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CAPITULO 1 SER VERAZ “La verdad es buscar siempre la verdad”


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2015  •  Resúmenes  •  2.009 Palabras (9 Páginas)  •  170 Visitas

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CAPITULO 1 SER VERAZ

“La verdad es buscar siempre la verdad”

Si queremos llegar a la verdad, seamos en la vida buscadores incansables de la misma. Es una noble y valiosa tarea que puede llenar de sentido toda nuestra existencia.

LAS ESTADISTICAS NO CREAN LA VERDAD

“Una tontería sigue siendo una tontería aunque sea dicha por 50 millones de personas”. El número de personas que diga y haga algo no es criterio de moralidad. Los criterios de moralidad no dependen del número de personas que digan o hagan algo. Los auténticos criterios de moralidad se fundamentan sobre la verdad y la justicia, y no sobre los gustos personales de los individuos.

LA VERDAD ES LO UNICO QUE CONVENCE

Cuando uno escribe y habla desde la verdad, siente y manifiesta una fuerza extraordinaria que surge espontanea del corazón. La expresión de un corazón sincero y veraz tiene un ímpetu irresistible y comunica mucho más que un corazón enredado en la ficción o en la mentira. Quien quiera convencer con su palabra y sus gestos que lo haga desde la vivencia y la expresión de la verdad.

LA VERDAD, UN VALOR GENUINAMENTE REVOLUCIONARIO

Alguien puede pensar que la revolución es producto de la violencia. La verdadera revolución que cambia en positivo radicalmente las cosas es la verdad, en la fuerza de la verdad y del bien radica la genuina revolución, que es la revolución moral capaz de conseguir un cambio radical en el corazón de las personas para que estas a su vez sean capaces de cambiar las estructuras políticas y sociales que son injustas.

INSTALADOS EN LA MENTIRA, NINGUNA ÉTICA ES POSIBLE

Sin veracidad, sin verdad, nada se aguanta. La verdad es la coherencia total con la realidad. Es el primero de los valores éticos fundamentales. Si nos instalamos en la mentira, ninguna ética es posible. La mentira es la puerta que conduce a muchos otros vicios. Mentir es falsear la realidad, engañando o perjudicando a los otros y no a nosotros mismos. Sin veracidad todo se viene abajo, nadie puede fiarse de nadie, y entramos en un círculo diabólico de mentira y de desconfianza que lleva a la destrucción de la sociedad.

LA MENTIRA SUELE CAVARSE SU PROPIA TUMBA

El engaño y la mentira, tarde o temprano quedan al descubierto. El mentiroso necesita tener una buena memoria para no ser pillado. La mentira es mala compañera de camino. En el momento menos pensado te deja al descubierto y te puede llevar al más espantoso de los ridículos.

LAS MEDIAS VERDADES

Las medias verdades son más peligrosas que las mentiras, porque confunden más y deforman la realidad. A veces no se miente, pero tampoco se dice la verdad. Se cuentan simplemente aquellos aspectos de verdad que en cada momento y a cada grupo interesan. Y así se ponen en circulación las medias verdades que, en definitiva, son grandes mentiras.

SOLO LA VERDAD Y EL AMOR PUEDEN CAMBIAR EL MUNDO

La mentira y el desamor ensombrecen al mundo y lo degradan. Nada válido puede construirse sobre esos dos contravalores. La verdad y el amor son los dos más firmes pilares donde puede asentarse la sociedad. Sin verdad y amor no hay ética posible y, al fallar la ética, la sociedad se embrutece y dificulta luego el correcto actuar de las personas que la componen.

LA VERDAD NO SIEMPRE ES AGRADABLE

Hay verdades no siempre bonitas, más aún: feas, repelentes, injustas, como el hambre en el mundo, los crímenes contra la humanidad, las catástrofes ecológicas. Pero querer conocerlas y, sobre todo, encontrar remedio para ellas, sí es bonito y una tarea noble.

SABER DECIR LA VERDAD Y SABERLA CALLAR

Ser veraces, ser fieles a la verdad, no es una actitud fácil. Implica empeño y valentía. Ahora bien, ser veraces no significa decir descaradamente todas las verdades a todo el mundo. No pocas veces debemos callarnos verdades como puños para no herir y molestar al prójimo. Hay que saber decir sencillamente la verdad, sin cantar las verdades de todo el mundo. Ser veraz no significa provocar, sino vivir sinceramente en la realidad. Decir y pregonar lo que uno piensa, más que sinceridad es imprudencia. Y la imprudencia siempre acarrea disgustos sinsabores y, además, puede herir y molestar en gran manera al prójimo. La sinceridad consiste en no decir nunca lo contrario a lo que uno piensa. Si en alguna ocasión has de decir lo contrario a lo que piensas, cállate. Mejor es callar que mentir.

La moderación y la prudencia deben ser siempre acompañantes de la verdad. Ellas sabiamente nos indicarán cuándo debemos decirla o callarla. Las dos cosas son necesarias. Si callamos la verdad cuando debemos decirla, somos cobardes. Y si decimos la verdad cuando debemos callarla, somos imprudentes. Dos actitudes incorrectas, desde el punto de vista ético, que debemos evitar o corregir.

NECESITAMOS UNA CATARSIS DE VERACIDAD

Todos necesitamos una catarsis de veracidad. Nos hará bien y hará de nuestra sociedad un lugar habitable. Instalados en la mentira y en el engaño no hay posibilidad de aportar nada válido a nuestra sociedad. Solo la veracidad nos puede hacer verdaderamente libres y felices. La mentira y el engaño son fuertes de frustración y desdicha, aunque momentáneamente puedan producir placer y brindar ventajas materiales.

LA HIPOCRESIA ES UN DESPRECIO A LA VERDAD, SIRVIENDOSE DE ESTA COMO COBERTURA

La hipocresía es el encubrimiento de la verdad con ropajes de veracidad. El hipócrita es el que dice y hace lo contrario a lo que realmente piensa. La hipocresía es un desprecio a la verdad, sirviéndose de esta como cobertura. Afirma con sencillez y sinceridad la realidad que detectas. No huyas de ella ni la contradigas. La realidad es tozuda, no la cambies en favor propio para fastidiar o engañar al prójimo y salirte con la tuya. Rechaza la mentira que daña al otro, el engaño que perjudica a la persona con la que tratas, y busca siempre la verdad aunque te duela y duela al prójimo.

A SOLAS NADIE DICE MENTIRAS

Nos cuesta reconocer nuestras faltas ante los demás, por eso nos disculpamos y nos auto justificamos, pero ante nosotros mismos solemos ser sinceros. No serlo significa un suicidio absurdo. En el fondo del corazón humano laten la verdad y la sinceridad. La mentira y el engaño solo los empleamos como defensa y auto justificación ante los demás, nunca como auto justificación ante nosotros mismos, porque, además,

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