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Piedra De Mar


Enviado por   •  5 de Julio de 2013  •  2.207 Palabras (9 Páginas)  •  936 Visitas

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Francisco Massiani

Piedra de Mar

6

C

arolina, Marcos y yo estábamos cogiendo sol. Teníamos un rato largo

echados en la arena y yo me sentía muy bien. Creo que es muy fácil

sentirse joven y feliz en la playa. Y junto a Carolina era más fácil todavía.

Carolina me miraba sonreída, y cuando yo cerraba los ojos, me echaba

el bolso de plástico en la barriga y se ponía a reír. O si no, se te quedaba

viendo, y tú no podías hacer otra cosa que mirarla y mirarla hasta que ella

te daba la espalda y volvía a echarse en la arena a coger sol. Estaba muy

contento y es eso lo que quiero decir, pero el imbécil de Marcos llegó

y dijo que:

-Oye Carol ¿Qué tal si vienes a ver el carro?

Y Carolina se levantó y se fue con él. Tú sabes José que este tipo está

loquito con el carro ¿no? Pero bueno. Lo cuento porque comencé a

sentirme muy mal. Cerré los ojos y traté de olvidarme de ella, pero no

podía. Después, un rato largo después, me levanté y me eché al agua. Fui

nadando hacia la balsa, y al llegar, le eché agua a la madera porque estaba

hirviendo. La rocié con la mano y cuando se enfrió me acosté con la cara

contra el cielo. Estuve ahí un buen rato mirando hacia arriba, y hasta me

medio dormí. Pero no estoy muy seguro. Además no creo que me haya

dormido: estaba pendiente de la playa, y a cada rato echaba una mirada

hacia el lugar donde estaban nuestras sillas.

TIEMPO DE LEER: UNA NOVELA

Vocabulario

.

Sugerimos discutir el signi cado y uso

de las palabras “llamaradas”, “espía”, “gipiando”,

“dilataba”, “pinché”.

6

Massiani, Francisco (1979).

Piedra de Mar

. Caracas: Monte Ávila Editores.

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Carolina y Marcos no llegaban. Recuerdo que me quedé mirando el mar,

que estaba muy tranquilo. Las olitas eran pequeñas y la super cie estaba

cargada de pequeñas llamaradas blancas. También vi un yate y una lancha

que arrastraba a una esquiadora, y la mujer, hasta de eso me acuerdo, tenía

un bikini amarillo y su piel estaba muy tostada. La lancha hacía círculos

y pasaba muy cerca de la balsa, ladeándola cuando se deslizaba más

cerca, al levantar un oleaje más grande. Cuando se alejaba, formaba rieles

blancos en el mar. Debe ser muy sabroso esquiar en el mar. Creo que todo

lo que se hace en el mar es bueno. En todo caso, yo estaba en la balsa

y me sentí bastante bien, pero lo de Marcos comenzó a calentarme. Este

imbécil siempre busca la ocasión para quedarse solo con Carolina. Minutos

antes de invitar a Carolina para que viera el carro, me había negado el

cortauñas, y todo porque sabe perfectamente que soy timidísimo. Sabía

que yo tenía las uñas larguísimas. Sabía que a mi me daba asco ponerme

el traje de baño con estas uñas, y posiblemente me negó el cortauñas para

que yo no me bañara. Es decir: para quedarse solo con Carolina en el agua.

Afortunadamente encontré el cortauñas en la bolsa y pude salir de las uñas.

Y ahora estaba en la balsa, con las piernas metidas, viendo hacia el fondo

y no sé en qué diablos pensaba. Cuando me aburrí de estar cogiendo sol,

me persigné y en acto heroico me lancé de cabeza hacia el fondo. Apenas

pinché el agua, abrí los ojos y me sumergí lo más abajo que pude. Toqué

arena y me picaron los ojos. Apreté la arena helada, y vi cómo los granos se

me escapaban por entre los dedos. Después subí, nadé hasta la super cie,

y salí tosiendo. El agua se me metió por la nariz, y me picó la garganta.

Es realmente desagradable. Cuando me sucede se me quitan las ganas de

fumar. O mejor dicho: el cigarro no me sabe tan bien y es un asco. Pero

bueno. Estaba nadando de pecho y volví a sumergirme. Si hay algo bueno

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en este mundo, es transformarse en un submarino y espiar el silencio del

mar. En el segundo descenso vi piedras y algunas plantas. Creo haber visto

un pequeño pez, pero no estoy muy seguro. Cuando salí a ote, vi unas

piernas que se movían sobre mí. Bajo el agua parecían de gelatina. Creí

que era Carolina y estuve a punto de halarle una pata, pero me contuve.

Tomé aire, y en vez de Carolina, hallé el cuerpo de una muchacha que

pataleaba hacia la balsa. Yo seguí de espalda y de pecho hacia la playa, y al

n toqué tierra.

Después me fui caminando entre los paraguas de sol, y al llegar cogí la

toalla

...

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