Los 7 Saberes De La Educacion

Tema:

LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO

Ana Elba Alfani Cazarin

LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO

INTRODUCCION

La UNESCO solicitó a Edgar Morín que expresara sus ideas sobre la educación del futuro, en el contexto de su visión del "Pensamiento Complejo”. Este texto, fue publicado por la UNESCO como contribución para un debate internacional sobre la forma de reorientar la educación hacia el desarrollo sostenible. Edgar Morin escribe sobre los que considera son los principios clave necesarios para la educación del futuro.

Esto apoyo a generar un debate mundial con el fin de que los educadores y gobernantes diseñen herramientas estimulando, a la reflexión que facilite el proyecto transdisciplinario que llevaría por nombre "Educación para un futuro sostenible”.

En este texto, queda de manifiesto que el principal objetivo de la educación del futuro será dotar a los alumnos de la capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del conocimiento y, al mismo tiempo, enseñarles a convivir con sus ideas, sin ser destruidos por ellas. ¿Y cómo lograrlo? Realizando una tarea que se antoja ardua porque debe de interiorizarse primero en los educadores y en quienes realizan los programas de estudios: cerciorándose de que los estudiantes aprenderán y perderán el miedo a criticar el propio conocimiento.

1. Una educación que cure la ceguera del conocimiento: el error y la ilusión

Todos sabemos que el ser humano es frágil y está expuesto a tener errores de percepción o de juicio, a perturbaciones ambientales, culturales e incluso de salud; no es de extrañar que eso también afecte su proceso de adquirir los conocimientos

Para el autor, el ready made o la colección de conocimientos no puede ser una filosofía del mañana; pues no existe conocimiento acabado que garantice la disolución de lo que él llama el error y de la ilusión. También puntualiza que no existe ciencia, que deje de lado la afectividad, para comprometerse objetivamente con su eliminación definitiva.

Lo anterior, lleva a reflexionar al filósofo francés en cuál ha de ser el tipo de educación que “nos salve” de la ceguera de un conocimiento que sólo propicia la racionalización; pues “es cierto que el odio, la amistad o el amor pueden enceguecernos –y quizás pensemos que una ciencia objetiva sea la única salida-, pero también es cierto, que el desarrollo de la inteligencia es inseparable del de la afectividad”. En mi quehacer en el ámbito de la psicología, no pude menos que relacionarlo con las teorías de Gardner sobre la inteligencia emocional.

En consecuencia, Edgar Morin considera que la primera e ineludible tarea de la educación para afrontar tal ceguera, ha de ser la de enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento y, para ello, apela a evitar la doble enajenación que se da en “nuestra mente por sus ideas y de las propias ideas por nuestra mente”.

Por tanto, Morin concluye que si la primera tarea es la de enseñar un conocimiento que forme a la humanidad para criticar el conocimiento; el primer objetivo de la educación del futuro será apropiar a cada uno de los alumnos de la capacidad para detectar y hacer lo posible por corregir los errores e ilusiones del mismo, en un escenario social que invite de manera gentil a la reflexión, crítica constructiva y a generar una sana convivencia ideológica.

2. Una educación que garantice el conocimiento pertinente:

En este segundo apartado, el autor hace una invitación a investigar y determinar los problemas clave de la humanidad; para ello es necesario afianzar la semilla de una educación que promueva la “inteligencia general”, que sea sensible ante el contexto o a al llevado y traído término de la globalidad y que a su vez pueda referirse a lo multidimensional y a la interacción de los elementos que la compongan.

Morin hace una distinción entre la “racionalización” que ayuda a la construcción mental que sólo atiende a lo relacionado con lo general y a la “racionalidad” que va pasando de lo general y a lo particular, en lo que él denominó “conocimiento pertinente”.

3. Una educación que enseñe la condición humana:

¿Quiénes somos?, la gran pregunta que ha acompañado a la humanidad en su devenir histórico y que es una cuestión inseparable de estas otras preguntas:

¿dónde estamos parados?,¿ de dónde venimos’ y ¿a dónde vamos?.

Lo humano es y se desarrolla en bloques que casi nunca son posibles de separar: a) cerebro- mente- cultura

b) razón - afecto - impulso

c) individuo - sociedad -especie.

Conocemos al hombre por lo que desarrolla a la sombra de los incisos anteriores, pero el agente que los aglutina son la unidad y la diversidad, mismas que además serán siempre inseparables de la educación. Morin confirma que conocer el ser humano es situarlo en el universo y, al mismo tiempo, separarlo de él: “la humanidad debe reconocerse como tal y con un tronco común y al mismo tiempo, reconocer y respetar la diversidad cultural de cada cultura, cada nación, cada persona”.

El consejo del filósofo francés es que se debe procurar que el conocimiento del ser humano debe de contextualizado: no dejar de preguntarse quiénes somos , dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos.

Concluye al decir que la educación deberá mostrar a los que la reciben cual es el destino individual, social y global de todos los humanos y darles las armas para que se visualicen como ciudadanos de la tierra.

4. Una educación que enseñe la identidad terrenal:

En el mundo existen una enorme diversidad de lenguas, religiones y culturas. En los últimos 20 años se ha producido la revolución tecnológica que debería de permite relacionar estas culturas, pero la desigualdad impera.

Como podemos hablar de considerarse un ciudadano de la tierra cuando el confort y la bonanza de la vida en Europa (claro, considerado lo escrito por Morin antes de la crisis que se ha generado en los últimos 5 años en la Unión Europea), y que aún está vedado a tres cuartas partes de la humanidad. Es necesario introducir en la educación una noción mundial más poderosa

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