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Juana Ramírez “La Avanzadora”


Enviado por   •  11 de Octubre de 2023  •  Trabajos  •  2.163 Palabras (9 Páginas)  •  109 Visitas

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Juana Ramírez

 “La Avanzadora”

De: Clemente Márquez

Dedicado a mi abuela Tomasa Marcano, fiel amante de la historia.

Juana Ramírez, mujer adulta, negra, alta y soberbia.

Decorado sugerido: En lado de escenario un bahareque de paja. En el resto varias piedras grandes  y la simulación de una sabana.          

Juana: (Agachada en una piedra amolando su machete, con una lanza al lado  y la rabia a flor de piel, como si se preparara para el combate. Para si, casi en sordina) ¡La libertad es un bien que debe conquistarse y, luego defenderse! (amuela con más ímpetu el machete y la rabia se le va  aflorando)  ¡La libertad es un bien que debe conquistarse y, luego defenderse!  (Pausa. Con rabia) ¡La libertad es un bien que debe conquistarse y, luego defenderse!

(Transición. Encima de la piedra, ha finalizando el combate) ¡Cuídate Monteverde, cuídate;  que esta negra dará su sangre si es preciso por ver su patria liberada! ¡Huye cobarde, escóndete en las sabanas, en las montañas si es menester, que de las montañas te sacaremos muerto, vil cobarde! (Pausa larga. Respira profundo y exhausta cual guerrero que termina una batalla.  Mira a todos lados) ¡Batería de mujeres, recojan a todos los muertos, vamos a darle fiel sepultura que aunque sean enemigos de la patria, fueron hombres que murieron en combate! (Señalando) Entiérrenlos en  pata de aquel árbol, y que de ahora en adelante ese lugar sea llamado la “Mata de la muerte” para que todo aquel que por debajo de él pase… Se recuerde de este glorioso día… (Apagón)

(Transición. Parada cual mástil frente al público, con el machete en una mano y la lanza en la otra. Calmada) Nací en 1790, en un poblado llamado Chaguaramal, cerca de Maturín, en tierras de la provincia de Barcelona. Mi madre… Guadalupe Ramírez…  Era una negra esclava, traída de África y comprada por la familia del General Andrés Rojas. Mi nombre es Juana Ramírez, me llaman “La Avanzadora”. Recibí el apodo de ‘La Avanzadora' en la batalla de los Altos de los Godos, el 25 de mayo de 1813, por ser la primera en salir de una fosa y avanzar hacia el enemigo en medio de una lluvia de balas. Fui una mujer valerosa que luchó por la independencia de Venezuela; con entrega, con pasión patriota y un inmenso deseo de libertad. Yo no vacilaba no, que va… yo no jugaba cuando iba al campo de batalla. Yo empuñaba el machete en una mano y la lanza en la otra, igual que cualquier soldado de la patria. Con harapos como uniformes. Con sudor en la frente. Con el pecho y las tetas llenas de sangre enemiga y del patriota caído, pero con la mirada puesta en la libertad. (Pausa corta) Mi madre y yo nos dedicábamos a trabajar las tierras que los Rojas tenían en Chaguaramal y hacer las lavanderas de la familia. Así, pues, que mi niñez transcurrió en las haciendas del General Rojas. (Pausa corta) Se dice que mi padre fue uno de los Generales Rojas: Andrés o José Francisco, no sé… Lo que si se, es que por mis venas corre sangre mestiza, sangre de la tierra africana, sangre de esta tierra americana; no corre sangre española. (Al público) Y él que no lo crea que de un paso al frente y me corte las venas. ¡Vamos, sin miedo carajo que aquí hay un palo de mujer! (Mostrando el brazo y ofreciendo el machete se dirige a varios del público) ¡Vamos, para que vean que a la mujer de estas tierras no le corre melao de caña por las venas! Nos corre roja sangre del negro esclavo, del indio masacrado y del pardo venezolano. ¡Somos mestizos carajo, eso somos! (Mira detenidamente al público con una mirada impávida. Pausa. En otro tono, calmada) Doña Teresa Ramírez de Balderrama me crió, me protegió y me dio su apellido. Siendo yo, una adolescente de 15 años, ya me interesaba en acompañar al General Andrés Rojas a realizar las labores de la guerra independentista. (Encordando la lanza) Maturín era una aldea muy pequeña, de casas con paredes de bahareque y techos de paja, cuando comenzó a correr la noticia de los sucesos de 1810,  ya que un rico ganadero maturines que se hallaba en Trinidad trajo las ideas independentistas y estas enseguida ganaron adeptos. (Con ímpetu) Hubieran visto como se corrió la voz, aquello parecía la turbulencia de un río crecío, una sabana en llamas… todo el mundo comentaba lo mismo; en las haciendas sobre todo porque allí estaban los manumisos y el tema de conversa era la libertad, el sueño era la libertad, sí, la libertad… (Pausa. Calmada) Eran los albores de 1813, cuando la Familia Monagas y los Rojas, entre otras, rápidamente se unieron a la lucha y formaron sus ejércitos con los esclavos de sus haciendas. A partir de ese momento, me uní a la llamada ‘Batería de mujeres';  batallón que organizó el General Manuel Piar y que estuvo conformado por todas las mujeres de temple de la zona: Lo formaban María Antonia, Juanita Ramírez, Marta Cumbale, Valentina Mina, Graciosa Barroso de Sifontes,  Vicencia y Rosa Gómez, Dolores Betancourt Mota, Carmen Lanza, Luisa Gutiérrez, Isidora Argote, Eusebia Ramírez, Rosalía Uva, María Romero de López, Josefa Barrosos, Juana Carpio, Lorenza Rondón y Guadalupe Ramírez, mi madre. Éramos mujeres con vestidos rotos cubriéndonos la piel, pero, con pantalones en el alma, más que cualquier soldado en esas sangrientas batallas. Recuerdo a Cira Tremaria, madre de un patriota negro, que cuando recibió la noticia de su hijo muerto, le dijo a Manuel Piar: “Denme el fusil de mi hijo para ocupar su sitio en las filas libertadoras y seguir peleando” (Pausa larga) Luchamos por la independencia junto con los republicanos Francisco Bermúdez, Manuel Piar y José Tadeo Monagas. Entre las actividades que realizábamos en el campo de batalla se cuentan el apertrechar los cañones, auxiliar a los heridos y enfrentarse valientemente al enemigo… (Suelta la lanza y toma el machete. Encima de una piedra, con impotencia y lágrimas en los ojos) En una ocasión atravesé el campo de batalla, tomé la espada de un general muerto y enarbolé el arma como estandarte de Libertad. ¡Porque la libertad es un bien que debe conquistarse y, luego defenderse! (Pausa larga. Con ímpetu y añoranza) Estuve en las batallas que se realizaron en las cercanías de Maturín, contra Antonio Zuazola, de La Hoz, Monteverde y Morales, siempre infundiéndoles a mis compañeras un gran ímpetu hacia la lucha patriótica.

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