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UN PROGRAMA DE RELACIONES INTERNACIONALES Y ESTUDIOS POLÍTICOS


Enviado por   •  13 de Abril de 2018  •  Ensayos  •  2.726 Palabras (11 Páginas)  •  79 Visitas

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TEORÍA DEL PODER

TERCERA ACTIVIDAD COMPLEMENTARIA

DANIEL ARTURO JIMÉNEZ OTERO

D6903734

DOCTOR

CARLOS JIMENEZ

UNIVERSIDAD MILITAR NUEVA GRANADA (UMNG)

PROGRAMA DE RELACIONES INTERNACIONALES Y ESTUDIOS POLÍTICOS

BOGOTÁ

2018

La privatización del poder

¿Porque la privatización del poder se convirtió en la demagogia política, que destruyo la democracia en Colombia?

     La democracia es un concepto amplio que rebasa el ejercicio del sufragio, ella como realidad de la vida moderna, sufre presiones provenientes de diversas partes, siendo una de las más fuertes y peligrosas, la del poder (ORTIZ, 2016). Esta  atribuye la titularidad del poder al conjunto de individuos que componen una nación, delegando la potestad de elegir  sus gobernantes y  son ellos quienes se les otorgan el poder de representación para la conducción de los estados en beneficio de todos sus ciudadanos. Es necesario recordar que "Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de república unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general" (uniderecho.com, 2009), dispuesto en la Constitución Política de Colombia como un sistema democrático, que tiene como objetivo fortalecer y garantizar derechos esenciales para mantener el nivel de vida necesario en cada uno de los miembro de la nación.

     El ejercicio de la política en Colombia ha tenido una falencia en la forma como se financia, donde, los recursos financieros se presentan como la principal ventaja a la hora de volver eficiente una campaña política, dejando así  en un segundo plano la discusión política, convirtiendo así a la persona en un individuo que deposita erróneamente su favoritismo en el sufragio, no por las mejores propuestas en carácter social y de desarrollo a futuro del país, sino en una retribución a las proposiciones que este aparato fraudulento emplea, los dineros que ingresan para las campañas, generando  una discusión de conveniencias en las decisiones políticas que mediante intereses  se pactan entre los aportantes y quienes en benéfico de este deberán legislar sus posiciones en el poder, en beneficios a sus patrocinadores, todo este andamiaje corrupto sucumbe los intereses democráticos, mostrando un panorama de privatización del poder que beneficia en primera instancia a los grandes grupos económicos que han monopolizado el manejo del ejercicio político y económico a través de la historia de Colombia, teniendo como directriz principal el favorecimiento de sus intereses personales, generando una inequidad en la distribución de los recursos qué  niegan la irrigación de los excedentes dentro de la economía y la política social del Estado.

     Este aspecto no es nada nuevo, si retomamos algunos apartes de la historia que han permitido evidenciar este problema, a través del economista Julio Silva Colmenares [1] en su libro “Los verdaderos dueños del país”[2] de 1977 se observa que se hace un estudio a la oligarquía y monopolios en Colombia analizando la concentración de la riqueza y señalando además con nombre propio los detentadores del poder monopólico y las ramificaciones financieras familiares , personales y del control que ejercen en las grandes empresas. Sin embargo desde aquel tiempo en que fue lanzado el libro no ha existido un cambio notable quizá su única modificación  ha sido el cambio de balance de poder entre los grupos, pero el fenómeno sigue igual, controlando las principales funciones de la sociedad.

    “En este caso, el surgimiento de monopolios en nuestros países no corresponde a un desarrollo acelerado del capitalismo, sino a un rápido trasplante de procesos que se vivían en los centros metropolitanos. Como se demostró en el primer tomo de Los Verdaderos Dueños del País y en otros estudios realizados en los años sesenta y setenta del siglo pasado, puede decirse que el surgimiento de los monopolios fue un proceso «precoz», por lo que se comprueba con la experiencia colombiana que en el capitalismo «tardío» no existió en la práctica una época de libre competencia” (Colmenares, 1977).  Por tal motivo y en ausencia de libre competencia en el desarrollo del capitalismo clásico, se verifica una  clara evidencia  donde no fueron los monopolios los que impulsaron la participación del Estado en la reproducción ampliada, como habría de verse en el modelo clásico, contrario a esto se evidencia que el estado fue quien permitió las condiciones para el surgimiento y fortalecimiento de estos monopolios, dadas las condiciones que el autor del libro denomina  «capitalismos de compadrazgos» en un Estado privatizado.

     Esta circunstancia ha conllevado a que dichos grupos económicos dispongan de un mecanismo fraudulento disfrazado de democracia que permite la imposición de sus candidatos, quienes bajo su patrocinio permite ligar esos compadrazgos que alimenta la mala distribución de los recursos y la falta de oportunidades a los sectores mal vulnerables del esquemas social, a esto se añade la corrupción latente que aviva el robo del erario público donde el 35% de los subsidios del gasto público va al 20% más rico de la población o las reformas tributarias que no se dirigen a las cúspide de la pirámide sino que privilegia los impuesto indirectos como el IVA[3] (NEGOCIOS, 2016) que afecta a todos. Ningún esquema tributario toca las elites económicas en Colombia, por una razón sencilla, no existe interés en hacerlo, la política misma apunta a un desarrollo desequilibrado en favorecimiento a las clases con mayores recursos económico que a su vez hacen parte de estos monopolios económicos, y que por la problemática social que ha vivido Colombia  en las últimas décadas ha visto la infiltración de capitales ilícitos patrocinados por el narcotráfico y el conflicto armado.

     La privatización del poder se produce cuando se concentra en pocas manos y se da vía al pago de inversiones económicas para alcanzarlo. “El que paga para llegar, llega para robar” frase que sería empleada por abogado y profesor universitario Carlos Gaviria Díaz[4] (1937-2015), al referirse a un candidato que invierte millones en su campaña, lo cual afirmaba que más que ser un candidato es un empresario, y como tal en su ejercicio del poder solo buscará la retribución económica y de sus asociados, dejando a un lado el resto de la gente, es decir solo  buscará retribuir esas inversiones y no la solución de los problemas sociales, abandonando los intereses colectivos que se encuentran definidos en la constitución.

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