Etica Del Educador
beglasoto15 de Junio de 2013
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Introducción
La familia es reconocida como el primer agente educativo en el desarrollo afectivo, intelectual y social de cada niño y niña; y cumple con un rol esencial en la formación de las personas.
Los cambios políticos, económicos y sociales que han ocurrido en nuestra sociedad han influido directamente en las familias, ya que desde un tiempo la mujer a ingresado al campo laboral, teniendo como consecuencia el compartir la labor de educar a los hijos(as) en todo el sentido tanto en lo cognitivo, valórico, afectivo y también asistencial.
Por ende despertó la valorización de la educación inicial, lo que dio lugar a la aparición del sistema educativo y a las primeras escuelas infantiles; a estas fueron asignadas la labor instructiva y asistencial y asumía plenamente valores, tradiciones y normas que el grupo familiar les transmitía.
Es por ello que el mayor desafío para la educación preescolar es apoyar a las familias y por esto la importancia de que sea una carrera principalmente matrística, siendo la educadora quien deba desempeñar en gran medida este rol por lo tanto la figura del educador ha pasado a ser importante en el proceso educativo no solo porque es el agente del proceso, el señalado por una sociedad para transmitir la cultura de un pueblo de manera que las nuevas generaciones puedan no solo asimilarlas sino además transformarlas, crear nuevas formas de ellas sino también porque el educador es una imagen, es un símbolo para el niño. El ejemplo del educador influye más en el niño pequeño que muchas lecciones.
El educador de párvulos debe poseer un código de ética profesional e individual que le guíe a canalizar sus influencias hacía los fines permanentes de la educación parvularia, aquellos que procuren el bienestar del niño y no hacia los que representan intereses temporales y contingentes
El educador de Párvulos debe tratar de establecer un lazo de afecto con el niño, detectar sus habilidades y sus limitaciones.
El educador de Párvulos debe ser además un investigador en la acción, en la diversidad de causas que pueden confluir en el desencadenamiento de algún problema que puede afectar al ser que se está formando. Es por ello que J. Beillerot considera que el educador es aquel que posee un determinado saber, y que “en cualquier terreno es un ser excepcional por su cultura, su sabiduría, su habilidad ...“ Esa cultura, esa sabiduría, esas habilidades, deben ser en el modelo el reflejo de la actividad que de alguna manera expresa las múltiples dimensiones de su vida social como valiosa fuente del saber; las habilidades para organizar y ejecutar el proceso educativo; para evaluar y autoevaluarse y someterse él mismo a la evaluación externa, así como las capacidades y cualidades que le permitan ser y sentirse el máximo responsable de la calidad de los servicios, del aprendizaje de los educandos, del significado que para ellos tenga el aprender, como lo tiene para él, el enseñar.
Características Que debe tener la Educadora de Párvulos:
La educadora de Párvulos ha de tener determinadas características que lo identifiquen, y que están muy relacionadas con las exigencias que le demanda la sociedad en la cual desenvuelve su trabajo. Estas particularidades han de estar obviamente reflejadas en su perfil profesional, pero que por su importancia en la primera infancia, requieren de una reiteración, por lo que se ha de profundizar al respecto.
Entre las características que deben caracterizar el quehacer de la educadora de párvulos se encuentran el mantener una ética profesional consolidada y una responsabilidad social que le permita formar en sus educandos los más nobles y puros sentimientos hacia lo que les rodea: el medio ambiente, la familia, sus educadores, sus coetáneos, su hogar, su país y todo lo que lo representa una formación acorde con la sociedad en que se desarrollan, y con valores morales y sociales positivos.
La educadora de párvulos ha de tener una amplia formación cultural general e integral y un alto nivel creador para iniciar con eficiencia y calidad la formación estética de sus pequeños educandos, así como para desempeñar un papel importante como promotor de la cultura en su entorno, siendo a la vez, un ejemplo de educador, formador de elevadas cualidades éticas y estéticas.
Dado que su objeto de trabajo son los niños de cero a seis-siete años, el profesional ha de poseer un conocimiento pleno de las particularidades del desarrollo de los niños que forma y educa, tanto desde el punto de vista de su desarrollo fisiológico como psicológico, que le permita una comprensión cabal de sus necesidades, sus intereses y de los requerimientos propios de estos, para lograr un sano desarrollo de la personalidad.
A su vez, este profesional ha de dominar las habilidades pedagógicas necesarias e indispensables para dirigir un proceso educativo complejo con niños de las edades entre 0-6 años, los cuales presentan particularidades diferentes en cada grupo evolutivo que atiende, niños que se caracterizan por un acelerado proceso de desarrollo físico y mental, y que exige la aplicación de procedimientos pedagógicos específicos y disímiles, y en los que ocurren cambios significativos en breves períodos de tiempo.
Esto conlleva a su vez el que este educador de la primera infancia haya formado habilidades para organizar, estructurar y orientar el proceso educativo, en todas sus variantes, dirigido a la participación conjunta de él como educador y de los niños, que constituyen el eje central de su accionar pedagógico.
De igual manera, y esto es un elemento importante, este profesional ha de que poseer las habilidades necesarias para realizar un trabajo de atención preventiva y de orientación de la salud y el bienestar de sus niños, que requieren un extremo cuidado para atender todas sus necesidades básicas fundamentales (alimentación, aseo y sueño) y prever los peligros a que están expuestos debido a su vulnerabilidad, fragilidad y poco desarrollo del validísmo y la independencia.
Igualmente ha de tener capacidad para diagnosticar y evaluar el nivel real de competencia de los niños que educa, y la dinámica del proceso de desarrollo de cada uno de ellos de manera sistemática, de modo tal de poder ejercer acciones para compensar las deficiencias posibles que se puedan presentar en alguno de ellos, mediante vías afines a su labor educativa.
La atención a la diversidad significa que el educador de la primera infancia ha de ser capaz de dar una respuesta educativa personalizada a los educandos, que pueden ser muy diversos y pertenecientes a medios y procedencias culturales distintas, y ser a su vez capaz de trazar las estrategias más adecuadas que le permitan introducir oportunamente las transformaciones pedagógicas y de tipo metodológico necesarias que lo conduzcan al éxito educativo, de acuerdo con las capacidades y necesidades de cada uno de ellos.
Un educador de la primera infancia ha de poseer la sensibilidad necesaria para comprender la significación de la labor que realiza, y considerarse el máximo responsable de la calidad del aprendizaje y el desarrollo de los niños, a fin de lograr el máximo desarrollo posible de las potencialidades de cada educando y logre prepararlos eficientemente para su ingreso a la escuela básica, y lograr que disfruten plenamente la niñez en actividades propias de su infancia.
Todo esto ha de acompañarse en primer grado, de una capacidad para comunicarse con los niños con afecto, bondad e inteligencia, y propiciar en todo tipo de actividad que realice con ellos, las mejores relaciones interpersonales, así como la de establecer las relaciones necesarias con otros educadores, con la familia y con la comunidad a los efectos de unificar criterios educativos y lograr que todo lo que los rodea influya positivamente en su formación y desarrollo.
El profesional de la educación de la primera infancia ha de ser capaz investigar y reflexionar acerca del efecto transformador del trabajo educativo que realiza con los niños, la familia y la comunidad, en función de extraer el máximo provecho a las potencialidades ilimitadas de estos, así como llevar a cabo soluciones para los problemas de la práctica cotidiana derivados de sus acciones de investigación.
Asimismo, este educador ha de tener la capacidad para evaluarse y para someter a la evaluación externa su comportamiento como educador, como vía para valorar crítica y autocríticamente su propio trabajo, rectificar sus errores, perfeccionar sus métodos y asimilar y utilizar, de manera reflexiva las observaciones y señalamientos que se le hagan a su labor, así como apropiarse de la mejor experiencia, con criterio de selección. de saber, de actualizarse y elevar su nivel cultural, científico y profesional de manera permanente.
Estas características indican que el educador de la primera infancia ha de tener conciencia de su condición de personas en construcción
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