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Análisis Comparativo.


Enviado por   •  29 de Octubre de 2013  •  1.325 Palabras (6 Páginas)  •  246 Visitas

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El cuerpo en concepto

El poder dice Focault, se encuentra en el hombre mismo, tildarlo de bueno malo sería un error, pues responde a una red de relaciones que tiende a ser más compleja. El cuerpo responde a un micro poder.

En “Vigilar y castigar” ahonda más en el tema del cuerpo como blanco y objeto del poder. Un cuerpo que es manipulable, que educa y obedece, que se vuelve hábil. El cuerpo a través de la historia ha sido sometido a diversos acontecimientos, ha sido uniformado, castigado, disciplinado entre discursos que viene y van.

Las relaciones de poder se encuentran en el humano y todos los aspectos de su vida, en el sexo, en el arte, en la amistad, en las relaciones laborales o académicas; el cuerpo no podría ser ajeno a esto.

Siguiendo en esté discurso, el cuerpo está inmerso en un campo político donde interactúa con otros cuerpos, y la forma en que estos se relacionan es por medio del poder.

“Pero el cuerpo está también directamente inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos".

El análisis comparativo irá en dos visiones que se tiene del cuerpo en dos distintos cuentos, entidades, en una diferencia geográfica y de género, pero que comparten la visión del cuerpo como eje fundamental de la diegesis del relato.

Los cuentos que tomaré para observar al cuerpo representado en las letras, será el de “Geografías” de Mario Benedetti, que se encuentra en su libro de cuentos con el nombre homónimo al cuento que compararé. Y el otro es el de Ver de Tununa Mercado, historia que se encuentra en su libro de llamado “Canon de Alcoba”.

Geografía del cuerpo perdido

En el cuento se narra la historia Roberto y Delia, dos exiliados uruguayos, que por azar y coincidencias, esas que suceden en el vaivén de la vida, se reencuentran en Francia después de un tiempo extenso de no mirarse.

Ellos comparten espacios comunes, no sólo los que se dan entre dos jóvenes universitarios que se oponen a un régimen militar, sí no el espacio que se da en la alcoba, en la cama, o en donde los cuerpos les pidieran caricias. Ellos tienen un lazo amoroso que a pesar del desgaste que el tiempo somete a todos, se ha conservado, no intacto, golpeado, pero aún juntos en sus extremos.

Ellos son separados por cuestiones políticas, que una vez más ejercen un poder en el cuerpo de ellos, en su exilió. Al encontrarse ella les dice el cambió que ha sufrido la ciudad, una vieja calle que recordaba con añoranza ya no tiene ahora árboles, Roberto dice: “Es a mí al que han mutilado. Me he quedado sin ramas, sin brazos, sin hojas”(p.19). Es el cuerpo exiliado el que sufre el destierro, sometido al poder que nada puede hacer más que jugar a recordar y remembrar.

El cuerpo político es retomando a Focault, un espacio político que sufre las marcas, la tortura, el destierro, el exilio, la diáspora, el maltrato de algún poder que excede al oprimido y que deja una marca en la corporalidad que es imborrable aún al baño de los años.

El desenlace es brutal y muestra el daño que el cuerpo como espacio de sometimiento puede recibir. Dalia va a la covacha de Roberto, el cariño y la memoria de su cuerpo se enciende como “Su verde metáfora en el cruce del Bowl Mich”(p.17), pero es que nada es igual todo ha cambiado.

“Me toma una mano y la guía lentamente hasta su suéter marrón, en realidad hasta uno de sus pechos bajo la lana peinada. No sé por qué comprendo que ese gesto no tiene su significado más obvio. Los ojos que me miran están secos. No puede ser, no va a ser, no hay regreso, entendés.

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