La Buena Vida cap.2

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                                     Alumnos:

                Giuseppe Di Domenico

                                              C.I: 29.566.498

                                        Santiago Hernández                          C.I:29.803810

03 de noviembre de 2021.

Para el hombre, el habitar se vincula con su necesidad de supervivencia, pues, el habitar en un espacio seguro  que le da un  alivio ante su angustia existencial. Desde el punto de vista arquitectónico, la habitabilidad es la esencia de la arquitectura, pero no vista como un concepto estático, sino por el contrario como un concepto dinámico que se transforma y adapta a las necesidades y requerimientos de la sociedad.

 En este sentido, la sociedad es fundamental para el crecimiento y la vida del ser humano, por tanto, es parte de su entorno habitable, donde los valores morales, culturales, la historia, la ideología entre otros, conforman ese contexto habitable del ser. Entonces, la arquitectura construye el espacio en el cual el hombre habita, se desenvuelve y desarrolla su existencia colectiva, que forma parte de su naturaleza como ser social.

La casa existencialista, presentada por Abalos en la lectura de La Buena Vida, plantea un acercamiento al pensamiento filosófico fenomenológico de Heidegger, a través, del recorrido por su pequeña cabaña de la Selva Negra y reflexionado sobre la construcción del espacio ligado a la existencia.

Si bien, la casa es consecuencia de la necesidad del hombre de encontrar abrigo y protección, también es un objeto simbólico, puesto que, el habitar se relaciona con ella, siendo que representa uno de los espacios más significativos del hombre, que se  como el punto de conexión entre el ser y su contexto espacial. La casa, es el espacio de relaciones con el mundo, es el ámbito que recoge y arropa  al hombre, es el lugar donde se desarrolla y, por tanto, donde se encuentra su esencia.

En este orden , se puede decir que el habitar es el verbo que identifica a la arquitectura, que se humaniza a través de integrar temporalidad y espacio. Pero, es importante entender cuál es el papel del tiempo en la comprensión del espacio arquitectónico.

Viendo esta relación espacio-tiempo, en busca de entender el espacio arquitectónico, se puede decir que, de manera tradicional, se ha pensado a la arquitectura enmarcada en cuatro dimensiones, las del espacio y el tiempo, donde el tiempo se relacionaa a los arquetipos históricos. De esta manera, la arquitectura era concebida como una combinación de espacio y tiempo pasado, que solo trataba de actualizar sus arquetipos.

Pero sin embargo, en una sociedad cambiante, como la contemporánea, el tiempo es tan determinante en la arquitectura como el espacio, por tanto, no puede continuar basándose en el pasado, sino que se incorpora en su consideración tres dimensiones, como lo expresa Lacasta (2018) "El tiempo en arquitectura se define por la simultaneidad del pasado el presente y el futuro." (p. 2)

En este sentido, la relación espacio-tiempo en el diseño arquitectónico, se expresa en una relación de reversibilidad, donde el tiempo es entendido en tres dimensiones (pasado, presente y futuro) y la arquitectura es concebida de manera abierta, considerando estas dimensiones, para evolucionar adaptándose a usos cambiantes, para lo cual se debe proyectar considerando el pasado, pero entendiendo el contexto y considerando un legado para el futuro.

El tiempo y el espacio, son dimensiones del mundo físico que se encuentra profundamente relacionadas, y que de igual manera forman una ligadura con la arquitectura, que toma ese espacio y lo transforma para ser sentido, recorrido y apropiado por el hombre. Puesto que, según Lacasta “El valor de una arquitectura se define por tanto por su capacidad de respuesta. Una respuesta a un tiempo precedente y contextualizado, desenvuelta ante los retos del tiempo actual y abierta a otros momentos y usos en el futuro”.

La arquitectura construida es temporal (porque todos sus procesos se desarrollan en el tiempo) de la misma forma que es espacial, entendiendo la arquitectura, como el hecho construido en dialogo y transformación con el lugar.

Heidegger, analiza la temporalidad desde el Ser, su angustia y condición Dasein (ser-ahí), de su condición mortal. El tiempo es visto desde la existencia del ser humano (tiempo existencial), mortal con una existencia temporal, para él, el tiempo existencial es el que atraviesa el hombre mientras materializa su vida, que se conforma por todo lo que lo rodea y le es propio, y bajo este pensamiento, la arquitectura está arraigada al ser en su temporalidad, a través de su pertenencia al mundo y su historia

Ahora bien, establecer una relación entre el habitar y el diseño, parte de abordar el diseño desde el espacio más cercano al hombre, a su ser, desde su espacio doméstico, no en vano Heidegger toma como ejemplo su cabaña en la montaña para reconocer desde ella el espacio medido emocionalmente, con una visión mítica de construir y habitar del pasado, es decir, una interacción entre mente, cuerpo y lugar, reconocido como la casa existencial, donde existe una relación entre el habitar y el diseño centrado en el hombre.

El pensamiento de Heidegger, se basa en la fenomenología de Husserl, desde la cual vuelve al origen de las cosas, al sentido del ser, al Dasein y según Abalos el habitar para Heidegger, está vinculado “… al tema metafórico de la casa, apoderándose de su propio sistema filosófico hasta identificarse con él: "El lenguaje es la casa del Ser. En su hogar, el hombre habita".  La casa es entonces, el lugar desde el cual, el hombre inicia su desarrollo como tal, a partir ella desarrolla conexiones con otros espacios y vinculaciones afectivas con los objetos que lo rodean.

Así pues, el hombre habita durante toda su existencia, el habitar está en su origen, en su naturaleza y lo hace en cualquier lugar donde se encuentre, a través, de establecer ligaduras internas y externas. Para Heidegger, esta casa permite, a través, de su simpleza y rudeza volver a las raíces, a cuestionar el pensamiento acerca del sentido de la propia existencia como objetivo esencial de la filosofía.

Para Heidegger, el habitar un espacio va mucho más allá de simplemente existir en él, es el apropiarlo y volverlo parte de sí mismo.  Habitar es construir, no como espacios cerrados, sino de carácter transicional, que el filósofo compara metafóricamente con un puente, que acompaña de un lado a otro el camino del hombre, y él en sí mismo hace un lugar y transmite la esencia del hombre, creando lo que denomina un tiempo radical, que según Abalos, es un tiempo en el que “la memoria sustituye como valor al progreso, invirtiendo, por así decirlo, la flecha del tiempo”

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