Ensayo De La ILIADA
alejandramoro31 de Agosto de 2014
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Planteamiento
La Ilíada es una epopeya atribuida al poeta Homero, que nos relata los últimos sucesos ocurridos durante la guerra entre los aqueos (Grecia continental y parte de la insular) y los troyanos (ribera asiática); en la llamada guerra troyana que duro diez años.
Antecedentes
Homero autor griego que se piensa que vivió en el siglo VIII a. de C., y se consideraba que provenía de algún lugar de Jonia, Asia Menor; las ciudades de Esmirna y Quíos son las que se disputan ese honor. A él se le atribuye la autoría de las dos célebres obras épicas La Ilíada, que narra la guerra de Troya, de la cual estamos hablando y La Odisea, que trata el regreso de Odiseo (Ulises) a su tierra tras dicha guerra.
La lengua de Homero es una lengua poética, artificial, que no se habló nunca, y está construida con la mezcla de varios dialectos griegos, sobre la base del jónico y el eólico predominantes. Algunos quieren explicarlo sugiriendo que la diferenciación de estos dialectos aún no era tan marcada en aquella época como llegó a serlo en la Grecia histórica.
Para entender mejor la Ilíada, es indispensable recordar algunos datos que precedieron a la guerra troyana, pues la Ilíada solo nos narra un pequeño pedazo de tiempo
Agamenón, hermano mayor de Menelao, gozaba de inmensa supremacía sobre varios reinos e islas. Hizo propio el agravio de Menelao y, en cumplimiento del pacto de Odiseo, convocó a los demás reyes y caudillos de Grecia y las tierras helénicas para rescatar a Helena. Los príncipes aqueos aceptaron el mando supremo de Agamenón. Curioso es advertir que Odiseo, aunque creador del pacto, se hacía el loco para no concurrir a la guerra, por no abandonar a Telémaco, su hijo recién nacido. Pero, descubierto el subterfugio por Palamedes (su rival en astucia) tuvo que cumplir su compromiso. Odiseo se vengaría más tarde haciendo aparecer a Palamedes como un traidor sobornado por el rey Príamo, y los soldados aqueos dilapidaron a Palamedes. Odiseo, a su descubrió e hizo cumplir el pacto a Aquiles. Éste también quería huir de la guerra disfrazado de mujer entre las hijas de Licomedes, rey de Esciro, en una de las cuales, Deidamia, engendró de paso a Neoptólemo. Aquiles sabía, por el vaticinio de su madre Tetis, que el intervenir en la Guerra Troyana acarrearía irremediablemente su muerte
Una vez convencidos ya los renuentes y concertados todos los jefes aqueos que habían de concurrir a la expedición contra los troyanos, hubo que tomar decisiones administrativas de trascendencia, pues no había entonces ejércitos profesionales, sino que los ciudadanos en masa hacían la guerra; y no los conducía ningún estratega o general que sólo, sino que eran capitaneados por el propio monarca, o si éste era ya muy por su hijo. Importaba, pues, organizar el interinato y sustituir en lo posible las funciones de los que habían de ausentarse.
También la movilización tuvo que ser discutida largamente. Y desde luego, hubo que escoger el sitio para la concentración de los contingentes y las flotas. Algunos comentaristas se empeñan en demostrar que tal concentración se llevó a cabo en la isla de Lemnos, frente a Ilión y sólo separada de la costa troyana por la isla de Ténedos. Pero los prácticos saben que la concentración, las maniobras previas y la preparación general se cumplen con mayor libertad y desembarazo desde un poco más lejos. Además, la Ilíada es terminante y nos dice que las flotas se reunieron en Aulide, sobre la costa beocia, frente a la Calcis Euboica, al nordeste de Grecia. De todos los puertos aqueos, era éste el mejor provisto y contaba con la vecindad de las fértiles llanuras beocias y los pastos de Eubea. Calcis será más tarde, con Candía (la antigua Creta) el mercado donde han de ir a proveerse las flotas venecianas, y luego las turcas. En el fondo de la ancha bahía hay una fuente donde hicieron aguada los barcos de Agamenón.
La movilización no hubiera podido llevarse a cabo en un solo día para cada país, ni al mismo tiempo para todos los distintos reinos aqueos. Los aliados iban llegando por grupos sucesivos, y el Rey de Reyes, Agamenón, debió esperar varios meses a que se le juntaran todos los contingentes lejanos o retardatarios. En comparación con la vida actual, aquellos viajes que duraban meses y años nos parecen exageraciones poéticas. Y lo son sin
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