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BARROCO ECUADOR


Enviado por   •  26 de Marzo de 2013  •  1.530 Palabras (7 Páginas)  •  376 Visitas

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Juan Bautista Aguirre y Carbo

El poeta colonial ecuatoriano, el padre jesuita Juan Bautista Aguirre, ha sido olvidado, rescatado y vuelto a olvidar desde finales del siglo XVIII cuando muere en Italia. Uno de sus textos más conocidos es el poema jocoso serio Breve diseño de las ciudades de Guayaquil y Quito en el que se burla y desprecia a la capital, que es comparada con el infierno, mientras adora y bendice al puerto, al que relaciona con el cielo. El poema molesta a cualquier quiteño, y aún más a cualquier quiteña, que lo lea: “Estas quiteñas, como oso, / están llenas de cabello / y, aunque tienen tanto vello, / más nada tienen hermoso”.

Según el poeta, en Quito las mujeres son feas; la gente es hipócrita (“Va también tal cual rapaz / vestido de ángel andante, / con su cara por delante / y máscara por detrás”); y el clima es una desgracia (“y así mienten los franceses / que andan a Quito situando / bajo de la línea, cuando / es cierto que está este suelo / bajo las ingles del cielo, / es decir, siempre meando”.) Más allá de que los quiteños nos sintamos ofendidos o no, si se lee con detenimiento, el poema es el reflejo de una etapa de transición entre la colonia y la entonces futura República del Ecuador.

Los pocos críticos literarios que se encargaron de Aguirre durante los siglos XIX y XX insistieron en que su calidad literaria se debía a su asombrosa capacidad de reproducir las formas barrocas de Góngora y Quevedo. El barroco en el siglo XVIII en América era una corriente ya casi pasada de moda, y sin embargo, los expertos insisten en que Aguirre fue un buen poeta por parecerse a los barrocos españoles. Esta interpretación parece más la historia de un complejo de inferioridad que se repite: somos buenos porque nos parecemos a lo europeo.

Los críticos contemporáneos Patre y Mafla (2008) y Cevallos (1998) parecen ofrecer una nueva mirada: Aguirre copió las formas barrocas para parodiarlas y cuestionarlas. En un análisis detenido del poema citado, superando con dificultad las ofensas regionales, se encuentran elementos modernos que vislumbraban ya una nación ecuatoriana.

No se puede negar lo barroco en Aguirre pero no se puede tampoco aseverar una calidad poética medida con base en el parecido a lo español. Hay que preguntarse por qué su poesía es ecuatoriana y americana, y en dónde se bifurcan los caminos del barroco español y del americano. Cuando se habla del barroco americano, muchos dicen que no hay diferencia con el español, ¿pero es esto cierto o es que esto es un reflejo de nuestra manía por comparar nuestra calidad a un referente europeo? ¿Por qué Juan Bautista Aguirre fue escogido y rescatado del olvido varias veces por críticos americanos (no necesariamente ecuatorianos) si su obra era solamente una copia de Góngora y no tenía identidad? Hay algo que no calza…

La biografía de Aguirre no ha sido estudiada a profundidad pero en la poca bibliografía que existe, el lector se puede dar cuenta de que este religioso era un hombre moderno. Fue el primero, junto a Juan Hospital, en poner en práctica el método científico en Física. Los jesuitas eran intelectuales que cuestionaban la escolástica y empezaban a entender la idea de progreso. El tratado de poesía del ambateño Joaquín Ayllón (Cevallos 1998) cuestiona el puesto primordial que la tradición otorga a la épica como forma necesaria y natural de un pueblo; y da importancia a la poesía lírica, lo cual es un síntoma de modernidad. A pesar de que la escolástica predominaba como forma de pensar en Ecuador y más aún en Quito, los jesuitas eran un grupo intelectual que empezaba a pensar en cambio.

En este contexto, la poesía de Aguirre adquiere otro sentido: es una obra de transición. Quito es una ciudad tradicional, cerrada y conservadora. Por eso el poeta la pinta como el infierno, como el retraso, como grotesca e hipócrita. Aguirre no había vivido en Guayaquil hacía mucho tiempo, y la idea que tenía de su ciudad natal (aunque nació en Daule) era de un puerto abierto al mundo y a las nuevas ideas, por eso la pinta como el cielo.

En este poema, los elementos barrocos tomados de Quevedo (lo grotesco, la hipérbole) le sirven al poeta para retratar una sociedad estancada pero que busca salidas, que mira ya la posibilidad de una nación (marcada por el regionalismo entre Costa y Sierra), pero que no puede negar la colonización e influencia de la cultura española (el barroco). La poesía de Aguirre ve al frente y al pasado al mismo tiempo. Es poesía de transición. Su valor está en que el uso de los elementos barrocos refleja un sentido muy ecuatoriano: una división regional, una añoranza de la tierra madre (en este caso Guayaquil, pero también para los criollos España) y un sentido de progreso naciente.

BREVE DISEÑO DE LAS CIUDADES DE GUAYAQUIL Y QUITO

(Carta joco-seria escrita por el autor a su cuñado don Jerónimo Mendiola, describiendo a Guayaquil y Quito.)

Dichoso paisano, en quien

con diversísimos modos

se miran los dones todos,

todas las prendas se ven,

perdona si en parabién

de tu carta no te da

algo mi amor, porque ya

cuanto yo darte podía,

que era la voluntad mía,

tú te la tienes allá.

Guayaquil, ciudad hermosa,

de la América guirnalda,

de tierra bella esmeralda

y del mar perla preciosa,

cuya costa poderosa

abriga tesoro tanto,

que con suavísimo encanto

entre nácares divisa

congelado en gracia y risa

cuanto el alba vierte en llanto;

Tribútanle con desvelo

entre singulares modos

la tierra sus frutos todos,

sus influencias el cielo;

hasta el mar que con

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