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Libro El Buscador


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2014  •  16.649 Palabras (67 Páginas)  •  193 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Ese día tenía muchos planes, había un interesante entretenimiento con los amigos y por la tarde una cita romántica con mi novia, jamás pensé que ese día iba a ser el primero de una nueva vida.

Apenas despertaba, cuando mi hermana abría mi puerta para pedirme que fuera a comprarlas cosas para el desayuno, muy molesto y lleno de furia tuve una discusión estúpida con ella, tomando la postura de macho tonto, como si el ir de compras me iba a quitar mi hombría.

Si solo hubiera sabido que esa era la última oportunidad que tenia de poder escucharla, tal vez en lugar de discutir la hubiera abrazado y dicho lo mucho que la quería, porque sé que así nuestra despedida hubiera sido más fácil y el remordimiento que me ha acompañado por toda mi vida desde su muerte, no sería tan fuerte, pero nadie sabe cuándo vamos a perder a las personas que amamos.

Recuerdo que mi padre llegaba de su turno de trabajo y nuca voy a olvidar que después de saludarlo vi claramente como dejo su revólver de cargo sobre la mesa del comedor y subió a bañarse como todos los días lo hacía, si tan solo ese día hubiera subido el arma con el…

En ese momento le pedí a mi hermana menor que en ese entonces tenía tres años que me acompañara al mercado, recuerdo que después de las compras todavía veníamos jugando, todo parecía indicar que iba a ser un domingo muy feliz hasta que entramos a la casa…

Recuerdo que entre como si nada y entre directamente a la cocina, mi hermanita se quedó en la entrada como espantada, como si hubiera visto un fantasma, recuerdo que todavía me acerque a ella muy despacio, sin la intención de espantarla, tratando de descubrir lo que miraba con tanta atención y al voltear la vista lo que pude observar fue la escena más horrible de mi vida, mi hermana, la misma con la que estuve discutiendo momentos antes estaba tirada en el piso en un gran charco de sangre.

Y les puedo jurar que esa misma escena me ha seguido durante 10 años, todos los días con sus noches, en mi mente siempre la misma pregunta ¿pude haberlo evitado?...

La desesperación se apodero de mí, no podía ni pensar en moverme, llegué hasta olvidar que esa pequeña niña seguía observando a su hermana morir delante de ella, recuerdo que lo único que pude hacer en ese momento fue gritarle mi padre con mucha desesperación:

¡Papá! ¡Papá!

¡Gabi se cayó!, baja rápido….por favor, por favor…

En ese momento no había visto la pistola a su lado, mi padre la descubrió, yo estaba tratando de hacer que ella respirara levantando su cabeza una y otra vez, recuerdo que solo jalaba aire, con la desesperación del ser humano por sobrevivir, cuando voltee y observe como mi padre arrancaba la pistola de las manos de mi hermana no pude pensar, con la desesperación salí a la calle, desesperado tome el coche de mi papá y salí como demonio a buscar ayuda, pero recuerdo que en la primera esquina, el automóvil se detuvo y no podía volverlo a encender, un amigo al notar mi forma de manejar detuvo su automóvil frente al mío para evitar que volviera a manejar, recuerdo que se paró frente a la ventana del coche y me pregunto que qué me pasaba y el llanto se apodero de mi…

Recuerdo que me hizo bajar y me abrazo como a un niño y me acompaño a buscar ayuda y por cierto hasta ahora no he podido agradecerle por esa ayuda.

Encontramos de inmediato una patrulla que se encontraba dando sus rondas por la colonia y de inmediato pidió una ambulancia, pero ya era demasiado tarde, mi hermana había muerto sin remedio.

Después de eso todo fue conmoción y entre tristeza y coraje lo único que pudimos hacer fue abrazarnos, mi papá y yo lloramos mucho y por mucho tiempo, pero lo que en ese momento era más importante: el cómo mi madre iba a reaccionar, no tuvimos que esperar mucho pues mi madre llego con mi otra hermana, su reacción fue como la de cualquier madre que ama a sus hijos, se arrodillo en el suelo y le suplicaba a dios que todo fuera una pesadilla, no podía creer que su niña ya no estuviera, que toda una vida se desvaneciera en unas cuantas horas.

Lo demás fue como cualquier evento de este tipo, la familia, los amigos, flores, rezos, pero nada de eso me iba a regresar a mi hermana; yo no quise irme con mis padres al sepelio, recuerdo que me quede de pie frente al lugar donde ella murió y maldecía a todo el mundo y culpe hasta a Dios por lo que sucedió, mi padre me tomo de la cabeza y me pidió que ya no sufriera que ella debía vernos unidos y no pude más que llorar le pedí que me dejara las llaves del coche, y le dije que no se preocupara, que iba a estar bien y antes de que se marchara me quite mi chamarra de piel, esa chamarra que tanto le gustaba a ella. Le pedí a mi tío que se la pusieran y que si era posible la sepultaran con ella, en ese tiempo era lo único que yo le podía dar.

Maneje muy despacio hasta llegar a los funerales, recuerdo que desde la puerta la gente me miraba entrar, mi padre en una esquina fumando y mi madre en un sillón llorando, camine hasta el cajón sin hablar con nadie, la mire por la ventanilla de la caja y no llore, no pude llorar al mirarla como dormida, venían a mi mente los recuerdos que compartimos, yo recordaba cuando nuestras habitaciones las convertíamos en naves espaciales, o cuando salíamos al jardín convertidos en grandes exploradores que descubrían lugares nunca antes vistos, toda una vida paso en unos cuantos segundos.

El sepelio fue muy lindo, la misa fue hermosa con un sermón sobre la muerte muy motivante y lo que fue desgarrador, cuando introducían la caja en la fosa, mis padres gritaban que les arrebataban a su hija, yo lloraba abrazando a mis hermanas y todo termino, la tierra empezaba a cubrir su ataúd y todos comenzaron a retirarse, todos menos yo. Cuando ya se habían marchado y antes de que la maquina terminara con su trabajo, tome un poco de tierra con mis manos y me despedí de ella con una promesa.

“No importa el tiempo que me lleve lograrlo, no sé si alguien va a creer en mí, pero te juro que esto no se va a repetir otra vez, te juro por tu memoria que todo el mundo va a conocer tu nombre.”

Diez años han pasado ya desde su muerte, y después de luchar con todas mis fuerzas por cumplir con esa promesa, e impartido más de 6000 conferencias y estoy convencido de que he podido lograr que miles de jóvenes, hayan dejado la idea de suicidarse después de escuchar mis platicas, la promesa no está cumplida del todo pues todavía hay millones de jóvenes que sufren como ella y otros tantos que cometen el mismo error, pero lo que sí es un hecho es que mientras tenga fuerza en mi corazón no

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