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LA BALSA DE PIEDRA


Enviado por   •  21 de Febrero de 2014  •  1.589 Palabras (7 Páginas)  •  251 Visitas

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"La balsa de piedra" es una novela que puede mirarse desde muchos ángulos. Pero quizá lo más importante, es el mensaje político y humano que nos deja esta metáfora de unión de Europa y América Latina.

España, la Península Ibérica, se aparta del resto de Europa. Es como si al autor le gustara jugar con la realidad, uno de los aspectos principales de "La balsa de piedra". Aun cuando parece que se divierte con cosas fantásticas, su intento es llegar más cerca de la realidad, mediante el recurso a temas o a modos de tratarlos que a primera vista no aparentan tener nada que ver con la observación real.

En esta novela se hace un sutil alegato contra las injusticias de la historia y contra los abusos del presente, en especial por parte de las grandes potencias europeas y los Estados Unidos.

A los cinco personajes de "La balsa de piedra", Pedro Orce, Joaquim Sassa, José Anaico, Joana Carda y María Guavaira, la casualidad, los ha ido reuniendo en distintos puntos de la Península Ibérica para acompañar el viaje iniciático de la masa de piedra a través del Atlántico, con su propia y desgarrada búsqueda interior; comprenden que el mundo cambia y que ellos también deben ser personas nuevas, hasta llegar al final de su viaje en la vida, donde alcanzarán la luz y sabrán definitivamente cuál es su propio destino.

La península se separa de la vieja Europa, a causa de una raya hecha en la tierra con una lápiz o de arrojar una piedra al mar o simplemente porque así debía ser, y un hombre siente entonces el temblor de la tierra bajo sus pies y a otro lo persigue una ruidosa parvada y una mujer no cesa nunca de deshacer un calcetín de lana azul; y comienza a navegar por el océano, con rumbo desconocido primero y luego claramente orientada hacia América del Sur.

Esta visión que hace el autor está vinculada a una concepción acerca de la historia, en donde unos pocos ostentan el poder y los privilegios y otros muchos se hallan en la pobreza y la explotación, en gran parte debido al saqueo al que fueron sometidos por las grandes ciudades desde las épocas de la colonia.

Así, el viaje de la península podría interpretarse como un simbolismo dentro del cual Europa entera comience a mirar hacia América Latina, poniéndola en un plano de igualdad y del nacimiento de una nueva relación e intercambio entre sus pueblos.

Saramago, asume un decidido compromiso político. Escribe una literatura “que no se olvide de la vida, de la historia, de la sociedad, de la lucha de clases".

En esta novela se le da vuelta a las palabras, se les busca nuevos significados, se reflexiona sobre los objetos del mundo, sobre la soledad, sobre la melancolía. Todos los sentimientos que habitan en la naturaleza humana, sus miedos y sus incertidumbres, son tratados bajo un punto de vista diferente. Por ejemplo, "(...) Cuántas veces precisamos la vida entera para cambiar de vida, lo pensamos tanto, tomamos impulso y vacilamos, después volvemos al principio, pensamos y pensamos, nos movemos en los carriles del tiempo con un movimiento circular, como los remolinos que atraviesan los campos levantando polvo, hojas secas, insignificancias, que a más no llegan sus fuerzas. Mejor sería que viviéramos en tierra de tifones (...)", "(...) No faltará por ahí, nunca faltó, quien afirme que los poetas, realmente, no son indispensables, y yo pregunto que sería de todos nosotros si no viniera la poesía a ayudarnos a comprender cuán poca claridad tienen las cosas que llamamos claras (...)".

Saramago usa la sátira, la cual podemos encontrarla a través de todo el relato, fundamentalmente cuando hace referencia a la posición que asumen Europa y Estados Unidos ante este extraño suceso. La actitud del resto de Europa, que se siente aliviada por haberse librado de los ibéricos, y la de Estados Unidos, intentando sacar ventaja de cada conflicto, buscando su interés pero a la vez queriendo mostrar una imagen de gendarmes de la paz mundial.

Los demás países europeos sólo destinan sus esfuerzos a "salvar" a los turistas que se encontraban en la península en el momento de la separación. Los que estaban de visita en Portugal o España corren desesperados hacia los aeropuertos, al extremo de iniciarse un tiroteo en el afán de obtener un pasaje hacia el continente o hacia cualquier otro sitio en tierra firme. "(...) Algunos países miembros de la Comunidad Económica Europea llegaron a manifestar cierto desprendimiento, hasta el punto en que insinuaron que si la Península Ibérica quería marcharse, que se fuera, que el error fue haberla dejado entrar (...)". Los gobiernos de Europa intiman a la península a "detener la deriva" en el océano, aunque portugueses y españoles son conscientes de que en el pasado jamás demostraron quererlos consigo, y que siempre habían resultado una molestia para ellos; hoy,

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