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Discurso


Enviado por   •  23 de Febrero de 2015  •  Síntesis  •  4.934 Palabras (20 Páginas)  •  242 Visitas

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Una vez se cuenta con la información obtenida durante la etapa previa de investigación, esta debe traducirse en el discurso que el orador va a pronunciar. El núcleo central del discurso será la idea que se pretende transmitir, a la que habrá que dar forma de modo que atraiga, interese y convenza. Se trata de saber cómo decir lo que se quiere decir. Para organizar bien un discurso e ir al núcleo de la cuestión ya elaboré un documento que debe andar por alguna parte.

A partir de ahora, cuando hable de discurso me voy a referir al conjunto de todas las intervenciones que realizará un equipo.

Un buen discurso tendrá las siguientes características:

Agilidad: frases cortas, que son más fáciles de pronunciar y entonar por parte del orador, y sobre todo, de recordar por el público. Hay que tener cuidado, sin embargo, para no caer en lenguaje telegráfico.

Que exprese mensajes veraces, concretos, relevantes y sin ambigüedades. En otro foro más cínico quizá habría omitido la necesidad de veracidad, pero en este creo que es importante tenerla en cuenta.

Adecuación (tanto en el fondo como en la forma):

a la audiencia (cantidad y características). El discurso siempre debe redactarse desde el punto de vista de quien lo va a escuchar. Los aspectos fundamentales son el nivel cultural, grado de conocimiento del tema, sus inclinaciones personales con respecto al tema, etc. Aunque el orador conozca en profundidad la materia, no debe dar ningún dato por sabido. No será incorrecta la utilización de tecnicismos, siempre y cuando se acompañen de una explicación acerca de su significado para asegurar su comprensión por parte de todos los oyentes.

al lugar en que se pronuncie el discurso (dimensiones, materiales, características…).

al tiempo.

a las características del propio orador.

Corrección. En dos sentidos. Por un lado, corrección “técnica”, es decir, semántica, morfológica y sintácticamente. Por otro, el discurso debe pronunciarse siempre con educación y respeto hacia todos los interlocutores, jurado y público.

Flexibilidad. El discurso debe estar preparado de antemano, pero a la hora de exponerlo debe tenerse un alto grado de flexibilidad con respecto al texto, ya que:

incluso el lenguaje escrito más dinámico resulta poco natural cuando se traslada literalmente a palabra hablada. El orador debe hacer suyas las palabras que ha preparado, y demostrar que está firmemente convencido de sus afirmaciones.

durante el debate pueden haber surgido aspectos interesantes relacionados con el contenido de la exposición que deben ser respondidos. Se trata de tener agilidad mental y capacidad de improvisación para adaptar las intervenciones al curso del debate.

Para asegurar un equilibrio entre la preparación y la espontaneidad, el orador puede preparar un archivo o fichero con bloques de argumentos, que le servirán como complemento a sus exposiciones. Cada bloque tendrá un título, y contendrá todas las evidencias (ejemplos, citas, datos, etc.) que respalden el mismo argumento genérico. La organización de los argumentos es fundamental a la hora de emplearlos.

ESTRUCTURA

Realizar exposiciones ordenadas ayuda al jurado a seguir la línea de pensamiento del equipo. Podemos distinguir entre:

Estructura del discurso: orden lógico de las ideas a exponer. El criterio de ordenación puede ser muy diverso en función de la estrategia adoptada, pero el conjunto debe presentar coherencia (exponiendo, por ejemplo, causas antes que efectos). El objetivo es facilitar la comprensión por parte de aquellos que lo escuchan y tienen que valorarlo.

Estructura interna de cada intervención: introducción, cuerpo y conclusión. Se trata de una estructura base para todas las intervenciones, sea cual sea el turno en el que se encuentre el orador.

LENGUAJE

Un buen orador utiliza un lenguaje correcto y un vocabulario amplio para dar a sus ideas una forma elegante y efectiva. Algunos de los aspectos que debe cuidar son:

Corrección sintáctica y morfológica en la composición de las oraciones.

Corrección semántica (utilización de la palabra precisa para la idea que quiere expresar)

Riqueza de vocabulario (huyendo de palabras pretenciosas). Se trata de disponer de palabras adecuadas en todo momento. Es útil:

El conocimiento y la utilización de sinónimos y antónimos (leyendo, por ejemplo).

Trabajar sistemáticamente en la ampliación de vocabulario (leyendo, por ejemplo).

Intentar evitar el uso de palabras excesivamente técnicas, vocablos extranjeros… que puedan no ser comprendidos por el público.

Además de una exposición correcta, un orador que pretenda convencer debe asegurarse de que es escuchado. Un buen discurso debe ser dinámico, ameno (divertido cuando la ocasión lo permita) y atrayente, que despierte y mantenga el interés de la audiencia y la involucre en la causa que se está defendiendo. Para ello puede servirse de distintas técnicas:

Utilización de imágenes, figuras literarias y recursos estilísticos. Adornan el discurso y lo hacen más gráfico. Algunos de ellos (metáforas, símiles, refranes, etc.) forman parte del lenguaje cotidiano, de modo que en ocasiones son utilizados sin tener consciencia de ello.

Utilización del humor; para escapar de situaciones de tensión, romper el ritmo en un momento determinado, ganarse el favor de la audiencia, etc.

No obstante, ya sabéis que, para mí, una palabra vale más que mil imágenes, de ahí que no os pida que utilicéis presentaciones informáticas ni nada por el estilo. Vuestro cuerpo y vuestro discurso deben ser elocuentes por sí mismos.

ASPECTOS FORMALES

Cada persona tiene una manera diferente de hablar, y es importante que cada orador imprima su sello personal en sus intervenciones. Sin embargo, hay requisitos que deben cumplirse en todo caso:

Correcta y clara pronunciación. No se puede pedir a la audiencia un doble esfuerzo: por un lado comprender las ideas que subyacen en el discurso y por otro, entender las palabras que salen de boca del orador. El primero es inevitable, pero es requisito imprescindible de un buen orador tener una pronunciación clara y precisa, para facilitar una comprensión inmediata. Vocalizar.Es importante que la pronunciación no sea forzada, ya que se perdería naturalidad. Como toda capacidad, la pronunciación puede entrenarse. Existen diversas prácticas que permiten mejorar la dicción. Algunas de ellas, que vienen de los tiempos de Cicerón, son:

Leer en voz alta a diferentes velocidades

Hablar o pronunciar un discurso con un bolígrafo o similar entre los labios.

Hablar en voz alta tomando conciencia del movimiento

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