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La Lechuga


Enviado por   •  15 de Octubre de 2013  •  486 Palabras (2 Páginas)  •  258 Visitas

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UNA LECHUGA NO ES UN PLATO.

¡Hay un gusano en mi plato!, dijo Matías haciendo gestitos con lamano como para ahuyentarlo. El gusano primero miró el plato, después miró a Matías y luego dijo:

- ¡Glup!, parece que me equivoqué. Esta no es una hoja de lechuga.

Cuando se le pasó un poquito elmiedo, Matías, que era muy curioso, se acercó a observar muy bien a don Gusano.

- ¡Vaya! -pensó- No sólo es bastante extraño y bonitos sus colores, sino que también tiene muchas patitas. Debe estar desorientado.

- Desorientado no, apenas un poco cegato –corrigió el gusano- pero en voz tan bajita que nadie lo escuchó.

Por un instante el gusanito detuvo su marcha, encorvó su lomo verde y miró a Matías con sus ojitos finitos de gusano perdido.

Sonrieron cada uno a su manera. Matías, entonces, trajo una hoja de lechuga, que con mamá sacó de la heladera.

Lo cargó sobre ella y la llevó al jardín. Don Gusano sintió el airecito y fue feliz.

Entretanto, Matías lo miraba divertido.

Pasito a paso el gusano se fue perdiendo entre las rosas con un buen bocado de lechuga entre las mandíbulas.

Pero eso sí ¡lechuga sin condimentar!

CARRERA DE ZAPATILLAS

Había llegado por fin el gran día. Todos los animales del bosque se levantaron temprano porque ¡era el día de la gran carrera de zapatillas! A las nueve ya estaban todos reunidos junto al lago.

También estaba la jirafa, la más alta y hermosa del bosque. Pero era tan presumida que no quería ser amiga de los demás animales.

Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.

Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.

Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.

Y entonces, llegó la hora de la largada.

El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La cebra, unas rosadas con moños muy grandes. El mono llevaba unas zapatillas verdes con lunares anaranjados.

La tortuga se puso unas zapatillas blancas como las nubes. Y cuando estaban a punto de comenzar la carrera, la jirafa se puso a llorardesesperada.

Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de sus zapatillas!

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