COMUNICACIÓN I
gerrit2314Trabajo23 de Enero de 2012
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COMUNICACIÓN I
Tema 1
● Justificación:
Todos los diccionarios definen academia como una “sociedad científica, literaria o artística”. Al decir sociedad se está implicando la existencia de unos socios, unas tareas, unos logros, en fin, unas misiones. Hoy por hoy, la academia por excelencia es la universidad. Si ello es así, las preguntas obligadas son quiénes en la universidad tienen el carácter de socios, a qué se dedican dichos socios, cuál es su misión y qué es lo que hace a la universidad una sociedad distinta de otras.
Las respuestas a las anteriores preguntas se encuentran en la noción de cultura académica. Decir cultura académica equivale a pensar en una cultura universitaria cuyos componentes, premisas y productos regresan nuevamente a la definición de academia: ciencia, arte y literatura.
Después vendrán nuevos conceptos relacionados con la cultura académica: comunidades académicas, productos académicos e individuos que empiezan a ser reconocidos como académicos. Para que ello suceda, ha sido necesario que emerja una condición sin la cual sería imposible la existencia de la academia; esta condición indispensable fue y será el lenguaje. Un lenguaje especializado, calibrado y refinado, sin la cual la empresa del conocimiento (como producción, circulación y aplicación) no podría llevarse a cabo. Esta es la esencia de la siguiente afirmación de Vergara (2002): “La universidad ha considerado al lenguaje como su aliado principal para la conformación de comunidades académicas, para la difusión de sus actividades y para la conformación de las escuelas de pensamiento y reflexión que han definido sus paradigmas. La educación superior está centrada en la tarea de formar desde lo superior y para lo superior: la construcción colectiva del conocimiento y la renovación de la sabiduría, culmen de la educación superior”.
Aprehender la universidad como una sociedad lenguajeadora, discursiva y argumentadora es la razón más fuerte para indagar cómo el lenguaje en general y la lengua materna en particular intervienen e inciden en las tareas misionales de la universidad, es decir en la investigación, la docencia y la extensión. Y también para hacer conciencia de los compromisos del homo loquens que habita en la universidad; dicho de otro modo, para saber a ciencia cierta en qué lengua hablan los que enseñan, los que aprenden, los que investigan y los que difunden. Los códigos de comunicación de los unos y otros son los códigos de la academia, como se verá a continuación.
● Tematización:
En el texto Límites del cientificismo en educación, Carlo Federici(1984) definen la cultura académica de la siguiente manera:
La cultura académica es fundamentalmente el acervo resultante de la acción comunicativa discursiva potenciada por la escritura y afinada en su empleo para la organización e interpretación de otras formas de acción.
Solo en el marco de una interacción intensa y prolongada con portadores de una determinada tradición escrita, puede el sujeto apropiarse y acrecentar la riqueza cultural decantada en esa tradición.
Según esta acepción de cultura académica, tres son sus constituyentes inmediatos: la acción comunicativa discursiva, la tradición escrita y la interpretación de ‘otras formas de acción’. Tal como se dijo antes, para la cabal comprensión de esos tres constituyentes es necesario asimilar cultura académica a cultura universitaria. Así lo puntualiza Mockus (1999: 30): “El secreto de la universidad es el entreveramiento entre acción comunicativa discursiva, tradición escrita y reorientación racional de la acción humana”. Este entreveramiento va a constituir la estructura profunda de la cultura universitaria; o, en términos de Mockus, su gramática subyacente:
Detrás de la notable especialización que parece separar a las comunidades disciplinarias, es posible reconocer una misma opción por el discurso racional, voluntad de proyección reorientadora o reorganizadora de la acción. Esa gramática subyacente es la que impide que la universidad se convierta en torre de Babel y se disuelva; esa gramática subyacente es también lo que permite pensar en algo así como una misión de la universidad. Una misma dependencia de lo escrito.
La misma opción, la misma dependencia y la misma voluntad se traducen en la misma acción comunicativa. La acción comunicativa universitaria se soporta en un tipo de discusión que es inherente a la cultura universitaria: la discusión racional (basada en argumentos y evidencias). Por eso, la discusión por escrito no es solo actividad textual; es, en lo fundamental, interacción entre autores y lectores, en la que el lector se apropia de la riqueza cultural ofrecida por el autor, al tiempo que acrecienta su propia cultura de lector. Por eso concluye Mockus que “la irrupción de tradición escrita sola no basta; lo decisivo es la combinación con la discusión racional y con la reorganización o reorientación de la acción derivada de esa discusión racional”.
Hernández y López (2002) sintetizan lo que se quiere expresar con la noción de cultura académica:
Los elementos asociados a la noción de cultura académica, como cultura ideal, característica de las comunidades académicas en cuanto tales, es decir, como expresión de lo que la academia reconoce como un deber ser, contiene tres elementos básicos, la discusión racional, la tradición escrita y la prefiguración de las acciones.
1. La discusión racional tal como se concibe en la cultura académica, implica el reconocimiento de la existencia de puntos de vista distintos que se contrastan a través del diálogo y que se soportan en argumentos. Esto requiere la capacidad de cada uno de los interlocutores para instalarse en el punto de vista del otro tratando de comprenderlo y de reconocer las diferencias entre las distintas perspectivas involucradas. En la cultura académica se dan razones y los puntos de vista se explican, se justifican y se fundamentan en razones, en teorías, en antecedentes o en el análisis de situaciones o acontecimientos. La confrontación académica entre las distintas interpretaciones es esencial porque a partir de ella se amplían las perspectivas del análisis y se clarifican las condiciones de aplicación de los conocimientos. El diálogo racional no solamente permite fortalecer un punto de vista y en ocasiones difundirlo y lograr que se conviertan en hegemónico; también ayuda a clarificar la propia perspectiva. Las críticas y las argumentaciones que cuestionan las afirmaciones son esenciales para definir claramente el terreno de esas afirmaciones. Un estudio cuidadoso de la historia de las ciencias podría mostrar que las críticas de los adversarios de un punto de vista han sido fundamentales en distintas ocasiones para su desarrollo. Estas críticas le permitieron a la ciencia del siglo XVII definir mucho más claramente las fronteras de su territorio de trabajo y las diferencias entre los métodos y los principios que ponían en juego la ciencia natural y los métodos y los principios propios de otras áreas, de modo que la especificidad de la ciencia moderna fue mucho más explícita y clara gracias precisamente a que las discusiones ayudaron a precisar los conceptos, las teorías y los métodos. También en las ciencias sociales es evidente la importancia de la crítica y la comunicación. Allí donde las interpretaciones cumplen una función práctica construyendo descripciones que pueden llegar a convertirse en verdaderos mapas de acciones posibles, la argumentación racional es esencial para la construcción de consensos o para la definición de las diferencias. Sobra añadir que la discusión racional es esencial para la solución de los conflictos y naturalmente preferible a estrategias destructivas del tejido social como la violencia.
2. El respeto a la tradición escrita en las ciencias se pone en evidencia a través del modo como las distintas teorías resuelven primero sus diferencias con las teorías anteriores y luego, sobre la base de ese trabajo, plantean las nuevas perspectivas. Las ciencias sociales y naturales decantan sus logros en textos, aunque existen grandes diferencias en las relaciones que se establecen con la tradición en los distintos campos. En la filosofía y en la literatura (campos que corresponden más legítimamente a las humanidades que a las ciencias sociales) los textos originales son fundamentales y no se concibe que alguien pueda ser reconocido como miembro de la comunidad sin haber entrado en contacto directo con esos textos. Las perspectivas de estudiosos importantes no caducan en ciencias sociales y sirven con frecuencia para impulsar los nuevos desarrollo. En cambio, en las ciencias naturales (o más genéricamente, en la ciencias empírico-analíticas) los textos originales son reemplazados por otros que utilizan lenguajes más sintéticos, por expresiones más acabadas, breves y precisas que reúnen distintos trabajos en una misma formulación o que se construyen con el propósito explícito de servir para la docencia. Aunque en las ciencias empírico-analíticas es muy importante el trabajo de los científicos experimentales, éstos confían en sus resultados en la medida en la cual tienen la certeza de que sus datos pueden ser interpretados por una teoría. Estas teorías, que constituyen representaciones desde el signo de lo que es común a series de acontecimientos, hacen parte esencial del trabajo experimental y de sus formas de control y de validación. Las teorías son el material básico que conserva la tradición escrita de
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