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El principe (Nicolas Maquiavelo) Resumen


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2017  •  Resúmenes  •  3.990 Palabras (16 Páginas)  •  492 Visitas

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CAPITULO I
De las distintas clases de principados y de la forma en que se adquieren

Todos los Estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, han sido y son repúblicas o principados. Los principados son hereditarios, cuando una misma familia ha reinado en ellos largo tiempo. Los dominios así adquiridos están acostumbrados a vivir bajo un príncipe o a ser libres; y se adquieren por las armas propias o por las ajenas, por la suerte o por la virtud. El principado es tu tipo de gobierno en la que el jefe de estado es un príncipe.

CAPITULO II
De los principados hereditarios

Este capítulo señala como pueden y deben gobernarse los principados. Hay muchas menos dificultades en conservar los estados hereditarios acostumbrados a la familia de un príncipe, que los estados nuevos, pues basta para conseguirlo que el príncipe no se aparte del camino seguido por sus antepasados y se amolde a los acontecimientos. Un ejemplo de esto: en Italia, al Duque de Ferrara, a quien no pudieron arruinar los ataques de los venecianos, en el año de 1484; ni los del Papa Julio, en el de 1510, por el único motivo de que su familia se hallaba establecida de padres en hijos, mucho tiempo hacía, en aquella soberanía.

CAPITULO III
De los principados mixtos

Cuando un principado es nuevo se tropieza con verdaderas dificultades. El deterioro de su posición  es consecuencia natural y necesaria del mismo cambio que acaban de tener, porque todo nuevo príncipe se ve obligado a maltratar a una persona. Toda adquisición acarrea siempre en número infinito. Un ejemplo fue que Luis XII rey de Francia, perdiera a Milán con la misma prontitud con que lo había conquistado, solo basto una vez para que las fuerzas de Ludovico Esforcia se lo arrebatara de las manos, el pueblo que le había abierto las manos al rey pronto se vio decepcionado en la esperanza de mejor suerte que tenía y no tardó en cansarse del nuevo príncipe. Uno de los medios mejores y más eficaces seria que el nuevo príncipe fuese a habitar en el país conquistado, así se haría más segura y duradera la posesión. Otro medio excelente consiste en enviar colonias a uno o dos lugares que sean como las llaves del país, de no hacerlo así, es menester reunir numerosas tropas.
El nuevo soberano de una provincia que tenga costumbres distintas de las de su estado, debe también dirigir y proteger a los vecinos menos poderosos y al mismo tiempo ingeniarse por debilitar el estado contiguo más poderoso, impidiendo sobre todo que ponga allí los pies ningún extranjero tan poderoso como él. El príncipe que anexe una provincia con organización y costumbres diferentes a la suya debe convertirse en defensor de los vecinos menos poderosos para debilitar a los de mayor imperio y cuidarse de que entre a su estado un extranjero tan poderoso como él ya que se le adhieren todos los que sienten envidia del que es más fuerte ya que enseguida y de buena gana forman un bloque con el Estado invasor.

CAPITULO IV
Por qué el reino de Darío, conquistado por Alejandro, no se sublevó contra sus sucesores de la muerte de éste

Consideradas las dificultades que encierra el conservar un Estado recientemente adquirido, alguien podría preguntarse con asombro a qué se debe que, hecho Alejandro Magno dueño de Asia en pocos años y muerto apenas ocupada, sus sucesores, en circunstancias en que hubiese sido muy natural que el Estado se revelase, lo retuvieron en sus manos sin otros obstáculos que los que por ambición surgieron entre ellos. En los países regidos por un príncipe y por esclavos, tiene aquél infinitamente más autoridad, porque en todos sus estados nadie reconoce a más soberano que él. Un príncipe elige de entre sus siervos, los ministros que lo ayudarán a gobernar, o por un príncipe asistido por nobles que, a la antigüedad de sus ascendencias, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen estados y súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen natural inclinación. Mientras que en los Estados que eran gobernados por un príncipe asistido por siervos, el príncipe goza de mayor autoridad porque en toda la provincia no se reconoce a otro soberano, sino a él, y si se obedece a otro, sólo se le hace por tratarse de un ministro o magistrado del príncipe.

CAPITULO V
Cómo hay que gobernar las ciudades o los principados que antes de ocupados de regían por sus propias leyes

Si los estados adquiridos en las condiciones dichas están acostumbrados a regirse por sus leyes y a vivir libres, el que se apodera de ellos tiene tres medios de conservarlos:
1.-Destruirlo
2.-Radicarse en él
3.-Dejarlo regir por sus leyes, obligándolo a pagar tributo y establecer un gobierno compuesto por un pequeño número de personas para que se encarguen de velar por la conquista.
Todo el que se hace dueño de una ciudad acostumbrada a disfrutar su libertad y no la destruye, se expone a ser destruido por ella, pues siempre protege la rebelión en el grito de libertad y en sus antiguas instituciones, que mí el tiempo ni los beneficios logran hacerle olvidar. En las repúblicas, al contrario, hay más vida, mas odio, mas deseo de venganza, y el recuerdo de la libertad perdida no les deja ni puede dejarles un momento de reposo: así pues, el medio más seguro es destruirlas o ir a residir en ellas.

CAPITULO VI
De los nuevos principados que el príncipe adquiere por su valor y por sus propias armas

Conservar un principado del todo nuevo depende de las cualidades personales de este príncipe. Llegar de particular a príncipe presupone ya suerte o talento, facultades que bastan para allanar la mayoría de los obstáculos. Los que llegan a príncipes por medios análogos a los empleados por aquellos grandes personajes, adquieren con gran dificultad una soberanía, pero la conservan sin esfuerzo. Los principados de nueva creación, son más o menos difíciles de conservar según que sea más o menos hábil e inteligente el príncipe que los adquiere. El que menos ha confiado en el azar es el que siempre se ha conservado en su conquista.

CAPITULO VII
Los principados nuevos se adquieren con fuerzas ajenas o por fortuna

Los que sólo por los favores de la fortuna llegan de particulares a príncipes, con poco esfuerzo lo consiguen; pero mucho les cuesta sostenerse. Tales son cuantos adquieren un estado por dinero o por favor de algún príncipe poderoso, como sucedió a muchos en Grecia, en las ciudades de Jonia y del Helesponto, donde Darío los hizo príncipes, para su seguridad y su gloria. Todos ellos que se sostienen únicamente por la voluntad y la fortuna de quien los elevó, si saben ni pueden conservar tal jerarquía.

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