Lecturas del Perú

Nombre: Stephania Milagros Vásquez Cubas               Grupo: G23

1.Redes Económicas del Estado Inca: “El Ruego” y “La Dádiva”

Desde mi punto de vista me pareció interesante la lectura de las redes económicas del estado inca ya que podemos visualizar como el estado de esa época a pesar de tener problemas como el desconocimiento de la moneda y la falta de escritura, no fue un impedimento para poder solucionar sus problemas a través del sistema de la reciprocidad, al empleo del ábaco (yupana) y del quipu. La reciprocidad se caracterizaba por darles algo a cambio de otra cosa, esto benefició en la expansión del imperio incaico y también en las conquistas de tierras de los señoríos. La reciprocidad estuvo presente en varios aspectos de la época incaica. Me pareció interesante cuando leí acerca de las rentas del estado ya que este se basaba de las fuerzas del trabajo, tierras y ganadería. En el caso de las fuerzas del trabajo se realizaban a través de la mita (que significaba la repetición de los tiempos). Las mitas tenían diversos tipos de grupos laborales y no podían mezclarse entre sí, entre ellos tenemos, la mita pesquera, agraria, guerrera, minera, seca, etc. Este sistema muestra la importancia de la fuerza de trabajo, pues está muy organizado y cada persona pertenece a un grupo del cual debe cumplir sus obligaciones y tareas. También existía una organización para el trabajo femenino, esto consistía en ocuparse de la textilería, dar bebidas para los ritos de la reciprocidad y fiestas cusqueñas. El proceso era elegir niñas entre 8 y 10 años en todo el Tahuantinsuyo e ingresar a los Acllahuasi o a la casa de las elegidas, que por los españoles era llamado conventos. Además, en las tierras de los incas tenían diversos terrenos y cosechaban sus alimentos entre ellos estaban el maíz, camote, yuca, ají y coca. Entre otras tierras tenemos las tierras privadas del inca, tierras de las huacas, tierra del ayllu. La ganadería incaica era un elemento básico en la economía de los Incas, y, al igual que la tierra, los rebaños eran propiedad del estado y estaban divididos en tres categorías. Cada comunidad poseía un cierto número de animales, pertenecientes a cada categoría, que debía cuidar y atender y cuyos productos debía entregar al estado en su totalidad. Los únicos animales domésticos eran un grupo de camélidos: la lama, el guanaco, la alpaca y la vicuña. La llama se aprovechaba por su lana y como animal de carga; y las vicuñas y alpacas proporcionaban las finísimas lanas que se destinaban a las bellas telas del inca y su séquito. Otros de los animales que se domesticaron fueron los guanacos, los perros, las cobayas y las ocas.

En el Imperio incaico, no se usaba nunca monedas ni mercados, sino que todo se hacía por un sistema de parentescos, donde unas personas ayudaban a otras miembros de su familia, y así se hacía la economía. Nadie pagaba a nadie, y los reyes, para satisfacer a todos los trabajadores, hacía festivales y fiestas. La mayoría del pueblo era agrícola, y solían ser agricultores experimentados. La posesión de hatos de camélidos y de los pastos necesarios siguió las mismas pautas indicadas anteriormente para la tenencia de la tierra. Los ayllus situados en la sierra disponían, cada uno de ellos, de pastos para sus animales, entre los que se hallaban también los animales personales de las parejas de hatun runa. De igual manera, existían las dehesas de los curacas locales, de los grandes señores de las macroetnias, de las huacas y, por último, las moya o pastos especiales del inca.  Es sorprendente como el imperio incaico se organizo no solo en las labores como la ganadería, la pesca, la textilería, entre otras actividades para que su economía y su estado se mantenga estable, pues siempre buscaban una solución, no había corrupción, todos trabajaban por un beneficio en común y lograron expandirse y conseguir muchos terrenos.

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