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Capítulo 4 Todo por amor al hijo

Arturo OddoResumen13 de Noviembre de 2016

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El normal caos del amor - Beck, U., Beck-Gernsheim, E.

Capítulo 4 Todo por amor al hijo

I. El deseo de tener un hijo hoy día

Desde los años sesenta se puede observar un claro descenso de la natalidad en los países altamente industrializados. Actualmente, el amor al hijo se ha convertido en un tema, sobretodo de revistas para padres y de asesores educativos; en una materia de consejos pedagógicos y normas de comportamiento. En los siglos anteriores matrimonio y paternidad estuvieron directamente vinculados. Eso no quiere decir que los hombres y mujeres fueran más amantes de los niños que hoy en día. En la sociedad preindustrial se necesitaba a los hijos primeramente por razones económicas: como fuerza de trabajo, como seguro de veje para los padres, como herederos de los bienes y el nombre.  A finales del siglo XX, el matrimonio y la paternidad ya no estaban tan vinculados como antes, en parte por los cambios económicos. Se pasa “del hijo como riqueza al hijo como carga”. En las últimas décadas el coste de un hijo ha subido vertiginosamente.

El hijo como experiencia de sentido y como autoexperiencia

Actualmente, quienes deciden tener hijos seguramente no lo hacen porque esperan ventajas económicas. Predominan otros motivos que responden a necesidades emocionales de los padres, desde  fines del siglo XX los hijos tienen sobretodo una función de “beneficio psicológico”. Tener hijos se relaciona en creciente medida con el deseo de un sentido y un arraigo y al mismo tiempo con una “exigencia de felicidad” que apunta al placer de tener una relación. Al igual que el matrimonio, la relación entre padres e hijos se caracteriza cada vez más por la desaparición de una causa común, la relación se libera de los intereses económicos y se abre a intereses, esperanzas y deseos privados. Además, la relación se determina progresivamente por las crecientes necesidades emocionales que se generan en el curso del proceso de individualización.

En la sociedad altamente industrializada, la gente está entrenada constantemente para realizar un comportamiento racional según sus fines, para segur las leyes de la competencia y la carrera, ser rápido, eficiente y disciplinado. El hijo, sin embargo, representa el otro lado, el lado natural. El hijo, su educación y su cuidado, pueden crear nuevas referencias de sentido y de valores, incluso convertirse en el centro de sentido de la experiencia privada. La idea de los hijos como sentido y objetivo de vida está extendida sobretodo entre gente con poca formación.

¿Sin hijos por amor al hijo?

Al deseo de tener hijos se lo oponen obstáculos, por ejemplo, el deseo de la propia vida que se genera en la sociedad individualizada y que afecta la planificación de vida de hombres y mujeres. En la sociedad moderna, la paternidad se ha convertido cada vez más en una tarea responsable. Y esta responsabilidad creciente se percibe ahora como carga y obstáculo en el proceso de decisión. “No podemos permitirnos un hijo” expresa las exigencias de las parejas jóvenes respecto a su nivel de vida, pero también expresa el nivel de vida que quieren ofrecerle a su hijo y están casi obligados a ofrecerles si siguen las indicaciones de los expertos. Las exigencias económicas son sólo una parte, las indicaciones de los expertos abarcan mucho más. Con el argumento de las exigencias que se asocia con tener hijos y su educación, se impone un nuevo modelo de decisión, que se puede resumir como “la responsabilidad prima sobre el deseo de tener hijo”, es decir, por el amor al hijo se renuncia a él.

Hijos planificados

Tener hijos, lo que en otro tiempo parecía los más natural del mundo, para muchos grupos se ha convertido ahora en algo muy complicado. Nada funciona ya de forma espontánea, todo pasa por la cabeza: la nueva mujer cuestiona y problematiza. La pregunta por los hijos se ha objetivado.

II. La preparación de cara al hijo

Lo que la mujer (y a veces también el hombre deberían hacer de cara al embarazo)

Hoy en día no basta con una buena alimentación para crear las mejores condiciones de salud para el hijo. Cuanto más progresa la medicina más cosas hay que tener en cuenta.

El niño aún no nacido: un ser tierno y vulnerable

La ampliación del papel médico juega un rol central en la investigación prenatal. A la embarazada que no sigue los consejos voluntariamente se la presiona enseguida con el amor al hijo, ya que el niño está completamente indefenso. Se le enseñan con todo detalle los riesgos para el no nacido. La futura madre ideal se adapta completamente al desarrollo del niño que lleva dentro; se le aconseja un cambio total en su forma de vida.

El tema de cómo y dónde del parto se ha convertido en un tema muy discutido. En el siglo XIX la mayoría de los niños nacieron en casa. Luego, en el transcurso del siglo XX empezó a imponerse el parto en la clínica, hasta convertirse en la forma normal. En la actualidad ya no existe nada normal. Hay discusiones vehementes que no llegan a consenso. Puede que el embarazo sea algo natural, pero en nuestra época ya no existe la naturaleza pura, siempre está administrada por los expertos, el saber de la experiencia está devaluado.

Excurso: en el círculo del amor de la exigencia de la responsabilidad y de la inseguridad

Existen datos que indican que el interés y la receptividad de los consejos de los expertos no son recibidos de modo igual entre todos los grupos. Especialmente sensible al mensaje pedagógico son: las mujeres de clase media con buena formación propia, que viven en la ciudad, que esperan a su primer hijo y que pertenecen al grupo de madres tardías, es decir, que ya son de una edad avanzada.

El cambio en el comportamiento de los padres que se observa tiene una lógica interna, el amor al hijo conduce, bajo las condiciones de la modernidad, inevitablemente a un dilema que lleva a consejos pedagógicos.  La obediencia a la que se ven sometidos los padres responde a varios elementos: la inseguridad, el principio de responsabilidad, consejos opuestos, intentos de escapatoria y el amor como efecto amplificador. Lo que a primera vista aparece una “paranoia de la educación” por parte de los padres no es sino el resultado de la lógica circular de amor, exigencias de responsabilidad e inseguridad.

El diagnóstico prenatal como deber tutelar

En la época de la civilización técnico-científica, el embarazo ya no se considera como un acontecimiento natural, sino fundamentalmente como un estado problemático que requiere exámenes especiales de prevención y controles médicos. El diagnóstico prenatal conduce en línea directa hacia un nuevo pensamiento sobre la seguridad. Este pensamiento, remite sin duda también a los intereses propios de los padres que quieren protegerse de las dificultades que significaría tener un hijo deficiente. Pero tampoco cabe duda de que a menudo también se trata de un pensamiento sobre la seguridad en beneficio del hijo. Cuanto más avanza la investigación genética más posibilidades de intervención se ofrecen. Actualmente, hay que reflexionar sobre las posibilidades de acción antes del parto. Pronto quizás se puedan escoger, descartar y combinar de manera acertada las características genéticas de la descendencia.

III. El deseo de tener un hijo sin poder tenerlo: el comienzo de una carrera de paciente

¿Qué hacer si se quiere tener un hijo y no se puede? Se calcula que entre actualmente entre un 10 y un 15% de las parejas tienen problemas de fertilidad. Para ellos, la medicina moderna ofrece un amplio abanico de tratamientos, desde el tratamiento hormonal hasta la fertilización in vitro o la fertilización artificial. Pero estos tratamientos traen consecuencias negativas como la regulación de la sexualidad, la aplicación de los tratamientos es larga y ocupa mucho tiempo, está relacionada con limitaciones considerables de forma de vida, con riesgos para la salud y con estrés emocional.

La dependencia psíquica

Tenga o no éxito el tratamiento de fertilización, produce una situación de tensión y expectación permanente. Lo que transcurre en u caso normal de forma invisible e imperceptible, escondido en el cuerpo de la mujer, mediante la tecnología se divide en etapas aisladas, se saca a la luz, se hace visible. Esto tiene un efecto emocional muy fuerte en las mujeres/parejas en tratamiento, de acuerdo con estudios cualitativos, la consecuencia es una dependencia psíquica.

La montaña rusa de los sentimientos

Entre esperanzas y miedos, la carga emocional por las que pasan las mujeres que se someten a tratamientos de fertilización es muy grande. Esto no es casualidad, sino que está estrechamente ligado a la técnica. El oscilar entre la euforia y la depresión es una reacción más bien extendida en relación con la “omnipotencia” de la técnica, frente a la cual la mujer se siente impotente, entregada por sus deseos de tener un hijo. Incluso los pioneros de la tecnología de la reproducción empiezan a vislumbrar que eta técnica conlleva ciertos peligros: el revés de la técnica se encuentra en la esperanza y en la decepción, el dolor físico y psíquico de miles de mujeres y hombres que creyeron haber alcanzado casi la meta de sus deseos al someterse al programa de reproducción.

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