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Caballero De La Armadura Oxidada

JeSaReAv30 de Mayo de 2012

3.286 Palabras (14 Páginas)504 Visitas

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I. LA TRAMA DEL LIBRO

1. El dilema del Caballero.

“ A todos, alguna armadura

nos tiene atrapados.

Solo que la vuestra ya la habéis

encontrado” (p.16) (1)

Un hombre, que es aparentemente un honorable caballero, tiene una buena imagen de sí y cree haber identificado su vocación: salvar damas en peligro, destruir dragones, y luchar contra enemigos inicuos. El símbolo de la identidad del caballero es su armadura en la que se reflejaban los rayos del sol ante la admiración de la gente. Llegó a serle tan preciada que se veía y admiraba con ella ante el espejo y, un día, decidió ya no quitársela ni para comer ni dormir.

Nuestro hombre era casado y tenía problemas en el hogar porque Julieta, su mujer, inteligente, poetisa, tolerante y propensa al vino, empezó a reprocharle cada vez con más insistencia, su comportamiento. Cristóbal, el hijo de ambos, había ya olvidado el rostro de su padre siempre cubierto por la visera. En todo caso, el hombre juzgaba indispensable no quitarse la armadura pues podría ser requerido para salir súbitamente a liberar alguna dama en peligro.

El drama comienza cuando un día el hombre no puede quitarse la armadura. Julieta, que ya estaba casi harta, se rehúsa a creerle y, además comienza a desesperarse de tener que moler la comida para alimentar a su “férreo” marido a través de las ranuras de la visera. El caballero, a su vez, se desespera pues todo intento por quitarse la armadura es inútil. Incluso el herrero, la persona más fuerte del condado, fracasa en el intento. De esta manera el caballero se encuentra en un callejón sin salida: atrapado en su armadura y con la amenaza de abandono de su esposa.

Así, un día después de mucho titubear, el hombre decide abandonar su castillo y cabalgar buscando, fuera de la provincia, una solución a su tragedia. De casualidad, al ir a despedirse del rey, encontró a su bufón quien, entre rimas, tomó conocimiento del problema del hombre y le dijo. “Hay alguien que puede ayudaros, caballero, a sacar a la luz vuestro yo verdadero”(p.17), y le habló del legendario mago Merlín al cual encontraría en los bosques. El hombre se puso en marcha comenzando su febril búsqueda.

2. En los bosques de Merlín.

“!Estáis tan asustado! –dijo Merlín-

Por supuesto, por eso os pusisteis

la armadura desde el principio”

(p22)

El hombre duró meses cabalgando entre los bosques, cada vez más debilitado por la falta de alimento. Ahí tomó contacto con realidades en las que antes no pensaba: saber distinguir entre lo que podía o no comer del bosque; casi ahogarse al querer beber en los arroyos; no saber orientarse. Ya en condiciones físicas y mentales deplorables, halla a un apacible Merlín rodeado de animales y sentado bajo un árbol.

En su primer encuentro Merlín, amable pero incisivo, pone al caballero delante de su realidad: ha estado perdido toda su vida; le molesta conocer la verdad y deberá aprender a liberarse de la armadura en la que él mismo se atrapó.

Puestas las cartas sobre la mesa, empieza primero una etapa de “restauración”: Merlín y sus animales alimentan al desmejorado caballero; las ardillas le parten nueces y Merlín le da a beber “Vida”, pasando a través de una pajita, el líquido de una copa a las ranuras de la visera. Durante ese “noviciado” se suscitan otros diálogos en los que Merlín hace reflexionar al hombre sobre algunos de sus comportamientos y las motivaciones subyacentes de ellos. Éste reacciona cerrándose, respondiendo con brusquedad o empleando su recurso de evasión preferido: el sueño. No obstante, aquello lo va trabajando interiormente y, en los encuentros siguientes con Merlín, vuelve sobre el tema.

El hombre descubre un día con azoro que se puede comunicar con los animales pues ha comenzado a despertarse en él una más afinada percepción. Llega el momento en que el caballero plantea a Merlín la necesidad de partir y de reunirse con Julieta y Cristóbal con el propósito de ser un buen marido y padre.

Merlín, con su sabiduría, le hace comprender que es necesario conocer el parecer de ellos pues “...un Don, para serlo, debe ser aceptado, de no ser así es como una carga para las personas” (p.30). Deciden, pues, enviar una nota a Cristóbal por medio de Rebeca, la paloma. Después de una angustiante semana, Rebeca regresa con la respuesta: una hoja en blanco. El hombre, completamente abatido y viendo su triste situación, a pesar de su orgullo por ser “un gran caballero”, se derrumba y llora abundantemente hasta quedar dormido de agotamiento.

3. El sendero de la Verdad

“ Si – afirmó -, es una batalla diferente la que tendréis que librar en el sendero de la Verdad. La lucha será aprender a amaros”. (p 39)

Merlín anuncia al caballero que la estancia en el bosque ha terminado y que hay que ponerse en marcha. El hombre parece sin brújula: molesto de dejar lo que empezaba a acomodarle y sin saber qué hacer ni a dónde ir; sobretodo, sin motivación. Merlín recuerda al hombre su nuevo propósito: liberarse de la armadura y le insta a hacerlo por sí mismo. El mago le abre una nueva perspectiva: el cambio vendrá de la elección de un nuevo sendero, no de aquel por el que ha transitado hasta entonces el caballero perdido, sino el “sendero de la verdad”, empinado y angosto.

La lucha interna en el hombre es fuerte: el camino parece terrible pero, ¡más terrible es vivir esclavo en la armadura!. Merlín no obliga. Simplemente cuando el hombre, con resignación, decide aceptar el Mago lo refuerza al apreciar su valor.

Vienen nuevas decepciones: Merlín despoja al hombre de su caballo y de su espada pues es con otras armas que deberá enfrentar este nuevo desafío. Ardilla y Rebeca lo animan, al asegurarle que lo acompañarán para alimentarlo y orientarlo. Merlín entrega al hombre una llave indicándole que tendrá que atravesar tres castillos a lo largo del sendero: el del Silencio; el del Conocimiento y el de la Voluntad-Osadía. Le advierte que las salidas de los castillos únicamente las encontrará cuando haya adquirido el aprendizaje propio de cada castillo.

Merlín desaparece y el hombre se pone en ruta en compañía de Ardilla y Rebeca. Al día siguiente, luego de ardua jornada por su falta de destreza sin montura, el caballero se percata que parte de su visera se ha roto. Sus compañeras asienten y le hacen comprender que es por las lágrimas vertidas por el hombre, al recibir la carta en blanco de su hijo. Él medita: “¡Esto es!” gritó. “Las lágrimas de auténticos sentimientos me liberarán de la armadura”(p.41).

Ese día transcurrió con nuevos experiencias para el hombre, sobre todo en su manera de percibir la naturaleza, los animales, el entorno..., sobretodo a sus dos amigas quienes le hicieron descubrir la sutil diferencia entre “esperar” y “aceptar”: los humanos esperan y cosechan decepciones, los animales aceptan y disfrutan la vida. Él tuvo que admitir que, desde niño, había vivido de decepción en decepción por “esperar”… en lugar de aceptar y disfrutar la vida.

4. El Castillo del Silencio.

“Ponemos barreras para

protegernos de quienes

creemos que somos. Luego un

día, quedamos atrapados

tras las barreras y

ya no podemos salir”. (p. 47)

El caballero llegó al Castillo del Silencio y tuvo que entrar solo. Encontró una mudez sepulcral al punto que, ni el fuego de la chimenea chasqueaba. Estaba él, sólo, en un gran salón. Su sorpresa fue ver llegar al rey de su comarca quien le informó que solía recorrer el Sendero de la Verdad de vez en cuando para conocer más de sí mismo. Sus súbditos creían que salía a alguna cruzada.

El rey hizo notar al hombre la importancia de la soledad para poder dejar caer su armadura: mientras uno está con otros, no se bajan las murallas que ponemos para protegernos y dar una buena impresión. El rey declinó la insistencia del hombre para recorrer juntos el castillo y se marchó.

El Castillo del Silencio tenía la particularidad de carecer de puertas para poder avanzar: había primero qué comprender cosas de sí mismo en el silencio y de esa forma vislumbrar una enigmática puerta que aparecería por alguna de las paredes. El rey marchó por una puerta que sólo él percibió y traspasó el muro. Nuestro caballero quedó solo: Primero empezó a hablar en voz alta y a recordar pasajes de su infancia, luego se puso a cantar hasta cansarse y terminó por dejarse invadir por el silencio. Solamente al admitir que tenía miedo de estar solo percibió una enigmática puerta y pasó a otra habitación.

Así, recorrió tres o cuatro cuartos diferentes habiendo admitido varias verdades de sí mismo: siempre había tenido miedo de estar solo. Nunca había disfrutado del momento presente por pasársela hablando del pasado vivido o del futuro por vivir. Había ahogado la voz de Julieta al ponerse el yelmo y ella debió sentirse muy sola como él en ese momento. Su llanto por ella le dio acceso a un último compartimiento donde se encontró, por primera

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