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La jaula dorada: Hilde Bruch

daniharguReseña22 de Enero de 2017

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La jaula dorada: Hilde Bruch.

La jaula dorada comienza orientandonos sobre que leeremos más adelante, con el prólogo, por Catherine Steiner-Adair; cuenta que cuando estudiaba psicología clínica en una universidad privada de clase media alta, encontró por primera vez un grupo de jóvenes con desórdenes alimentarios, y sigue diciendo que luego donde trabajaba como psicóloga, muchas jóvenes la abordaban por trastornos de comida.

La inseguridad social, problemas familiares, problemas de autoestima y/o emocionales y dificultades con los estudios; fueron factores que menciono como los principales que caracterizan esta problemática que llevan a estas jóvenes a seguir dietas extremas, largas horas de actividad física y miedo a ganar peso.

Catherine se comenzó a preguntar qué podría hacer ella para ayudar a estas jóvenes, y entendió que ellas buscaban resolver todos los problemas que mencione anteriormente vía dietas y pérdida de peso. Con ayuda de una tutora, se propuso descubrir el por que estas jóvenes hacen esto y buscar una solución; en este proceso se encontró con un libro de Hilde Bruch, la autora de este libro y destacó que mientras otros autores hablaban de las anoréxicas de manera despectiva, Bruch lo hacía con mucho respeto e interés. Destaca que tiempo antes de que se le pusiera nombre a la bulimia, nuestra autora, se dio cuenta que las anoréxicas pasan por una fase de “atracón” antes de recuperarse y fue de las primeras en crear un tratamiento para chicas con estas enfermedades, descrita como “terapias interactivas”.

Ya con el tiempo, Steiner-Adair, empezó a sacar conclusiones de que provoca este trastorno; mencionó que la influencia social es una de las primeras causas, no la familia, como muchos creen.

Me llamo mucho la atención que resalta cómo las mujeres lucharon por hacer entender a la sociedad que tenían la misma capacidad que el hombre, pero tener un estereotipo y patrones de belleza sigue siendo bien visto y “normal”.

“La delgadez parecía reemplazar a la virginidad como clave de la feminidad” - esta frase habla por mil años ya que estar flaca es sinónimo de belleza y feminidad. Si las mujeres no tienen un aspecto como el que la sociedad espera, son catalogadas como “gordas” o como personas que no tienen autocontrol ni le importa su salud. Muchas cosas influyen, desde la ropa que “se supone” que utilicemos hasta que tipo de traje de baño usan todas las demás.

Gracias a estos estereotipos, hoy podemos ser testigos de esta horrible enfermedad, la anorexia. No me imagino que sería sentirme inútil, insignificante, insegura y ansiosa cada minuto de mi vida porque no cumplo con las expectativas del patrón de la sociedad, debe ser algo que va más allá del propio control. “Muchas veces representa heridas profundas que se manifiestan a través del

lenguaje del cuerpo” - no es solo el sentirse mal consigo misma, también recurren a métodos externos para manifestar su dolor.

Como introducción al primer capítulo, la autora habla un poco de cómo esta enfermedad afecta a personas principalmente privilegiadas. Aunque fue descrita hace unos cien años, se puede decir que la anorexia nerviosa es una nueva enfermedad porque el aumento de personas que la padecen ha sido significativo mientras que antes era un trastorno extraño. Aunque me he enfocado en mujeres, una pequeña cantidad de hombres también padecen este trastorno. “Es vista como una epidemia que se contagia via factores psicosociológicos”

I. La enfermedad del hambre

Este primer capítulo comienza con una madre diciendo que le duele ver su hija autodestruyendose; poniendo a su familia en una posición de angustia y miedo por su miedo a ganar peso.

● 15 años: niña sana, con su primera menstruación a los 12 años.

● Estatura: 1,66 m

● Peso: 55 kg

Todo comenzó porque su madre la cambió de colegio a uno más prestigioso, con lo cual Alma no estaba de acuerdo, y su padre le sugirió que le prestara más atención a su peso y fue una idea que tomó con entusiasmo.

Le tomó la palabra a su padre, mantiene una dieta rígida y un programa de ejercicios riguroso. Comenzó a perder peso de manera rápida y su menstruación dejó de llegar todos los meses. Esto le provocaba cierta satisfacción y orgullo. Cuando sus padres se dieron cuenta, trataban de ayudarla a ganar peso, pero si lo hacía, volvía a perderlo.

● Durante 5 años: pesaba aproximadamente 32 kg

● Cambio de conducta: obstinada, irritable y arrogante.

● Aspecto físico: extremidades cubiertas de vello, cutis con tono

amarillento y caída del pelo.

Durante la consulta, Alma insistió que estaba bien y que ser delgada era algo “normal”. Estaba en un estado de precontemplación, no tenía intenciones de cambiar, ni que tiene que hacerlo por su salud.

Estas dietas tan pautadas, en la mayoría de los casos, es una forma de pedir atención a gritos.

En algunos casos, las anorexicas no sienten hambre, si no que sienten placer al tener el estómago vacío. Llega un momento que deja de sentirla ya que por la malnutrición se presentan cambios bioquímicos que influyen en el pensamiento,

los sentidos y la conducta. También suelen sentirse en total control, como Betty explica que perder peso la hacía sentir que tenía poder.

En el caso de , fue difícil para ella aceptar que le daba hambre durante el día ya que hacia ejercicio de manera exhaustiva: practicaba natación, corría en vez de caminar (cada vez que podía) y se convirtió en saltadores de vallas. Hasta que llego un dia que la sensación de tener hambre le causaba disfrute; como mencione anteriormente. Es decir, es algo que se desarrolla; no quiere decir que a las anorexicas no les de hambre, al contrario, si les da y ellas acostumbran a su cuerpo y a su mente a verlo como algo “normal” hasta que se siente normal. Siendo el “hambre” uno de los temas que más evitan en sus tratamientos.

Una característica prominente de esta enfermedad es que los que la padecen no saben como su aspecto realmente se ve ni reaccionan por sí mismos para un cambio (en la mayoría de los casos). Me parece interesante este factor ya que las anoréxicas realmente no saben como se ven pero si sienten cierto orgullo cuando ven que su peso ha bajado. He llegado a pensar, que más que una enfermedad por la imagen, la catalogaría como una trastorno cuantitativo.

No solo dejan de comer, también se provocan vómitos, se administran enemas, laxantes y diuréticos en cantidades proporcional a lo que ingieren. La ingesta o administración de lo antes mencionado, puede causar un desequilibrio en el organismo provocando la muerte.

Las anoréxicas/os evitan comer pero tratan de forzar a los que están a su alrededor a hacerlo; este es el caso de Dora: hacia desayunos en grandes cantidades y no comía nada, pero si los más pequeños no comen todo no podrían salir de su casa. También se dio el caso en que una madre recurre a ayuda para controlar su peso ya que su hija anoréxica la presionaba para comer las galletas que ella hacía, “hasta el último bocado”.

Cuando sienten mucha hambre, ingieren alimentos, luego se sienten culpables y acuden al vómito secreto. Irse por el método de atracón y luego vomitar, les causa una satisfacción increíble; pero llega un momento que comer de esa manera ya no les satisface el hambre, lo hacen simplemente por un impulso para luego devolver la comida. Se encierran en un círculo vicioso y esta característica suele hacer la terapia más difícil. Cuando ven que no tienen oportunidad de vomitar en secreto, suelen volver a su rutina normal de no comer. Esto sucede en un 25% de personas que padecen este trastorno.

Hace dos años medía 1,66 m y su peso bajó de 53 kg a 35 kg. Fue hospitalizada y esto le ayudó a subir de peso. Luego que la volvieron a internar, intentó suicidarse. Cuando acudió a la consulta, ya pesaba 31 kg y estaba consciente de su estado pero lo veía como el mal menor; veía la parte psicológica como más importante ya que le molestaba estar obsesionada con la comida. Como lo describe, me atrevería a decir que sufre de una esquizofrenia ya que escucha voces que le dicen qué hacer.

Padece esta enfermedad desde los 15 años: pesaba menos de 32 kg y medía 1,60 m.

Perdio la nocion del tiempo, tenía dificultad para comunicarse con sus compañeros y esperaba respeto o una recompensa por su esfuerzo de perder peso.

Gano peso poco a poco a medida que su autoestima aumenta; alcanzó 45 kg y se sentía a gusto consigo misma. Una peculiaridad de su caso es que se molesto con una compañera porque mostraba signos de anorexia, y no quería que su amiga pasara por lo mismo que pasó ella.

Tiene una personalidad violenta, ya que protestaba cuando ganaba peso y sentía que su plan de vida ya se había arruinado. Encuentro un poco irónico que ella no dejaba que ni su terapeuta le etiquetara un peso “correcto”, sin embargo, padecía de anorexia: una enfermedad que se caracteriza por: que diran los otros de mi?

Cuando comenzó a aumentar de peso, (41 kg) acudió a un nutricionista para que la ayudara a evitar ganar demasiado peso y dejar la “glotonería compulsiva”. Con la dieta, bajó a 38 kg. Luego contó cómo ella se decía a sí misma que no estaba hambrienta pero se sentía totalmente diferente, hasta que llegó un momento que no reconocía como estaban fallando sus sentidos, ya que estaba disfrutando lo que hacía porque le causaba satisfacción. Me sorprendió

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