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JUNTACADAVERES DE JUAN CARLOS ONETTI


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2013  •  1.047 Palabras (5 Páginas)  •  528 Visitas

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Onetti

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Gruñidos a la actualidad

Cuando Juan Carlos Onetti tuvo que salir de su país, el Uruguay, para escapar del régimen militar, inició un largo exilio que habría de prolongarse hasta el final de sus días. La suerte le deparó el mejor sitio posible para el destierro -España (Madrid)-; pero de todos modos, la del exiliado es una situación incómoda y a menudo infeliz, calamidades de las que no siempre es responsable el país anfitrión pero que son inherentes a esa condición tan profusa y elocuentemente lamentada en toda una literatura del género.

Confesiones de un lector (Madrid, 1995) es el libro póstumo de Onetti que inaugura una nueva colección de la editorial Alfaguara, Textos de escritor, dedicada a recopilar la obra periodística de autores notables. (Simultáneamente con el de Onetti salieron un libro de Juan Goytisolo y otro del locuaz compatriota del escritor, Mario Benedetti). La selección abarca de 1976 a 1981 y comprende artículos aparecidos durante esos años en publicaciones españolas.

Onetti no podía escribir sobre la situación del Uruguay ni de los otros países hispanoamericanos sometidos entonces a regímenes militares. Su actividad de periodista tenía, pues, ciertas limitaciones, algunas externas, otras, cabe presumir, autoimpuestas. El resultado es que esta colección de artículos tiene una dimensión inequívocamente literaria; el polemista político está ausente. Tanto mejor, se dirá, cuanto que Onetti era esencialmente un escritor, un novelista, y que es de celebrar ese partido literario tomado por esta colección. Lo cual no impide añorar algunas muestras de lo que Onetti pensaba y decía de momentos tan turbios en la historia uruguaya. Una mera curiosidad, creo que no ilegítima.

Expresiones ñoñas

Lo que el libro presenta es una serie de artículos cuyo interés va en razón directa a lo que en ellos nos dice Onetti sobre su condición de novelista, de escritor y de lector. Del ser humano para el cual escribir era una "tarea enlazada para mí al hecho de vivir". Son reflexiones en tono modesto sobre temas como el de la relación del autor con sus personajes, a la de la criatura que cobra vida ante la estupefacción del autor; no, Onetti niega validez a la tesis de Unamuno y a las anécdotas sobre Balzac. "El autor prefija el derrotero de cada personaje (el autor soy yo), y vigila para que se cumpla. Al fin y al cabo, acaban de nacer, se están educando y yo, mucho más viejo, tengo que cuidar de ellos. Son niños, no saben lo que hacen (...)".

Como la definición de poesía (en Reflexiones de un poeta) o como la defensa de las características innatas del verdadero escritor; "Creo que el escritor, el bueno, nace ya destinado a serlo y que ni los éxitos o los fracasos lograrán desviarlo de la fatalidad congénita". Onetti es agudo cuando recuerda los libros perdidos en el transcurso de su vida o cuando previene contra las expresiones ñoñas - "Montó en cólera", "Votó a bríos"- para que los autores "eviten y odien las palabras muertas, las frases que ya debieran estar enterradas".

De este libro salen

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