Los Adioses De Juan C. Onetti

LOS ADIOSES, Juan Carlos Onetti.

A la ciudad de las Sierras, llega un hombre alto y físicamente demacrado en busca de una cura para su tuberculosis. Le recomiendan asimilarse a un sanatorio, aislándose, como una posible solución, mas éste no acepta. Usualmente el hombre recibe dos cartas de distinta procedencia, las cuales son su único enlace con el mundo exterior. Las busca en un almacén cerca del hotel, y quien lo atiende, nos narra la historia. Este testigo, es detallista y cauteloso con las particularidades poco previstas al sentido común. Además posee, según él, el don de dar certeras predicciones hacia los enfermos recién conocidos. A primera vista, cuando entra el hombre a su almacén, nos da con antelación el pronóstico de su vida. Junto a él, se suman dos testigos más, el enfermero y la reina (la mucama). En conjunto relatan los sucesos, que se van narrando en la historia a través de conversaciones con el personaje del almacén. Cada uno, posee una perspectiva diferente de aquel hombre flaco, pálido, parco, ex jugador de basquetbol que a nadie sonreía y poco hablaba. A la ciudad llega una mujer en su búsqueda, y han de pasar unos días juntos en el hotel. Se va. Luego llega otra, mucho más joven, que en su tiempo de estadía, reside con él en un chalet. Durante este segundo encuentro, por medio de los tres testigos se difunden suposiciones distintas: sobre el papel que cumple cada una de estas mujeres en la vida del hombre. La misión del lector como de los testigos es construir con las suposiciones la verdad justo antes de que sea revelada.

Juan Carlos Onetti se podría deducir como un escritor lleno de artimañas, engaños, capaces de envolver a un lector de tal modo, que este forme parte de su novela. En los adioses, novela corta publicada en 1954, se emula a un yoyo que en un hilo delgado y breve en su caída, es capaz de transportar al lector a un plano hipotético personal, para luego, someterlo a un veredicto final. Entre los engaños que sofoca al lector, y las preguntas que nos deja después de haber leído la novela, sobresalen: (a) Es probable, pues nunca se aclara, que el testigo del almacén sea una mujer, ya que su manera enfática de los pormenores, hacen dudar o ponen en tela de juicio que sea un hombre (b) Desde un principio se nos es revelado el final, el hombre muere. Es como una trampa angosta, que se nos adelanta, para luego, en el trascurso de la novela, librarnos. (c) Nunca se habla con verosimilitud acerca de qué relación existe entre la primera mujer y el hombre y mucho menos de la segunda. Onetti juega justo en el momento preciso, pues las dos mujeres se encuentran. Nos cuenta la mucama “¿Le parece que soy una mala mujer?” “Por favor, señora. En todo caso la mala mujer no es usted” y en la boca del hombre: “Yo no le dije que viniera aquí. No al hotel”. Hay una malinterpretación de la mucama, y de la circunstancia que hace que

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