El Poder Presidencial Y Los Recursos Nacionales

Poder Presidencial y los Recursos Nacionales

Introducción.

El presente ensayo se ubica en el análisis del Poder Presidencial y los Recursos Nacionales en los periodos presidenciales de Luis Echeverría Álvarez, 1979-1976, y José López Portillo, 1980 a 1982, los cuales estuvieron caracterizados por crisis recurrentes que profundizaron los problemas económicos y políticos que el país venía acarreando desde los sexenios anteriores. En este sentido, el poder presidencial y el uso de los recursos nacionales se ejercía desde una óptica paternalista, protagónica y enfocada principalmente a administrar las crisis, con ello favorecer a grupos empresariales privilegiados y a controlar los grupos que representaban una amenaza para la administración y el poder.

Desarrollo

Luis Echeverría Álvarez enfrentó las repercusiones de la política económica de gobiernos anteriores caracterizada por un enorme gasto público debido al aparato burocrático implementado para sostener al Estado como motor de la economía, financiado por una excesiva oferta monetaria y endeudamiento externo y un fuerte déficit en la balanza de pagos. El excesivo endeudamiento externo y el desequilibrio de la balanza de pagos propiciaron la devaluación de la moneda, por tanto se decretó la flotación del peso, que para ese entonces se sostenía fijo de manera artificial.

Lejos de pensar en estructuras gubernamentales más delgadas y eficientes, en este periodo se fomentó el paternalismo al otorgar al Estado Mexicano el papel de rector del desarrollo, a través de la inversión pública como recurso nacional y como la fuerza clave para dirigir el crecimiento, y donde se pensaba además que para superar la crisis era necesario el crecimiento del propio Estado. Es decir se daba al Estado un papel protagónico, situación por demás incoherente pues a todas luces se vislumbraba que lo único que ocasionaba era el crecimiento del gasto público, lo que generaba una carga pesada para el país. Este paternalismo también se fomentó con lo que se denominó neopopulismo, es decir, el fortalecimiento del Estado para iniciar una nueva etapa de desarrollo cuyos objetivos serían atenuar las diferencias sociales heredadas de periodos anteriores. Sin embargo esta política sólo generó dispendio de recursos e ineficiencia de las estructuras administrativas implantadas para generar el tan buscado desarrollo. Los beneficiados de esta política fueron los grupos industriales que no invirtieron sus ganancias para generar una infraestructura productiva fuerte, y los afectados fueron la gente del campo a quienes no les llegó los frutos del esperado desarrollo.

Pero el poder presidencial paternalista y protagónico no sólo servía para intentar orientar la política económica del país. También servía para aplacar, entre otros, a grupos de campesinos y periodistas que les representaban problemas debido a sus acciones y actitud crítica. Una muestra de ello, la menciona Elena Gallegos al decir que “en octubre de 75, en la rica zona del Valle del Yaqui, en Sonora, miles de campesinos se posesionaron de más de 17 mil hectáreas pertenecientes a prósperos productores. El Ejército entró a desalojarlos…Se aseguran desde entonces que todos esos hilos los movió, por instrucciones giradas desde Los Pinos Augusto Gómez Villanueva, uno de los hombres más cercanos al presidente”. (Gallegos E., 2000).

Con la llegada de López Portillo a la presidencia en 1976, el neopopulismo y protagonismo retoma vigor con el descubrimiento de yacimientos petroleros. Con ello la explotación de las reservas petrolíferas nacionales, como recurso nacional estratégico, sería el nuevo pilar que haría factible el desarrollo y la riqueza nacional. El petróleo resolvería la falta de capital nacional con el que se podrían hacer las inversiones que el país requería. Se hablaba que el petróleo permitiría administrar la riqueza y corregir las fallas estructurales de la economía mexicana, como la creación de empleos, la eficiencia industrial y la autosuficiencia alimentaria, ampliar la red de comunicaciones y mejorar los sistemas educativo y de protección social. Al respecto, en el texto de apoyo de la Unidad 4 se señala “El discurso oficial hizo énfasis en que la explotación, refinación y venta del petróleo permitiría consolidar un futuro, donde el derecho al trabajo sería una realidad y cuyas remuneraciones facilitarían alcanzar un mejor estilo y calidad de vida. Por tanto, alentó la expansión económica del país y adoptó el endeudamiento como estrategia, considerando que podría financiarlo con las divisas provenientes de las exportaciones petroleras.” (UVM, Texto de la Unidad 4, página 6).

Por su parte, la crisis política del sexenio se resolvió otorgando espacio legal a los partidos opositores y aprobando subsidio federal para todas las organizaciones, es decir fomentando el paternalismo y el engrosamiento del gasto público en estructuras improductivas e ineficientes, y que ahora representan una pesada carga para el pueblo quien los elige y las sostiene.

Con el talismán del petróleo, México logró nuevos préstamos externos que no resolvieron los problemas del país sino que los complicaron pues la deuda externa se convirtió en un verdadero lastre para la economía. Además con la crisis mundial de petróleo, en que los precios vinieron abajo, todas las esperanzas y oportunidades de crecimiento se desvanecieron, y los sueños de administrar la riqueza fueron contrastados con la cruda realidad, que no era otra cosa que mal administrar la crisis.

Al respecto, el texto de la Unidad 4 señala “López Portillo denominó a su estrategia económica Alianza para la Producción, misma que dividió en tres partes: dos años para superar la crisis, dos para la consolidación de la economía y los últimos dos serían de auge y de crecimiento acelerado. Fundamentó su política en la explotación de las reservas petrolíferas descubiertas poco después de su llegada a la presidencia. Sin embargo, por la mala administración

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