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Macario


Enviado por   •  26 de Junio de 2013  •  Trabajos  •  1.992 Palabras (8 Páginas)  •  344 Visitas

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Macario era un leñador padre de once hijos hambrientos y andrajosos que no deseaba riquezas. Tenía desde hace veinte años una sola ilusión que era poderse comer a solas en el bosque un pavo asado entero. Ya que nunca logró satisfacerse, por lo contrario siempre tenía hambre.

Trabajaba todos los días, salía antes del amanecer al bosque y regresaba al anochecer con una carga de leña que vendía por dos reales.

Su esposa “La mujer de ojos tristes” siempre lo atendía en la cena que nunca tenía variaciones. Macario trabajaba tanto como le fuera posible y los sábados por la noche se reservaba dos centavos para un trago de mezcal.

Su mujer percatándose del excelente esposo que tenía, empezó a ahorrar durante tres años y le compró un pavo gordo en la plaza, lo cocinó y se lo dio a Macario sin que sus hijos se dieran cuenta, le dijo que era el regalo por su santo y que se lo comiera a solas en el bosque.

Macario busco el lugar en el bosque, se acomodó y pensó en dormir todo el día después de comer. Pensó que su esposa era una gran cocinera sólo que nunca podía demostrárselo debido a sus limitaciones, claro que con eso ella hubiera reventado de orgullo. Se lavó las manos en un arroyo, tomó el pavo y se dispuso a comer.

Al intentar comer se percató de la presencia frente a él de un charro vestido de negro con accesorios de una persona rica, que observaba la operación de dicho pavo. Macario lo miró y él sonrió maliciosamente previamente a pedirle un pedazo de su pavo.

Macario no accedió, el charro le ofreció sus espuelas a cambio de una pierna pero Macario lo rechazó nuevamente con el pretexto de no tener caballo.

Le ofreció una pieza de la botonadura de su pantalón, por un trozo de pechuga y también lo rechazó ya que lo podían tachar de ladrón. De igual manera le ofreció los bosques y de nuevo lo rechazó ya que con o sin bosque no mejoraría su situación., éste lo corre y le dice que regrese al lugar de donde llegó para así poder continuar con su operación.

Reintenta comerse su pavo y llega otro individuo, un peregrino que se veía pobre vestido de huaraches y manta, al mirarlo encuentra un rostro sincero y agradable, él le pide también una pierna de su pavo, ya que su viaje fue largo y estaba hambriento a cambio de una bendición.

Macario le dice que él es el más bondadoso, de nueva cuenta le pide la mitad de su pechuga, pero Macario con toda la pena y humildad le dice que no, ya que su esposa se lo dio con la intención de que él se lo comiera. El peregrino comprende y lo deja en paz, lo bendice y a sí mismo a su esposa e hijos.

Vuelve a tomar su pavo, pero aparece otro forastero, con vestimenta extraña, eleve su vista y descubre al personaje que manifestaba el hambre más espantosamente. Su rostro no tenía carne, todo él eran huesos, le dice a Macario que tiene mucha hambre. Macario sabe de inmediato que nunca tendrá su pavo sólo y le comparte a este huésped la mitad.

CAPÍTULOS VI – X

Macario y su acompañante comieron juntos, entre risas, bromas y un gran humor por parte de éste último y risas del primero.

Macario desconcertado por su aspecto y su misterioso accesorio, temeroso y curioso preguntó acerca de él, muy naturalmente su huésped le contó acerca de cómo su reloj de arena fue destruido por una agresión de una artillero inglés, y como paso buscando bastante tiempo un accesorio igual y hasta original en museos, pero jamás lo encontró ya que todos eran copias.

Al ir por un capitán de un barco inglés, éste en sus últimos momentos le regalo un cronómetro instrumento más eficaz y preciso gracias a él y nunca llegaba tarde a sus citas.

Al huésped de Macario le agrado tanto el pavo, ya que no perdía oportunidad en alabar el buen trabajo de la cocinera, al ritmo de la plática él preguntó a su anfitrión si antes había tenido otros visitantes. Acertando él le dijo que si sabía que el Demonio era el primero de ellos, afirmando Macario y explicándole que le negó el pavo ya que lo único que quería era tentarlo y gracias a todo el dinero que poseía podía comprarse no solo un pavo, sino media docena y hasta dos cerdos.

El segundo era Dios, y de igual manera lo rechazó ya que siendo el creador de todo, no le constaría nada obtener algo para comer, y menos siendo provenido de la ambición de comerlo sólo.

El huésped se intrigo entonces de su actitud hacia él, Macario le confesó que igual sabía que era la muerte, pero la actitud fue diferente ya que sólo es un servidor y no tiene poder de crear o transformar algo, y al ver que su hora ya había llegado al invitarle la mitad de su única ambición para poder comer mientras ella también lo hacía.

La muerte sorprendida por su inteligencia recompensó a Macario por la finalidad última de haber ofrecido generosamente de su comida.

Le pidió su guaje y le dijo que tirará el agua, dio siete golpes con el pie sobre la tierra y salió un chorro de cristalina.

Ese líquido lo convertiría en médico ya que una sola gota de ese líquido curaría cualquier enfermedad de una persona, per le advirtió que siempre que acudiera a un enfermo y lo viera y los pies de su cama utilizara la medicina en él, pero si por el contrario estaba en la cabecera no lo usara porque sólo lo desperdiciaría. Y se fue.

AL llegar a su casa no llevaba ni un centavo, su esposa le preguntó que tal el pavo, y le dio su guaje otra vez. Macario lo enterró y se fue, al regresar corto como nunca que pudo vender en tres reales.

Capítulo

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