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LOS BIENES TERRENALES DEL HOMBRE. DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO


Enviado por   •  15 de Marzo de 2018  •  Síntesis  •  7.637 Palabras (31 Páginas)  •  335 Visitas

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LOS BIENES TERRENALES DEL HOMBRE. Leo Huberman.

PRIMERA PARTE.

DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO.

  1. Clérigos, guerreros y trabajadores.

En la edad media, además de los clérigos y guerreros, existía otro grupo la de los trabajadores. Sustentando que en la Sociedad Feudal consistía en tres clases: los clérigos, los guerreros y los trabajadores; estos últimos al servicio de la eclesiástica y la militar. Bien lo dice Huberman, «así lo entendió por lo menos una persona que vivió en aquella época y que lo comento de esta forma: “Para el caballero y el clérigo, ha de vivir quien hace el trabajo” (págs. 13-14)»

Como bien sabemos un feudo estaba formado por una aldea y varios centenares de acres (medida anglosajona de superficie equivalente a 40 áreas y 47 centiáreas) de tierra, en donde los aldeanos trabajaban. Cada propiedad feudal tenía un señor. Comúnmente se dijo del periodo feudal que “no había señor sin tierra, ni tierra sin señor”. En este capítulo retoma demasiado acerca de la situación que vivía un siervo, explica que un siervo no era un esclavo, el siervo era considerado como “hombre libre” pero desposeído de todo derecho personal, es decir que un siervo es menos maltratado.

En resumen, como se describe en el libro, el profesor Boissonnnade, un gran historiador del periodo: “el sistema feudal descansaba sobre una organización que, a cambio de protección, que a menudo fue ilusoria, puso la clase trabajadora a merced de las clases ociosas y dio la tierra no a quienes la cultivaban, sino a los que pudieron apoderarse de ella”. (pág. 27).

  1. Aparece el comerciante.

Se relata cómo cambia la sociedad feudal cuando el comercio comienza incrementarse. A principios de la Edad Media los bienes que acumulaban la Iglesia o los feudos más importantes no podían utilizarse para comprar productos o establecer algún tipo de negocio. Como cada feudo contaba con campesinos, artesanos y tierra para obtener recursos, se puede decir que, dichos feudos sustentaban sus necesidades de manera autónoma. Simplemente existía el intercambio de materias primas o productos y se mantuvo esto por un largo tiempo. Sin embargo, con el surgimiento de las cruzadas miles de europeos comenzaron a recorrer el continente. Las cruzadas ayudaron significativamente a reactivar el intercambio de productos, y así, fueron estableciendo rutas de comercio cada vez más definidas. Es así como nacen los comerciantes, que eran los que se encargaban de poner las mercancías cerca de los lugares de consumo. Las ciudades comerciales italianas veían en las cruzadas una oportunidad para obtener ventajas también comerciales.  Tal fue que, en la tercera cruzada no tuvo por objeto la recuperación de la tierra santa, si no la adquisición de beneficios comerciales para las ciudades de Italia, por lo tanto, los cruzados dejaron a un lado a Jerusalén por las poblaciones comerciales. El uso del dinero se reactivó, durante el surgimiento de las ferias hubo la necesidad de introducir su uso, sobre todo en los casos en los que el intercambio no era posible. El dinero adquiere un papel importante y nace entonces el cambista o cambiador de dinero.

  1. Vamos a la ciudad.

Con el desarrollo del comercio, la población crece. Esta población se va agrupando alrededor de la catedra o de los sectores fortificados llamados “burgo” el cual daría protección en caso de peligro. Nace entonces el “fauburg”, es decir, fuera del burgo, donde se instalaban los comerciantes y viajeros a la sombra del burgo. Poco a poco se organiza la vida del fauburg, se fortifica también y se constituye en algo organizado y con vida propia. Van naciendo las ciudades; la movilidad del dinero aumenta, el comercio y las relaciones se hacen más ágiles y la posesión de la tierra deja de tener el interés tan grande que tuvo antes. Como lo describe Leo Huberman, «el antiguo burgo no se expandió, sino que fue absorbido por el más reciente faunurg, donde “pasan cosas”. El pueblo comenzó a abandonar las aldeas feudales para iniciar una nueva vida en estas poblaciones cada vez más activas» (pág. 41).

Pronto los comerciantes quisieron tener leyes propias y se fueron organizando más y más. Se puede hablar entonces de una sucesiva independencia, de una libertad conquistada paulatinamente de la rigidez esclavizante de los feudos.

Más tarde se fueron organizando dentro de estas ciudades «fuera del burgo» los gremios, con un sistema duro y cerrado contra quienes no pertenecían a él. Tales gremios se fueron haciendo cada vez más fuertes, hasta llegar casi a dominar en las ciudades, llegando a tener una gran influencia en lo que antaño eran los señores feudales. «En el primer periodo feudal, la tierra sola era la medida de la riqueza de un hombre. Después de la expansión del comercio apareció una nueva clase de riqueza: la del dinero. En aquel periodo feudal el dinero había sido inactivo, fijo, sin movimiento; ahora se hizo activo, vivo, fluido. En el feudalismo los clérigos y los guerreros que poseían la tierra estaban en un extremo de la escala social, viviendo a expensas del trabajo de los siervos, quienes estaban en el otro extremo del orden social. Ahora un nuevo grupo apareció: la clase media, que subsistía de otra manera, comprando y vendiendo. En el periodo feudal la posesión de la tierra, única fuente de riqueza, trajo al clero y a la nobleza el poder para gobernar. Después, la posesión del dinero, nueva fuente de riqueza, dio una participación en el gobierno a la ascendiente clase media» (pág. 51).

  1. Nuevas ideas por viejas ideas.

La mayoría de los negocios se hacen con dinero prestado, sobre el cual se paga interés. Es decir, con el incremento del comercio, como ya se mencionó, el dinero fue adquiriendo una importancia cada vez mayor, ya que, con su uso, los negocios eran más fáciles. Por esta razón se introdujo la costumbre de pedir dinero prestado con el fin de hacer negocios ventajosos para el comerciante. Este sistema da lugar al interés, que se paga por el préstamo de una cantidad de dinero.

Estamos tan acostumbrados hoy en día el uso de intereses que pagamos por un préstamo, que al fin de cuentas nos parece algo “natural”, es decir, suponemos que siempre existió. Pero no es así, hubo en una época, en el que se consideraba una grave falta el hecho de cargar interés por el uso de dinero. En la edad Media la Iglesia, quien en esa época significa el poder cuya palabra era ley para toda la Cristiandad, prohibió prestar dinero con interés.

El tiempo había transcurrido, el comercio en su auge, mientras tanto, la Iglesia era propia de una economía ya vieja. Poco a poco la doctrina fue cediendo mediante nuevas reglas que decían como antes, “la usura es un pecado, pero en ciertas circunstancias…”  y “aunque es un pecado ejercer la usura, sin embargo, en casos especiales…”.

En el tránsito hacia la normalización del interés, la doctrina de la Iglesia se mantiene igual: la usura es pecado. Pero, poco a poco, se va avanzando en la consideración del negocio del dinero, con lo cual se comprende que quien pide prestado intenta hacer una ganancia con ese dinero. Por lo cual, un interés moderado se vuelve, lógicamente, lícito y aceptado por todos: por las leyes civiles y las eclesiásticas.

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