Análisis De "Killer" De Patricia Melo
Bedabi11 de Julio de 2014
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La novela negra: “Espejo de una cruel realidad”
Manipulación social en Killer de Patricia Melo
“Yo era el revólver de aquella
gente. La paz...” (Killer, cap. 38)
El presente trabajo de investigación toma como eje de análisis la manipulación del hombre. Tópico ampliamente tratado por la literatura a lo largo de los siglos, pero que cobra un sentido especial al ponerse en contacto con un género literario caracterizado por su crudo realismo: la novela negra.
El género negro, al igual que el resto de las manifestaciones literarias es una ficción, pero no una ficción inocente. Pone de manifiesto problemáticas estructurales, denuncia y critica falencias de la sociedad que nos rodea y nosotros mismos constituimos. En este sentido, actúa como un espejo que refleja lo que somos, y en consecuencia, permite reflexionar sobre lo que podríamos ser. Tal como afirmó Mempo Giardinelli: en el género negro “la realidad se cuenta como ficción. Por eso, esta narrativa ha resultado tan cuestionadora como subversiva, porque tiene que ver con el tiempo en que vivimos” (1997: 75).
En tal sentido, la obra Killer (1995) de Patricia Melo puede reconocerse como una expresión de la novela criminal negra. Trata sobre la creación de un asesino a sueldo, por parte de la clase social alta que encuentra vulnerada su propiedad y su seguridad. Maiquel, un joven empleado, habitante de un sector marginal de San Pablo, mata en un ataque de furia a Suel, un reconocido ladrón y violador. A partir de entonces, sus compatriotas lo adulan y lo instigan para que lleve a cabo las más oscuras intenciones, que permanecen reprimidas y agazapadas en el corazón de cada uno de ellos.
Al ficcionalizar sobre una problemática tan contemporánea, propia de sociedades en donde se reconocen los autores materiales de los crímenes, pero raramente se identifica a los autores intelectuales, que permanecen en un absoluto anonimato, Killer de Patricia Melo, se configura como un estandarte de la novela policial negra. En la que, “a diferencia del policial clásico, no importa tanto saber cómo se produjo el crimen, sino reconocer que el crimen se comete por alguna razón” (Giardinelli, 1997: 79). En este caso: la manipulación de un sujeto vulnerable.
El término manipular proviene del latín “manipulus”, conformado por las raíces manus (= mano) y plere/pleo (=llenar); de aquí que su significación original esté asociada con la idea de lo que se lleva en la mano o de lo que puede ser contenido en ella.
En consecuencia, manipular primariamente significa: tratar con las manos un objeto modificable con la intención de hacerlo apto para cumplir ciertas funciones o para conseguir determinado propósito.
Pero el término manipulación ha sufrido una transposición semiótica inesperada, por cuanto su significado se ha trasladado del ámbito mecánico y físico, al antropológico y social. Este desliz lingüístico nos permite hablar ahora del hombre no sólo como sujeto promotor, sino también, como término de la acción manipuladora. Produciéndose, por consiguiente, una degradación del tú a condición de objeto.
Podemos destacar tres elementos que están siempre presentes en este fenómeno: el manipulador, la relación manipuladora y lo manipulado.
El manipulador: Carvalho y sus secuaces
La manipulación puede ser llevada a cabo por un individuo o un grupo ubicado estratégicamente en el andamiaje social, que se constituye en el centro de iniciativa e influjo sobre el comportamiento de otros hombres.
Un rasgo constante en esta figura es el despliegue de una observación minuciosa y un análisis detallado de las particularidades del objeto, que se traducen en conocimiento y poder de dominio.
En la obra, el rol de manipulador se da a nivel individual y grupal. Toda una galería de profesionales, comerciantes y empresarios instigan a Maiquel para que encarne la figura de vengador, para que sea justiciero y reivindicador de sus propios intereses. Dentro de este grupo, adquieren especial importancia dos individuos: el Dr. Carvalho y el detective Santana.
El primero, es quien inicia a Maiquel en el delito profesional, ya que aprovecha un exabrupto de este sujeto y lo sistematiza. El conocimiento del odontólogo queda reflejado en la pregunta con que recibe a su paciente: ¿Fue usted el que mató a Suel? ( Melo, 1997: 34). En consecuencia, utiliza dicho saber para beneficiarse de alguien en desventaja.
Ante todo, plantea su tesis: “Yo estoy a favor de la pena de muerte” ( Melo, 1997: 34). De ahí en más, expone mil argucias, hace gala de intelectualidad y utiliza como instrumento de persuasión un arma letal: el lenguaje. Muchos de los recursos definidos por A. López Quintás en su libro Estrategia del lenguaje y manipulación del hombre aparecen retratados en la exposición del odontólogo, quien defiende la teoría del criminal nato postulada por Lombroso, e intenta legitimar su postura en la religión.
Para eso, produce una sutil tergiversación del mandato divino y ocasiona un deslizamiento de sentido, entendiéndose como tal, el acto que pone en práctica la persona que “apoyándose en cierta comunidad de significación, que hay entre varios términos, se pasa de unos a otros con el fin de hacer prevalecer una interpretación tendenciosa” (López Quintás, 1988:155). De esta manera, Carvalho, afirma lo siguiente:
El Apóstol Pablo, por ejemplo, capítulo XXV, versículo 10: Conviene que sea yo
juzgado aquí, ante el tribunal del César (…)¿Y sabe lo que quiso decir con eso el
apóstol Pablo? Quiso decir que el juicio en la tierra es justo y aceptable (…)El
hombre también puede y debe juzgar… ( Melo, 1997: 35).
Más adelante agrega: “Cristo, fíjese, admitía que no sólo Dios, sino también el hombre, por mandato de Dios, el hombre, fíjese, puede matar…” ( Melo, 1997: 35). Se produce, por lo tanto, un deslizamiento del sentido entre los términos “Juzgar y matar”. Todo el entramado argumental del odontólogo apunta casi imperceptiblemente a la equivalencia significativa de los verbos mencionados; y consecuentemente, a defender la aniquilación de la violencia, por medio de la violencia misma. Lo cual es ilógico.
Otro recurso utilizado por Carvalho es la mofa (López Quintás, 1988:154). Ésta consiste en calificar algo por medio de términos cargados de resonancias negativas, dicho de otra manera, es la burla o escarnio que se ocasiona a alguien con el fin de desacreditarlo.
El otro día leí en el periódico que unos individuos del Consejo Federal de Medicina
hicieron un manifiesto contra la pena de muerte. Me fastidió eso, los muy burros decían
que puede haber un error jurídico y que eso es inaceptable ( Melo, 1997: 35).
Además, el profesional hace planteamientos unilaterales (López Quintás, 1988:152), entendiéndose como tal, la orientación del análisis en sólo una vertiente de la realidad, la preponderancia de unos aspectos con grave quebranto de los otros.
Dicen que es la pobreza del país lo que genera violencia. ¡Genera violencia! Genera
polución, genera enfermedades, genera sabe Dios qué, pero no genera estupradores,
violadores, hijos de puta, eso no lo genera. Se nace, hombre, se nace. A ver si no…( Melo, 1997: 36).
Sin embargo, al ver el fracaso de toda su exposición, el odontólogo toca el punto débil de Maiquel: su carencia, su necesidad. Sabe que está condicionado por la situación, que necesita urgentemente una solución a su problema bucal. Le propone entonces, un arreglo “gratis” a cambio de un “favor”, que se traduce en asesinato. En otras palabras, este sujeto se vale de la condición de Maiquel para crear un asesino a sueldo.
Con afán de reforzar su petición y movilizarlo, Carvalho acude a un último recurso persuasivo denominado valoración por contraste (López Quintás, 1988:158), con el cual, se intenta apreciar una realidad mediante su mero enfrentamiento a un término de signo negativo.
Tengo una hija de quince años, una preciosidad y acabaron con ella. La violaron
cuando volvía del instituto. Uno cuida sus hijos, intenta que no sufran, y viene un miserable y acaba con todo…( Melo, 1997: 37).
Si Carvalho inicia a Maiquel en la delincuencia sistematizada, Santana lo perfecciona, lo pule. Lleva la actividad delictiva de Maiquel a su máxima expresión y de allí a un acelerado desmoronamiento. Dicho inspector, que por cierto, es presentado al protagonista por Carvalho, le propone un nuevo trato: la constitución de una empresa de seguridad patrimonial; un nuevo acuerdo en desventaja, ya que él se compromete en aportar la infraestructura necesaria, mientras que Maiquel debe aportar su persona.
Tanto el Dr. Carvalho, como el detective Santana y la clase social alta en su conjunto, pueden reconocerse como manipuladores puros (Pilleuxm, 2000:1), es decir, son el origen último y primero de un proceso o cadena manipuladora. Por su parte, Maiquel puede identificarse como: manipulador manipulado (Pilleuxm, 2000:1), porque es – a la vez – objeto de manipulación de los primeros y foco de una nueva instrumentalización, que cristaliza en cada uno de los trabajos por encargo que él realiza, en donde cosifica la vida de terceros.
Todo lo planteado hasta el momento desmorona y deja sin bases sólidas la teoría del criminal nato propuesta
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