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Nuestro Tempano Se Derrite es una fábula sencilla sobre cómo salir adelante en un mundo siempre cambiante

Gianpa GronchiResumen29 de Febrero de 2016

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Universidad Santa Maria La Antigua

Facultad de Ingeniería y Teconología[pic 1]

 

Nuestro Tempano Se Derrite

Fundamentos de la Ingeniería Industrial

Profesor Ricaurte Garrido

Grupo:

Gian Paolo Gronchi 8-905-118

Jose Soto

14/4/14

Introducción

Nuestro témpano se derrite es una fábula sencilla sobre cómo salir adelante en un mundo siempre cambiante. El relato, basado en el premiado trabajo de John Kotter, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, se ha utilizado para ayudar a miles de personas y organizaciones.

Nuestro témpano se derrite se basa en el trabajo pionero de John Kotter que muestra cómo Ocho Pasos producen el cambio necesario en cualquier tipo de grupo, y provee una valiosa guía para actuar en un mundo que se mueve cada vez más rápido.

John Kotter

John Paul Kotter, nacido en 1947, es un profesor de la Escuela de Negocios de Harvard y escritor estadounidense, considerado una autoridad en el campo del liderazgo empresarial y el cambio organizacional.

Sus trabajos analizan y describen cual es la mejor manera de llevar adelante el cambio y la transformación de organizaciones, generalmente empresas de negocios, para adaptarse al cambiante mercado y sobrevivir a las crisis y a la competencia.

Se ha convertido en una autoridad en temas de liderazgo y cambio organizacional, aspectos que en los últimos años han cobrado especial relevancia en el gerenciamiento de empresas.

Si bien sus primeros libros encararon diversos temas de management, desde los 90 se ha enfocado con éxito en el estudio de los procesos de transformación y la conducción que requieren, temas sobre los que ha dictado conferencias y brindado seminarios, así como editado videos y libros de capacitación. En 2001 fue elegido como el gurú de liderazgo más importante de Estados Unidos por la revista Businessweek.

En su libro Al frente del cambio (1996) y en otros posteriores, ha planteado la necesidad de planificar y dirigir los procesos de transformación, con un liderazgo que promueva la formación de una visión y una nueva cultura, y no sólo con gerentes que propongan medidas de corto plazo, por lo general basadas sólo en los números.

Su propuesta más difundida es un proceso en ocho pasos para implementar transformaciones organizacionales exitosas y con resultados perdurables:

1- Crear un sentido de urgencia, que ayude a otros a darse cuenta de la necesidad de cambiar y los impulse a actuar rápidamente.

2- Reunir un equipo guía con autoridad, credibilidad, liderazgo y habilidades analíticas, para que esté al frente del cambio.

3- Desarrollar la visión y la estrategia del cambio, para clarificar en qué el futuro será diferente y qué se debe hacer para alcanzarlo.

4- Comunicar la visión con claridad para asegurar la comprensión y apoyo de la mayor cantidad de gente posible.

5- Dar poder a otros para que actúen y promuevan transformaciones, eliminando las barreras que pueden dificultar la tarea de alcanzar la visión.

6- Generar resultados a corto plazo, que alimenten la motivación y el espíritu del proceso.

7- No dejarse estar frente a los primeros resultados, sino por el contrario, apoyarse en ellos para impulsar los cambios más importantes.

8- Crear una nueva cultura que incorpore los comportamientos adquiridos y permita sostener la transformación en el tiempo.

En su libro más reciente, Nuestro témpano se derrite, publicado en 2006, presenta una alegoría de estos ocho pasos para mostrarlos en acción y hacerlos accesibles a un público más masivo. En la actualidad prepara la edición de su próximo libro, también acerca de la transformación organizacional, titulado El sentido de la urgencia.

Una propuesta de desarrollo gerencial y personal, para vivir y trabajar en el cambiante mundo de las organizaciones del siglo 21.

Resumen

Érase una vez una colonia de pingüinos que vivían en la helada Antártida, en un témpano de hielo flotante. Hacía muchos, muchísimos años que el témpano estaba en ese sitio. Grandes muros de nieves se levantaban en la superficie y protegian a los pingüinos contra las tormentas de invierno.

Hasta donde llegaba la memoria de cualquiera de los pingüinos, la colonia siempre había vivido en ese témpano. "Este es nuestro hogar", decían si alguien llegaba a descubrir su mundo de hielo y nieve. También decían, con buena lógica desde su punto de vista, "y será siempre nuestro hogar".

Donde vivían, el desperdicio de energía mata. En la colonia todos sabían que tenían que permanecer unidos para sobrevivir, y habían aprendido a depender los unos de los otros. Se comportaban a menudo como si fueran una gran familia.

Doscientos sesenta y ocho pingüinos vivían en la colonia. Uno de ellos era Fico.

Fico se parecía a los demás de su especie y actuaba más o menos como ellos. Se podría caracterizar, o bien como "gracioso" o bien como "respetable", a menos que a uno en realidad no le gustaran los animales.

Pero Fico era distinto de los demás pingüinos por un aspecto muy importante: era extraordinariamente curioso y observador.

Otros pingüinos se iban a cazar criaturas del mar, cosa muy necesaria ya que en la Antártida no había nada más que comer. Fico pescaba menos y estudiaba más el témpano de hielo flotante y el mar.

Otros pingüinos pasaban gran parte del tiempo con sus amigos y parientes. Fico era buen esposo y padre pero dedicaba menos tiempo que otros al trato social. A menudo se iba solo a tornar notas de lo que observaba. Fico hacía sólo lo que le parecía su deber, y lo cierto es que cada día aumentaba su alarma por lo que veía.

Tenía una cartera llena de observaciones, ideas y conclusiones. La información era más y más alarmante. La información empezaba a decir a gritos:

El témpano se está derritiendo y pronto puede despedazarse

Un témpano que de pronto estalla en mil pedazos sería un desastre para los pingüinos, sobre todo si esto ocurría en invierno en medio de una tormenta. Muchos de los más viejos y de los más jóvenes sin duda morirían.

Fico no era fácil presa del pánico, pero cuanto más estudiaba sus observaciones, más se inquietaba. Comprendía que tenía que hacer algo, si bien no estaba en capacidad de ordenar cómo habían de manejarse los demás. No era él uno de los dirigentes de la colonia, ni siquiera hijo, hermano o padre de algún líder. Le faltaba, por lo demás, de antecedentes que lo autorizaran como pronosticador de témpanos de hielo.

Fico se sintió más bien solo.

La colonia tenía un Consejo Directivo, que también se llamaba el Grupo de Diez, presidido por el pingüino jefe. Uno de los diez líderes era Alicia, pájara dura de pelar y que tenía la reputación de hacerse obedecer para que las cosas se hicieran. También trataba más de cerca a la colonia, a diferencia de unos pocos que se mantenían más distantes. Lo cierto es que toda la raza de los pingüinos dan la sensación de ser poco comunicativos, aunque no todos se comportan así.

Fico pensó que Alicia probablemente estaría más dispuesta a escucharle que otros compatriotas de edad más avanzada, así que resolvió ir a hablar con ella. Siendo Alicia como era, no necesitó solicitar audiencia.

Le habló de sus estudios y de las conclusiones a que había llegado. Ella le oyó con la mayor atención aunque, francamente, se preguntaba si no sería que a Fico le faltaba algún tornillo.

Ese sitio no estaba en la superficie del gran bloque de hielo donde el derretimiento y sus consecuencias son difíciles de ver, sino por debajo y en el interior. Fico le explicó esto a Alicia.

Debajo de la superficie Fico señaló varias fisuras y otros indicios claros de deterioro causados por derretimiento. Alicia se sorprendió grandemente pensando cómo habían escapado a su atención esos indicios.

Siguió a Fico y penetraron ambos en una gran concavidad que se abría en una de las paredes del témpano. Por un canal de pocos metros de ancho penetraron nadando en el corazón del bloque de hielo hasta llegar a una espaciosa cueva llena de agua.

Los témpanos de hielo flotantes no son como los cubos de hielo. Pueden tener en el interior rajaduras, que se llaman canales. Algunos canales conducen a grandes cavidades de aire llamadas cavernas. Si el hielo se derrite lo suficiente, el agua puede penetrar por las fisuras e inundar los canales y las cuevas.

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