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Análisis Del Libro "Las Cartas Que No Llegaron" De Mauricio Rosencof, Por Victoria Isasa


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2014  •  2.562 Palabras (11 Páginas)  •  3.876 Visitas

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Análisis del libro "Las cartas que no llegaron" de Mauricio Rosencof, por Victoria Isasa...

Ficha del libro:

Título: “Las cartas que no llegaron”.

Autor: Mauricio Rosencof.

Editorial: ALFAGUARA.

Edición: 2000, Ediciones Santillana, SA. Constitución 1889. 11800 Montevideo.

Editor: Grupo Santillana de Ediciones, SA (Alfaguara) Torrelaguna.

Biografía de Mauricio Rosencof…

Mauricio Rosencof nació el 30 de junio, 1933, en Florida, Uruguay. Es judío, y sus padres Issac y Rosa eran de la clase trabajadora. En las décadas sesenta y setenta, Rosencof era un líder del grupo guerrillero en Uruguay, que se llamaba Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros). Mauricio Rosencof fue detenido en 1972 por ser líder de los Tupamaros, y por trece años estuvo completamente incomunicado en la cárcel, donde fue torturado.

Cuando fue liberado en 1985, Rosencof escribió sobre sus experiencias en "Memorias del Calabozo" con Eleuterio Fernández Huidobro, su compañero de celda más querido en la cárcel.

Los nombres de los padres de Mauricio eran Issac Rosenkopf y Rajzla Zylberman cuando vivían en Polonia. Tenían un hijo que se llamaba Leibu. Ellos vivían en el pueblo de Bezyitze. Huyendo de la Alemania nazi, Issac se mudó a Uruguay primero y trabajaba de sastre, y después su esposa e hijo se mudaron en 1932. Cuando la familia Rosenkopf inmigró, sus nombres cambiaron, Rajzla cambió a Rosa, Rosenkopf a Rosencof, y Leibu a León o Leonel.

Muchos años después en su vida, Mauricio se casó con Ana Barrios, y ellos tuvieron hijas, la mayor se llama Alejandra Rosencof.

Palabras desconocidas:

Coleóptero: Se aplica al insecto que tiene un aparato bucal masticador y un par de alas duras llamadas élitros, bajo las cuales se pliegan las alas membranosas, como el escarabajo y la luciérnaga.

Claraboya: Ventana acristalada abierta en un techo o en la parte alta de una pared para iluminar un recinto cerrado.

Compeler: Obligar a una persona por la fuerza o con el poder de la autoridad a que haga una cosa.

Sinagoga: Edificio donde una comunidad judía se reúne para rezar o realizar ceremonias religiosas.

Edredón: Cobertor de cama relleno de plumas de ave, algodón u otro material de abrigo.

Desgañita: Gritar con toda fuerza.

Bencina: Líquido incoloro, volátil e inflamable, obtenido del petróleo que se emplea como disolvente.

Pentotal: Droga cuyo origen es el ácido barbitúrico, empleada generalmente como anestésico.

“Las cartas que no llegaron”…

Este libro es autobiográfico, ya que el autor cuenta parte de su vida, la primera parte (Días de barrio y guerra) es contada por un niño y su visión del mundo, y la segunda (La carta) y tercera (Días sin tiempo) parte contada por el adulto, vista desde la cárcel. En él, el autor nos narra en primera persona las vivencias, recuerdos y pensamientos de esa época tan dura que le tocó vivir, la dictadura Uruguaya, paralelamente nos cuenta los horrores de los campos de concentración nazi en la Segunda Guerra Mundial.

El contenido de esta historia es profundo y triste, narra la búsqueda de una identidad, de tal vez un pasado, de cómo los nazis le han arrancado a Mauricio parte de su identidad, parte de su familia, y a su vez cómo muchos uruguayos han padecido la catástrofe que fue la dictadura.

Para poder sobrevivir a los horrores de la cárcel, donde la humillación y la tortura, el aislamiento, la soledad, la incomunicación eran su compañía todos los días, comenzó a recordar su infancia e inventar unas cartas en las que su familia de Polonia contaba cómo fue desapareciendo de a poco en el holocausto nazi, tal vez para intentar saber que pasó y por lo que pasaron su familia y tratar de aminorar la carga pesada que Mauricio vivía día tras día en la cárcel.

Le escribe a su padre. La cárcel, como es su vida desde su “dos por dos metros”, intentando reencontrar la memoria perdida en el tiempo, la de sus padres, su hermano y su familia en Polonia.

Todo escrito desde su memoria, sin papel, sin lápiz, sin sobre. Las cartas adquieren un importante valor, ya que son mensajeras del ánimo, el afecto y el alivio para la soledad y la tristeza, aún aquellas cartas que no llegaron a escribiese.

Días de barrio y guerra…

En ésta primera parte de la historia habla el Mauricio niño o Moishe, cómo realmente se llamaba, y su visión de las personas y las cosas.

Moishe narra su infancia, una historia que circula alrededor del espacio cerrado de la madre, en cuya cocina se leen los domingos las cartas que el padre recibe de su hermana del gueto y del campo de concentración polacos. Estas cartas se encuentran incorporadas en el relato.

En el espacio cerrado de la madre, el objeto más significativo es la caja de zapatos que contiene sus memorias de Polonia. En la caja, que saca de vez en cuando para mostrársela a Moishe, están las fotos de su madre y sus hermanas que quedaron en Polonia: "…Mi madre tiene una pila de fotos así de grandes en una caja de zapatos. Las cajas son para guardar cosas. En las cajas hay de todo. Y mi mamá, en la caja de zapatos tiene a las hermanas de ella, a la mámele, que es la mamá de ella, de mi mamá; y mi mamá me llama, y con un dedo dice: 'Esta es Irene y esta es Anna, que tiene dos niños'—pero que en la foto no hay nadie—, y que son como vos, y ¿por qué no vienen?, y mi mamá, ¿y cómo van a venir?...”

El niño nos cuenta su infancia y su historia, su familia judía venida de Polonia, se inserta en la sociedad uruguaya. El relato se complica a partir del momento en que el padre deja de recibir las cartas familiares: “…Después de la guerra con España vino otra. El que no vino más fue el cartero. Bueno, venir, venía. Pero lo que yo quiero decir es que a casa no venía. Papá lo esperaba en el balcón. Mi papá cosía en la pieza, y a cada rato se iba para el balcón y miraba para afuera. Y cuando el cartero pasaba –el cartero pasaba pero no venía–, mi papá le preguntaba “¿Y?”. Y el cartero ya sabía lo que le preguntaba y le decía “Nada Don Isaac”. Y no le daba nada. Entonces mi papá, los domingos, que es el día que se leen las cartas, nos leía las cartas de antes, pero tenía los ojos así, y no se reía. Las cartas que esperaba mi papá no llegaron nunca…”

Una serie de cartas imaginarias comienza a relatar, a partir de ese momento, la experiencia del niño que está lejana del holocausto, relata el transcurso de la vida cotidiana del niño. La autora de las cartas es una de las tías de Moishe, encerrada en los campos de concentración nazis.

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