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Cuando El Odio Invade El Alma


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2014  •  1.406 Palabras (6 Páginas)  •  205 Visitas

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Cuando el odio invade el alma

En este ensayo utilizaremos la historia “Abel Sánchez” de Miguel de Unamuno, para comprar la relación entre dos amigos, Joaquín Monegro y Abel Sánchez. Ambos fueron criados a la par y por lo tanto, se sienten como hermanos. A medida que pase el tiempo, Joaquín dudará si este vínculo es real ya que sentirá que Abel siempre intenta superarlo.

En primer lugar, desde un principio, podemos ver la figura de Joaquín como un personaje que no le va mal en la vida, aunque siente una incontenible envidia hacia su amigo Abel. Ésta se agudiza cuando su amigo adquiere un admirable éxito como pintor y aún más cuando éste se casa con la mujer de la que ambos estaban enamorados, Helena. A pesar de los intentos de Joaquín por olvidarse de la pasión que lo devora y llevar una vida normal (su matrimonio con Antonia, su hija, su carrera como médico) no logrará desprenderse de su destructiva envidia jamás y llevará su odio hasta las últimas consecuencias. Haciendo objeto de su venganza a Abelín, hijo de Abel y Helena, lo casará con su propia hija. Pese a todo, Joaquín no nos parece una persona cargada de maldad, sino más bien nos mueve a compasión, como víctima de un mal intrínseco, es decir, propio de él. El mismo Unamuno parece querer decírnoslo así: “Al final de su vida atormentada, cuando se iba a morir, decía mi pobre Joaquín Monegro: “¿Por qué nací en tierra de odios? En tierra en que el precepto parece ser: “Odia a tu prójimo como a ti mismo”. Porque he vivido odiándome; porque aquí todos vivimos odiándonos….”. Él habría querido llevar otra vida, pero su enfermedad se lo ha impedido.

Por otro lado, Abel, sin ser ni bueno ni malo, es un hombre que ha obtenido todo sin tener que luchar por ello. Un ejemplo seria su carrera, la cual eligió por el dinero y por la fama que ésta le otorgaría. Escribe Unamuno en una conversación entre ellos: -“Pues, ¿por qué te has dedicado a la pintura?” a lo que Abel responde: “Es un oficio que promete, que da dinero”. Estas eran las cosas que a Joaquín más rabia le daban. Aquel muchacho se dedicaría a la pintura y ganaría mucha más gloria y popularidad que él dedicándose a la investigación científica.

En segundo lugar, para poner atención en la relación de enemistad que ambos tenían, es necesario poner énfasis en los inconvenientes que viven desde su niñez en el colegio, donde, según Joaquín, Abel buscaba ser mejor que él y llamar la atención de todos sus compañeros. En una ocasión Unamuno escribe: “Ya desde entonces era él el simpático, no sabía por qué, y antipático yo, sin que se me alcanzara mejor la causa de ello, y me dejaban sólo”. “Desde niño me aislaron mis amigos.” Durante los estudios del bachillerato, Joaquín siguió siendo el que sobresalía, más por su aplicación que por su inteligencia, el que iba a la caza de los premios y el que primero ingresaba al aula y entablaba conversaciones con los profesores. Por el contrario, Abel continuó siendo el que hacia reír con sus gracias, el que siempre llegaba tarde a clase porque se entretenía en el patio, en la calle, o en el campo, y el que obtenía aplausos por las caricaturas que realizaba. “Tú eres fúnebre –solía decirle Federico Cuadrado a Joaquín-, tus chistes son chistes de duelo”#. De esta manera, y con estas provocaciones, Joaquín afirmaba cada vez más su odio hacia su hermano.

Cabe destacar que otra de las personas que desató esta rivalidad entre los hermanos es Helena. Ésta mujer, prima y pretendiente de Joaquín, al conocer a Abel se enamoró profundamente de él provocando una gran disputa entre los mejores amigos. Como finalmente Abel decide casarse con ella, Joaquín se enfada, no solo con él, sino consigo mismo por su mala suerte. Desafortunadamente, es invitado al casamiento, al cual concurre y comienza a hundirse en una gran depresión, desesperado, torturándose en todo momento al verlos a Helena de blanco y a Abel de traje. Escribe Unamuno en una oportunidad: “Creo que se me paró el corazón.

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