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De Sarmiento A Los Simpsons

Marcos1984s13 de Noviembre de 2014

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DE SARMIENTO A LOS SIMPSONS

CINCO CONCEPTOS PARA PENSAR LA EDUCACIÓN CONTEMPORÁNEA

POR

Marcelo Caruso y Inés Dussel.

Editorial Kapeluz.

Primera edición:

2001.

Este material es de uso

exclusivamente

didáctico.

2

ÍNDICE

Prólogo…………………………...……………………………………………………………………...9

Introducción………………………..…………………………………………………………………..11

Cultura y escuela……………………………..………………………………………………………15

Concepciones unitarias y binarias de la cultura.

Los terceros en discordia: las debilidades del binarismo.

Hacia conceptos plurales.

La escuela y las culturas contemporáneas.

La cultura escolar: ¿homogénea o pluralista?

Yo, tú, él: ¿quién es el sujeto?.............................................................................................................33

Sujeto/subjetividad: conceptos para la identidad.

Sujeto, poder y deseo. . Los sujetos educativos hoy.

Te llevo bajo mi piel: el poder en la escuela………………………………………………………….55

La caída de los ídolos, o el poder imposible de la neutralidad.

Poder, consenso y obediencia: visiones clásicas.

Del poder a los poderes.

Lo que Ud. quería saber sobre la desconstrucción

y no se animaba a preguntarle al currículum………………………………...………………….…69

La insoportable levedad del sentido. . Genealogía del currículum.

El currículum y las obsesiones pedagógicas de la modernidad.

El currículum como texto.

Hacia una matriz abierta.

Modernidad y escuela: los restos del naufragio………………………..………………………….89

Revisando el optimismo pedagógico.

Versiones argentinas de la modernidad educativa.

Síntomas de la crisis.

Posindustrialismo y caída del Muro: nuevas condiciones para la escolarización.

La posmodernidad y la crítica de la sociedad transparente.

Las escuelas buscan un lugar en el mundo: ¿quedará espacio para un mito transformador?

Bibliografía…………………………..…………………………………………………………….105

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Yo, tú, él: ¿quién

es el sujeto?

Yo me convierto en piedra y mi dolor persiste. Y si cierro los

ojos, ¿cómo saber si lo que tengo es realmente dolor?

¿Qué clase de sufrimiento puede imputársele a las piedras?

Wittgenstein

Nuestra exploración aborda ahora el tema de los sujetos. La metáfora de Italo Calvino sobre el

arco y las piedras parece dejarnos el segundo lugar pero, como dice Wittgenstein, pensar sobre los

sujetos es un poco "imaginar lo que no puede serlo", como imaginar las piedras con conciencia. Y sin

embargo, ¿por qué no?

Para abordar esta paradoja, vayamos por partes.

La educación es, indudablemente, una actividad humana. Cualquiera sea la definición del término

que adoptemos, apuntará a la realización de deseos o expectativas puestas en otro (adulto, niño),

tratando de formar, indoctrinar o desarrollar ciertos rasgos y no otros. En este sentido, la educación

siempre ha guardado una dimensión de futuro. Toda teoría educativa, dice el filósofo inglés Alisdair

MacIntyre, puede reducirse a dos propósitos: la educación para un puesto o plaza social, o la

educación de las capacidades inherentes al individuo. En general, en los sistemas educativos modernos

ha primado la primera visión (MacIntyre, 1990).

Pero la cuestión de la perspectiva con la que trabajamos no es sólo una posibilidad para el futuro,

sino una cuestión del presente1. El sistema educativo y los docentes trabajan con identidades

supuestas. La escuela trata de contener al niño, de iniciar al infante, de socializar al adolescente. Hoy,

estas categorías que definían a los que se sentaban en las aulas están en plena transformación. Veamos

los casos de la infancia y la adolescencia.

Se ha señalado recientemente que la infancia se ve acorralada por una temprana "juvenilización",

prediciendo algo así como la desaparición de la infancia. En un artículo reciente, se subrayan los

efectos del consumismo y de las nuevas relaciones paterno-filiales en la construcción de teorías, por

parte de los chicos, sobre la sexualidad y la procreación. También se señalan las nuevas demandas

hacia los adultos para trabajar estos temas, teniendo en cuenta que los chicos vienen "informados hasta

el detalle" pero siguen compartiendo los mismos temores y atracciones que los de otras generaciones2.

En, términos pedagógicos, la infancia como una posición desigual de acceso al conocimiento está

en discusión. Por un lado, como se argumentó en el capítulo anterior, la proliferación de medios de

comunicación pone al alcance de los chicos grandes masas de información y maneras novedosas de

procesamiento. Para algunos, esta nueva posibilidad pone a la infancia en proceso de "desaparición"

(Postman, 1984). Dos investigadores argentinos, Ricardo Baquero y Mariano Narodowski, han

1 Por ejemplo, si una niña indígena, emigrada al Gran Resistencia y en cuya casa se habla toba, es impulsada a hablar

castellano como primera lengua es porque la expectativa sobre su futuro se encuentra en una sociedad donde tal lengua

predomina. Relegar su lengua familiar para instruir en otra supone un beneficio futuro. Esto es, cuando el currículum o el

maestro plantean opciones cuentan -no siempre de manera conciente- las imágenes de futuro que les atribuyen a los chicos.

Estas imágenes producen efectos. Si se cree que la niña toba puede aspirar a integrar el servicio doméstico de alguna casa de

la ciudad de Resistencia, el maestro puede justificar que es más importante que la niña obedezca, comprenda consignas y

tenga habilidades básicas -como la lectoescritura y la aritmética elemental- que el acceso a las ciencias naturales, al

multiculturalismo de la sociedad chaqueña, a la historia regional. Este maestro está trabajando con un sujeto supuesto.

También lo haría en el caso contrario: si quisiera enseñarle instrumentos para que acceda a un empleo mejor, a través del

conocimiento de las leyes laborales, el estudio de las condiciones productivas de la región, o bien a través del inglés y la

computación: en todos los casos, hay un sujeto supuesto que estructura el vínculo.

2 Véase el artículo de Roxana Russo, "¿Tu novio usa calzoncillos y también usa pito?", en Página/12, Buenos Aires,

domingo 30 de octubre de 1994, p. 14

4

criticado tal postura: para ellos, el que nos encontremos en la sociedad de la información no significa

que todos nos posicionemos ante los medios de comunicación con las mismas herramientas y

posibilidades de lectura y comprensión (Baquero y Narodowski, 1994). Por otro lado, algunas

investigaciones acerca de lo que significa aprender en la "sociedad de la información" han-confirmado

que no sólo los accesos a la misma son heterogéneos según la clase social y sexo sino que las

valoraciones que se hacen de la información son fundamentalmente distintas (Tully, 1994).

En todo caso, la discusión manifiesta que este sujeto supuesto -"la infancia" o "la niñez"- que está

en la base de la tarea escolar está sufriendo transformaciones. El sentido popular lo expresa de

diversas maneras: "los chicos de ahora son más inquietos", "más cuestionadores", "más desinhibidos",

"ahora aprenden más rápido"; en definitiva: "los chicos ya no vienen como antes".

Paralelamente, la identidad adolescente/juvenil también ocupa un lugar distinto. Es cierto que

hasta hace un siglo la juventud casi no existía como etapa vital, ya que se pasaba de la niñez al mundo

del trabajo o directamente a tener una familia propia. Para algunos sociólogos, la juventud -y más aún

la adolescencia- es producto de la escolarización masiva, que ha abierto un interregno entre la primera

infancia y la asunción de responsabilidades "completas" en el mundo laboral y social. En los últimos

años, esta etapa se ha extendido en longitud. En los países europeos, todo estudio que tome a la

juventud como sujeto llega hasta los 30 años. Otro cambio muy importante ha sido el desplazamiento

del lugar que la identidad juvenil ocupa en la sociedad (Lenzen, 1991).

Hoy la juventud es más prestigiosa que nunca, como conviene a culturas que han

pasado por la desestabilización de los principios jerárquicos. La infancia ya no

proporciona un sustento adecuado a las ilusiones de felicidad, suspensión

tranquilizadora de la sexualidad e inocencia (...). La juventud es un territorio en el

que todos quieren vivir indefinidamente (Sarlo, 1994).

¿Cómo podrán esos jóvenes, -esos sujetos que la propaganda y los mensajes, masivos ponen en un

pedestal- sentarse 40, 80 minutos, o toda una mañana ante

...

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