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Granja Integral Agroecológica


Enviado por   •  9 de Marzo de 2014  •  11.672 Palabras (47 Páginas)  •  331 Visitas

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Granja integral agroecológica

Ing. Luis B. Palomino Siza

1. Introducción

2. Agroecología

3. Cuba por una agricultura socialmente comprometida

4. Granja integral agroecológica

5. Sistema integral agroecológico en Cuba

6. Componentes de la granja integral agroecológica

7. Conclusiones

8. Referencias bibliográficas

Introducción

El modelo agrícola actual más promovido en el mundo, basado en sistemas homogéneos o especializados, ha fracasado notablemente en términos de sostenibilidad y equidad. En los casos en que no ha fallado, se debe a que esta producción ha sido subsidiada de una u otra forma, ya sea por la trasferencia de recursos desde diferentes sectores de la sociedad o por la sobrexplotación de recursos relativamente abundantes. Tales subsidios absorben los costos de reducir la diversidad del agroecosistema, sin tener en cuenta aspectos como la contaminación ambiental, la degradación de los suelos o la pobreza rural.

El reto actual consiste en crear un ambiente propicio para el desarrollo de un sistema agrícola integrado a cada condición agroecológica que involucre un sistema de diversificación de la producción, el reciclado de materiales orgánicos, la conservación del suelo, el agua y la biodiversidad. Estas concepciones combinadas a la tecnología moderna acondicionan una agricultura más estable.

Por las razones antes mencionadas, en el presente trabajo investigativo se fundamentan principios teóricos, acerca de una Granja Integral Agroecológica, para lo cual, se considera pertinente partir desde el surgimiento de esta tecnología hasta su aplicación en los actuales momentos con los respectivos componentes, haciendo énfasis en la Agroecología.

Agroecología

1.1.1. Características generales

La agricultura convencional, basada en la química, la mecánica y la genética comienza a consolidarse a principios del siglo XX, a partir de una serie de descubrimientos científicos como los fertilizantes químicos, la selección de plantas de alta producción y el desarrollo de los motores de combustión. Hasta ese momento la fertilidad de los suelos se mantenía mediante la rotación de cultivos y se integraban la producción animal y vegetal. La introducción de fertilizantes químicos y posteriormente los agrotóxicos en forma masiva, la utilización de híbridos de alto rendimiento, la mecanización de la agricultura permitieron intensificar los sistemas productivos, abandonar los sistemas de rotación y pasar al monocultivo y así separar la producción animal y vegetal (Gómez, 2000).

Las décadas del 50 y del 60 fueron períodos en los que se produjeron los mayores cambios recientes en la historia agrícola, conocido como Revolución Verde, que significó internacionalizar el “modelo exitoso” en el Primer Mundo, implantando “paquetes tecnológicos” (conjunto de prácticas agrícolas) de tipo intensivo (Barg y Armand, 2007).

Norman Borlaug, padre de la Revolución Verde recibió en 1970 el premio Nobel de la Paz y en esa ocasión dijo: “el componente esencial de la justicia social es adecuar el alimento a la humanidad. Si se desea paz hay que cultivar la justicia, pero al mismo tiempo hay que cultivar los campos para que produzcan más trigo.” (Barg y Armand, 2007). La Revolución Verde no solo significó el cambio de una variedad por otra sino la supresión de todo un conocimiento acumulado durante milenios.

No cabe duda que el desarrollo agrícola futuro, requiere de un nuevo enfoque, distinto a la agricultura convencional (Revolución Verde) que permita suplir las necesidades de alimentos, fibras y otras materias primas a la creciente población, pero a su vez que los sistemas que se utilicen para producirlos sean sostenibles (Peña y Álvarez, 1997), puesto que, una vez que un ecosistema es perturbado con el fin de convertirlo en predio productivo, el equilibrio original es alterado y reemplazado por una situación nueva que refleja la combinación de restricciones ecológicas y socio-económicas que empobrece la biodiversidad del hábitat local (Altieri y Letourneau, 1982; Flint y Roberts, 1988, citado por Altieri, 1992).

Con el pasar del tiempo se ha tomando conciencia de la magnitud de los problemas que causa la producción agrícola industrial como producto de la mala utilización de los adelantos científicos y tecnológicos, sobre todo al condicionar estos a situaciones de carácter meramente económico, de consumo y a corto plazo (Barg y Armand, 2007).

Desde épocas ancestrales la forma de producir alimentos ha sido la producción orgánica y en los últimos años ha recobrado importancia como forma de obtener alimentos sanos y cuidar los recursos naturales, que conlleva a una agricultura ecológica, sustentable, orgánica basada en la Agroecología más ligada al medio ambiente y más sensible socialmente; centrada no solo a la producción sino también en la sostenibilidad ecológica del sistema.

1.1.2. Principios de la agroecología

La agroecología parte de un supuesto epistemológico que supone una ruptura con los paradigmas convencionales de la ciencia oficial: frente al enfoque parcelario y atomista que busca la causalidad lineal de los procesos físicos, la agroecología se basa en un enfoque holístico y sistémico, que busca la multicausalidad dinámica y la interrelación dependiente de los mismos. Concibe el medio ambiente como un sistema abierto, compuesto de diversos subsistemas interdependientes que configuran una realidad dinámica de complejas relaciones naturales, ecológicas, sociales, económicas y culturales (Jiménez, 1989). Por tanto, el predio productivo, debe describirse como una "unidad medioambiental que integra los procesos geológicos, físico-químicos y biológicos a través de flujos y ciclos de materia y energía que se establecen entre organismos vivos y entre ellos y su aporte ambiental" (Toledo, 1984, citado por González, 1992).

La Agroecología se ha desarrollado desde los años 70 principalmente en Latinoamérica, ligada a procesos de transformación social y de recuperación y validación del manejo tradicional de los recursos naturales; y como respuesta a las primeras manifestaciones de la crisis ecológica en el campo (Guzmán et al., 2000). Dichos procesos han sido emprendidos, principalmente, por comunidades campesinas e indígenas

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