre ellas y Francia formado por la antigua República de los Siete Países Bajos Unidos, los antiguos Países Bajos Austriacos (incluyendo Luxemburgo), y Lieja, que pasarían a ser el Reino Unido de los Países Bajos. Al mismo tiempo, los británicos compensaron a los Países Bajos con estas ganancias territoriales por su ocupación de la Colonia del Cabo.

Las esperanzas de los conservadores en Bélgica residían en la restauración del gobierno austriaco, pero como Viena aparentemente no mostró ningún interés, aceptaron la unión de norte y sur en unos Países Bajos unidos. Planes diferentes tenía el líder conservador de la Revolución de Brabante exiliado en Londres, Henri van der Noot, que discutió con representantes de los orangistas. La unión fue aprobada en el Congreso de Viena. La solución de compromiso de formar un estado independiente bajo el gobierno de un príncipe austriaco no recibió la aprobación, porque el estado que se formaría parecía frágil.

[editar]Estado conjunto

El Reino Unido de los Países Bajos (1815–1830). La línea roja marca la frontera posterior entre Bélgica y los Países Bajos.

El nuevo estado no era federal, sino unitario. Esto fue un problema, pues las tensiones entre el norte y el sur afloraron pronto. Los factores principales fueron religiosos y lingüísticos, que se agravaron al aparecer problemas económicos y al no satisfacer las demandas liberales. El desequilibrio se fortaleció porque las regiones del norte eran las dominantes, aunque tenían 2 millones de habitantes frente a los 3,5 del sur. La «holandización» se topó con una doble resistencia: la población flamenca, en particular el clero, rechazaba el calvinismo del norte vehementemente, mientras que la Bélgica francófona no aceptaba la imposición de la lengua neerlandesa. La división entre Bélgica y Holanda era de tal magnitud que la rebelión parecía inevitable. La situación se volvió más tensa con la Revolución de Julio en Francia, que trajo la inquietud de la revolución a toda Europa, y especialmente a sus vecinos francófonos del norte.

El rey Guillermo I reaccionó de manera poco diplomática al estallido de la revolución. El rey estaba influido por las ideas conservadoras de la Restauración, que predominaba también en los gobernantes de la Confederación Germánica, en particular en sus parientes prusianos (su madre Federica Sofía Guillermina, que hasta su muerte en 1820 ejerció una gran influencia sobre él, era hermana del rey prusiano Federico Guillermo.

[editar]Conflicto lingüístico

En 1815 vivían en el sur 218.000 analfabetos, por solo 23.000 en el norte. Guillermo I concentró sus esfuerzos en este campo: durante los quince años de su reinado se construyeron en el sur

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