Tesis sobre el atentado a la AMIA

Tesis sobre el atentado a la AMIA.

Por Agustina Tulumaris, Florencia Di Sabatino y Juan Montagna.

Introducción

El tema elegido para realizar nuestra tesis es el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (más conocida por sus siglas “AMIA”), que fue un ataque terrorista con un coche bomba que sufrió en la AMIA en Buenos Aires, el lunes 18 de julio de 1994. Se trató de uno de los mayores ataques terroristas ocurridos en Argentina, con un saldo de 85 personas muertas y 300 heridos, y, a su misma vez, fue el mayor ataque sufrido por judíos desde la Segunda Guerra Mundial. El hecho ocurre como bien dijimos en 1994 con un contexto global capitalista que encontraba sentando las bases para una futura globalización de la mano del famoso trinomio conformado por Ronald Reagen, Margaret Thatcher y Katol Wojtyla^[1], mientras que en la URSS Mikhail Gorbachov asistía al empantanamiento de su perestroika^[2], y a su vez, en un contexto local reorganizándose junto con la reforma de la Constitución Nacional que fue una importante modificación realizada al texto constitucional que se encargó de modernizar la misma y definió el texto constitucional, sobre cuya legitimidad plena no existía consenso. Entre otros cambios, introdujo los derechos de tercera y cuarta generación, normas para defensa de la democracia y la constitucionalidad, las características de los órganos de gobierno, y nuevos órganos de control y en la última etapa del proceso de eliminación del servicio militar obligatorio luego del asesinato del militar Oscar Carrasco^[3]

Apoyándonos como base principal en el libro “La ley bajo los escombros” (la reedición de 2014), de Gabriel Levinas, actualmente columnista del Diario de La Nación, quien dedicó cuatro años de su vida a la investigación de este suceso, que luego daría pie a la publicación de este libro en 1998, utilizaremos la versión actualizada ya que esta actualiza la versión original y la enriquece con los nuevos testimonios y documentos reveladores de los entretelones del encubrimiento por parte del Estado y sus funcionarios y lo relacionaremos con el papel que jugaron y siguen jugando los medios de comunicación.

A su vez, utilizaremos como apoyo y enriquecimiento del tema, un segundo libro, denominado “AMIA- La gran mentira oficial” escrito por Christian Sanz y Fernando Paolella, estos dos autores son dos de los únicos diez periodistas que investigaron la causa AMIA independientemente, dos periodistas que actualmente siguen siendo socios pero ahora en un sitio web conocido como “Tribuna de periodistas”, elegimos este libro como apoyo ya que es este no es una historia más sobre el atentado, sino que es un libro que consiste principalmente en la compilación de temas críticos en la investigación del mismo que a la luz de los acontecimientos internacionales adquiere dimensiones de antología. El segundo motivo es que el mismo fue intentado censurarse de diversas formas por parte del poder político mayor, lo cual desde ese momento generó un interés mayor en nosotras en leerlo y analizarlo para entrar todavía más en el tema.

Para concluir este proyecto, emplearemos los conocimientos previos que adquirimos en la lectura de los dos libros, pero teniendo en cuenta más que nada los testimonios de los testigos o la gente que se vio perjudicada, para así poder sacar nuestra propia hipótesis y conclusión del tema tratado.

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Hipótesis

El atentado a la Amia fue un golpe terrorista y su versión oficial de un atentado con un coche bomba fue una forma de encubrimiento. Que hasta el día de hoy sigue siendo encubierto por agentes del gobierno y de seguridad.

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Marco teórico

Para tener en cuenta y poder interpretar mejor el tema en los libros se hace referencia a un hecho anterior al ataque a la AMIA y es el atentado a la Embajada de Israel.

El 17 marzo de 1992 fue el atentado a la Embajada de Israel y el 18 de julio de 1994 ocurrió lo propio en la sede de la AMIA, Mutual Israelita.
Ambos atentados sumaron más de un centenar de muertos, en aquellos tiempos gobernaba Carlos Menem. Desde los inicios fue quedando claro que ambos hechos no podían ser desvinculados de cuestiones internacionales. Uno de los comentarios más fuertes, que se fue instalando en los medios de comunicación durante toda esa época, era que se trataba de una “factura” de algunos países del Medio Oriente, enfrentados a Israel, ya que Menem habría incumplido con el compromiso de facilitarles información sobre el misil –Cóndor– que Argentina estaba experimentando. Proyecto que la presión y los estadounidenses, junto a la decisión política de Menem de mantener relaciones carnales con ellos, llevó a desmantelar.
De ese enfoque surgieron la “pista siria”, un atisbo de una “pista pakistaní” y, luego, por fin la “pista iraní”. Esta fue la que finalmente adoptó Menem, consolidó Eduardo Duhalde y profundizó el kirchnerismo, en todos los casos con la anuencia de la inmensa mayoría de sus respectivas oposiciones y de los principales medios de comunicación, que repitieron hasta el cansancio.
Pero hubo otra versión que, apenas fueron apareciendo pruebas, fue rápidamente silenciada. Según la misma tales atentados estarían vinculados a una “interna” israelí o un hecho accidental, en el caso de la Embajada, producido por un acopio de material explosivo dentro de ese edificio.

El atentado a la AMIA, según lo que nos da a entender Gabriel Levinas, desde esa misma mañana que se produjo la explosión (podríamos decir que desde tiempo antes también), hasta cuatro años después, con la publicación del libro, fue un atentado no solo contra la sociedad judía que se encontraba en ese edificio ese trágico día, sino un atentado contra la justicia y la verdad,

Actualmente, y a más de veinte años después del hecho, se sigue sin tener a un culpable bajo la mirada de la justicia o en un centro de detención. No solo se intenta dejar en claro que el atentado no fue solo un coche bomba puesto por un iraní como dice la versión oficial, sino dejar expuesto que hay varios factores periféricos nacionales que incidieron para que eso pasara, y que, si no fuera por estos mismos factores, el hecho central no se hubiera podido dar de la forma en que se dio.

 “La ley bajo los escombros” es el título justo para el libro, todo lo que se encuentra es lo que pareciera que nadie ve, ni el que era el juez en ese momento, Galeano, ni los que conformaban el equipo de investigación de DAIA, o mejor dicho lo que no quieren ver. Un libro que en realidad surge porque el autor no puede comunicarse ni exponer nada sin que se lo intervengan autoridades antes, un libro que con su perspectiva de los hechos da a entender al atentado como algo más que eso.

Según las propias palabras de Gabriel, este es un país de intento (fallido) de primer mundo en donde no se puede esperar la resolución de ningún caso y mucho menos de uno como el de esta magnitud y menos después de todo el tiempo que transcurrió, de las evidencias manipuladas, tiradas y secuestradas para que luego se revendan (como los libros que formaban parte en ese entonces de la biblioteca del edificio de la AMIA), según él, no se estaría pudiendo confiar en una justicia que en vez de seguir interrogando testigos pasa a intervenir teléfonos de las propias personas que investigan el caso. A esta altura de los años, y como bien dice Gabriel en una de sus tantas páginas “Los peritajes que ordenen hoy no pueden, en la mayoría de los casos, ser tomados en cuenta. Lo que sí es factible es encontrar los rastros de quienes se dedicaron sistemáticamente a borrar todo tipo de huellas”, ya es tarde para recolectar evidencia que en su momento no se tuvo en cuenta, es una investigación que en vez de avanzar retrocedió, y para volver a avanzar hace falta avanzar primero en todo lo que se retrocedió.

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